"El tiempo que tenemos"
"El tiempo que tenemos" OJOS BRILLANTES ESTA PELÍCULA DE JOHN CROWLEY, director de "Brooklyn" (2015), es una historia de amor por donde la miren.
Partiendo por los protagonistas y luego escenarios, diseño y, desde luego, el guion, encadenan una película de estricta planificación --método, organización y desarrollo-cuya tolva es capaz de revolver y procesar las enfermedades y tragedias, pero nunca desmontar la arquitectura romántica.
Es Tobias (Andrew Garfield), un recién divorciado que busca nuevos rumbos, y Almut (Florence Pugh), chef que desprende esfuerzo y decisión, y lo que ambos comparten es el sentido del humor, y hasta se ríen cuando están en urgencias de un hospital después de un accidente automovilístico. Si se ríen varias veces a lo largo de la historia es porque están enamorados, y así surge el lugar común: tienen química.
En la ecuación de la arquitectura romántica los encajes son perfectos en la paradoja: protagonistas distintos, pero igual son el uno para el otro, y el mundo que los rodea calza sin esfuerzos: objetos, urbanismo y paisajismo de interiores y exteriores. La casa de piedra en las verdes praderas con cocina luminosa es para portada de revista, tanto la casa como el amplio espacio de la cocina. El departamento que comparten en Londres es lo justo e ideal. Y se mueven en auto moderno, blanco, pequeño y encantador.
No solo los colores y adornos corresponden al estado de ánimo del enamoramiento progresivo, sino también el carácter de los secundarios: Reginald (Douglas Hodge), el padre de Tobias, es comprensivo, aún lo despide de beso, todavía le corta el pelo. Y Jade (Lee Braithwaite), la pinche de cocina de la chef, es única y su fidelidad también es única.
Si "El tiempo que tenemos" fuera lineal, en ese caso, no sería fácil de soportar, pero el director John Crowley, consciente de un material que contamina dulzor y diabetes, lo interviene y desmenuza, rompe la cronología, retrocede y regresa en el tiempo, y podría ser un álbum de episodios y recuerdos, algo así como la desmembrada historia de una pareja a lo largo de unos pocos años, donde no falta el aliño de la tragedia, que es uno más de los ingredientes del guiso: romántica, pero descuartizada y finalmente soportable. Incluso en los detalles, por eso Andrew Garfield, en su personaje de Tobias, mantiene de manera constante, con más o menos razones, unos ojos acuosos al borde del llanto callado o desconsolado.
Almut, la chef que interpreta Florence Pugh, se quiebra y sufre, con justos motivos, pero mantiene su determinación y voluntad; y no es como Tobías, en la parte vacía e incorrecta del vaso, un llorón intermitente; en la correcta y llena, un hombre sensible. El viejo y ya muerto Omar Sharif, en este asunto de los ojos, se ayudaba con gotitas para conservar el brillo romántico. No se sabe si era sensible o no, pero una cosa sí se supo: era un profesional. Reino Unido Francia, 2024. Director: John Crowley. Con: Florence Pugh, Andrew Garfield, Lee Braithwaite. 91 minutos. En cines. GENTILEZA BF DISTRIBUTION POR Antonio Martínez.