Autor: ISABEL PLÁ
La última cuenta
La última cuenta ¿ Cómo llega La Moneda a la última Cuenta Pública? Envuelta en un manto de conflictos, la consecuencia inevitable del ejercicio descuidado del poder, con cierta laxitud frente a las instituciones. El resultado de lo que una mayoría parece percibir como el descontrol en la mesa de mando. La lista causa pudor. Procultura y Democracia Viva, el caso Monsalve, la casa de Allende, las licencias falsas para viajar, un viejo fraude que ahora alcanza también a funcionarios de altas responsabilidades y a amistades presidenciales. No son solo faltas a la probidad. El Gobierno llega a los últimos meses del mandato con su promesa simbólica más significativa, la del estándar moral superior que perfilaba al Frente Amplio para emplazar a toda la política, completamente pulverizada. Antes rompieron otros de sus emblemas.
El del gobierno feminista se hizo mil pedazos en octubre pasado, cuando se protegía al subsecretario del Interior, acusado de violación (no era “un portero”, justificó la autoridad a cargo del feminismo en La Moneda). Y la promesa de la justicia social se esfumó en unas pocas viviendas entregadas un año después del incendio en Viña. Sobre las reformas impulsadas en estos años, no hay mucho para vanagloriarse. Las originales se archivaron antes de seis meses, con el rechazo a la propuesta constitucional en el 2022, en la que se fundaba un programa que frenaron ocho millones de chilenos. Y en buena hora: era un camino de incertidumbre, división, empobrecimiento. Sí, hay un número importante de reformas para la seguridad, para que el Estado enfrente al crimen organizado y a la violencia. El Gobierno tuvo un punto al entender que debía asumirlas como una prioridad, pero fueron impulsadas por la oposición y aprobadas ordenadamente por sus bancadas, con el rechazo recurrente del Frente Amplio y el PC. En cuanto a la reforma de pensiones, consagra cambios exactamente contrarios a los que pretendía el Gobierno. Se presentó en el Congreso una ley para destinar todo el aumento de la cotización obligatoria a un fondo estatal, revivir un sistema de reparto y refundar toda la trama de la administración. Lo que salió del horno es una reforma que fortalece el ahorro individual y la administración en instituciones privadas; y mejora significativamente las pensiones. Y fue posible también con la voluntad y seriedad de un amplio sector de la oposición. En el Congreso Pleno habrá aplausos, entre la agitación emocionada (real o imaginaria) de pañuelos verdes, cuando se reitere la urgencia para legalizar el aborto en Chile.
Una movida política ingeniosa del Gobierno (y a mi juicio deleznable) para movilizar a sus huestes; y forzar un debate que rel e g u e a l a s opacas páginas policiales los entretelones de los escándalos que lo comprometen. También tendremos aplausos cuando se mencione lo que para el Gobierno son avances y para casi un millón de cesantes una pesadilla. Salario mínimo más allá de lo prudente, “40 horas”, con una letra chica que espanta las oportunidades y la formalidad. Pero habrá silencio frente a sala cuna para los hijos de madres trabajadoras, el destrabe de una regulación arcaica, que las mujeres esperan desde hace años.
Será interesante leer entre líneas las claves que sentará el Presidente Boric para proyectar su “legado”. Apuntará a la necesaria unidad de la izquierda: leen las mismas encuestas y entienden que hay una alta probabilidad de que pasen a la oposición, unidos se resiste mejor. En fin, esta cuenta a la Nación será la esperanza de un futuro para el oficialismo más entusiasta.
Y una buena noticia para la mayoría, precisamente por ser la última. n EL GOBIERNO LLEGA A LOS ÚLTIMOS MESES DEL MANDATO CON SU PROMESA SIMBÓLICA MÁS SIGNIFICATIVA, LA DEL ESTÁNDAR MORAL SUPERIOR QUE PERFILABA AL FRENTE AMPLIO, COMPLETAMENTE PULVERIZADA. Cuando usted lea estas líneas, Gabriel Boric estará pronunciando uno de los discursos más importantes de su vida política..