Autor: Ingrid Espinoza
Conservación
Cada verano, miles de personas buscan la naturaleza para desconectarse. Pero en su intento de acercarse, la destruyen. La fauna, que lleva siglos adaptándose, enfrenta su peor amenaza: nosotros. Un pudú intenta cruzar la ruta hacia el rio Petrohué. Apenas toca el asfalto, un auto lo impacta. Nadie frena. Es el noveno pudú atropellado en este parque solo este verano. En las playas, los 4x4 arrasan con nidos de aves, aplastando huevos que jamás eclosionarán. En los parques, perros corren sueltos, persiguiendo y matando crías de animales que los turistas vinieron a admirar. Hemos llenado las rutas de señaléticas y campañas como “Lento por la Fauna”, impulsada por el Ministerio de Transportes junto a Conaf y SAG. Pero de nada sirven si seguimos actuando como si la naturaleza fuera un decorado para nuestras vacaciones. Queremos naturaleza, pero la devastamos. Queremos vida silvestre, pero la exterminamos. La conservación no depende solo de normativas.
Es bajar la velocidad, no ingresar con perros, respetar los ecosistemas Si seguimos como hasta ahora, la próxima vez que visitemos un parque, lo único que encontraremos serán huellas de lo que alguna vez estuvo ahi.