¿Qué es el Jubileo de la Esperanza 2025?
¿ Qué es el Jubileo de la Esperanza 2025? Un Jubileo es un año especial en la Iglesia. Se denomina la santidad de Dios transforma nuestras vidas. Participar en también «Año Santo» porque permite experimentar cómo el Jubileo ofrece la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria, un signo de reconciliación y renovación espiritual.
Veinticinco años después del Jubileo del Año 2000, el papa Francisco ha convocado el Jubileo de la Esperanza 2025, cuyos objetivos principales son renovar la fe, fortalecer la esperanza y promover la unidad en un mundo marcado por desafíos como la pandemia, la pobreza y las migraciones.
En la bula de convocatoria Spes non confundit (La esperanza no defrauda), firmada el 9 de mayo de 2024, Francisco desea «que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza», frente a «la imprevisibilidad del futuro», que en ocasiones nos lleva al temor, al desaliento, a la duda y al escepticismo y pesimismo, «como si nada pudiera ofrecerles felicidad». Por eso, además de un momento espiritual, este Jubileo también se plantea como una invitación a abordar problemas sociales y promover la justicia, escuchando las voces de los más vulnerables. «Peregrinos de Esperanza», es el lema que anima este jubileo y, la peregrinación, nos dice el Papa Francisco, es un elemento fundamental del jubileo porque ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan sentido a sus vidas.
La palabra peregrinación significa «a través de los campos», «a través del cruce de fronteras», «andar por tierras extrañas» [peragrere: ir por los agros]. Tal como aquellos que han tenido que caminar forzosamente, nuestros hermanos migrantes que, buscando mejores horizontes de vida y con esperanza, salieron de su tierra.
Peregrinar, caminar, ese es el sentido de la vida cristiana y como nos decía el Papa Francisco, al Señor con la vida cómoda en el sillón no se le escucha, permanecer sentados en la vida, genera y crea interferencia con la Palabra de Dios, porque Dios es dinámico. La Palabra de Dios no es estática, y si estamos estáticos, quietos, no vamos a escuchar su Palabra. A Dios se le descubre caminando. Nosotros tenemos que ponernos en movimiento y caminar, la esperanza que nace en la noche no tolera la indolencia del sedentario ni la pereza de quien se acomoda en su propio bienestar. La esperanza no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse, ni el cálculo de quien solo piensa en sí mismo. Estamos llamados a ser Peregrinos. Sí, peregrinos de esperanza. Recuperar la paz, no resignarnos ante lo que está mal, no bajar los brazos, no darse por vencidos ni derrotados. Que en este jubileo recuperemos no solamente el entusiasmo y las ganas de peregrinar, de caminar, de mover nuestro corazón, de poner nuestra vida en marcha, sino también que nos podamos sostener en la esperanza. Esa esperanza que no defrauda y que nos sostiene en la búsqueda de una vida mejor para todos, buscar la esperanza en medio de nuestro pueblo. El Papa nos habla de una alianza social para que la esperanza incluya a todos. Ser signos de esperanza para tantos hermanos de nuestro pueblo que la están pasando mal. Ser signos de esperanza para hermanos que ya han perdido las ganas de buscar. Los abuelos, los jubilados, los que están solos, los que están presos, los jóvenes atravesados por el flagelo de la droga y del alcohol, los deprimidos. Cuánta gente necesita de esa esperanza y por eso nosotros hemos de buscarla en medio del dolor de nuestro pueblo. Nosotros queremos buscar la esperanza en Magallanes. Queremos buscar la esperanza entre las calles de nuestra región. Buscar a Dios porque él camina en nuestras calles. Y por eso como caminantes, como peregrinos, salimos a buscar en medio de la vida de nuestras ciudades, razones para nuestra esperanza. Vamos a buscar la esperanza en nuestras iglesias jubilares, que sean un oasis de espiritualidad para beber allí de la esperanza, acercándonos al sacramento de la reconciliación. Nuestra cultura actual se caracteriza por tantas incertidumbres, llena de interrogantes, con muchas cosas que no entendemos, que nos superan. Pero recordemos que la esperanza se simboliza con un ancla, un ancla que sostiene en medio de las tormentas. De hecho, entre los marinos se llama ancla de reserva o ancla de esperanza a una segunda ancla que se usa cuando el barco está ya muy sacudido por las olas. A veces nuestra vida también está muy sacudida por tormentas, por las olas, por cosas que no entendemos.
Y entonces, ¿qué mejor que sostenernos anclados en esta esperanza? Con la esperanza en el corazón, el ancla que nos sostiene, la virtud que no defrauda, que nos lanza hacia adelante, que no nos deja bajar los brazos, que nos sostiene más allá de las dificultades, que nos pone en camino porque queremos ser cristianos activos, no queremos dejarnos ganar por la modorra del alma, por ese quietismo que nos hace ser derrotados antes de tiempo. Václav Havel, Presidente Checoslovaco, escritor y dramaturgo dice que «La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que todo tiene sentido». Vivamos con esa certeza. Todo tiene sentido porque Dios no nos abandona. Todo tiene sentido porque Dios camina con nosotros.
Todo tiene sentido porque Dios nos regala este año jubilar, para que nos pongamos en marcha como peregrinos de una esperanza que no defrauda, como un ancla que nos sostendrá en medio de las tormentas de la vida. Busquemos al Señor, porque Él es la razón de nuestra esperanza. Busquémoslo en el propio corazón, busquémoslo en medio de nuestro pueblo, busquémoslo en nuestras calles, busquémoslo en los templos jubilares. Dios camina con nosotros.
Igual que la Virgen, conservaremos en el corazón nuestras interrogantes y sabremos que el Señor está con nosotros y que en este año jubilar nos quiere abrazar a todos con su misericordia para curar tantas heridas de la vida que venimos arrastrando..