Profesores marcados
Profesores marcados Por Max Colodro Filósofo y analista político nlas puertas de la facultad, un grupo de estudiantes controla elacceso no solo desus pares sino también de los profesores, quesolo pueden llegar asus oficinas y a sus cátedras luego de ser marcados en una de sus manos.
No, no estamos hablando de la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin, sino de la Universidad de Chile en 2024; una realidad insólita que aparentemente ni profesores, ni el resto delos alumnos puede impedir. Tampoco las autoridades universitarias. Volvimos de súbito a la lógica del estallidoo, más bien, al país inaugurado por el propio movimiento estudiantil en 2011: si una causa nos parece justa -cualquiera que seael fin justifica los medios.
En este caso, una minoría ínfima de estudiantes se siente con el derecho de tomarse un recinto universitario, sin importarle la opinión al respecto de los demás alumnos ni, menos, su derecho a seguir asistiendo a clases. Pero ahora, además, e "marca" a los profesores como una señal de control político y de indigna sumisión. Lo vergonzoso es que, nuevamente, esta violencia impúdica hace de las suyas sin que nadie tenga la valentía o la capacidad deimpedirla. Otra vez, el silencio cómplice, la impresentable "comprensión" de una supuesta causa noble trastocada por formas impropias.
Pero noescierto: aquí no hay ninguna demanda o causa noble, como no la hay nunca cuando en democracia se recurre al expediente dela violencia, más todavía en una universidad, que se supone es el espacio del diálogo y del disenso en base a razones.
Profesores "marcados": los estudiantes que efectúan dicho ritual debieran tener al menos la gentileza de explicarle al resto del país cuál es el criterio, qué académicos son a los que ahora se deja entrar a la Universidad de Chile y a cuáles no. Así, al menos, podremos sabera qué atenernos si el día de mañana estos estudiantes llegan a tenerel poder para extendersus dominios a otros ámbitos. Hoy ya sabemos que ellos controlan los accesos a sus campus y salas de clases. Deciden que sus compañeros no pueden seguir aprendiendo sin su venia y qué profesores están autorizados a ejercer la docencia. Hay un solo nombre para todo esto: Fascismo. El de ayer, el de hoy y el de siempre. De izquierda o de derecha. En rigor, apenas una minoría fanática alentada porel silencio ola complicidad de otros, que los amparan o al menos los justifican. Porque son jóvenes, se dice, o porque tienen "ideales", o porque simpatizamos con sus demandas, o porque su violencia sirve para debilitar al gobierno de nuestros adversarios.
En los últimos años, ¿Cuántas veces hemos sido testigos de lo mismo? ¿ Dónde terminaron los "liceos emblemáticos"? ¿ Dónde están hoy día los que alentaron, justificaron o guardaron silencio? Y ahora, ¿dónde están cuando la Universidad de Chile pasa a ser una institución con profesores marcados? La respuesta la sabemos; están donde mismo, donde siempre han estado: justificando, comprendiendo, dialogando o, simplemencomprendiendo, dialogando o, simplemente, guardando silencio..