Una puerta para EL PLANTAT
Una puerta para EL PLANTAT H ace unos años, Erico Osorio estuvo al borde de la muerte. Él, en rigor, solo dice que tuvo una "mala experiencia", pero los hechos dan cuenta de una historia diferente.
Junto a otros compañeros, Osorio venía bajando del volcán San José, una de las cumbres más emblemáticas del Cajón del Maipo, con 5.856 metros de altura, cuando una inesperada tormenta los hizo perderse en la ruta.
Agotados, con hambre, frío y sufriendo los efectos de la falta de oxígeno, Osorio y sus compañeros caminaron en medio de las nubes durante 16 horas --en vez de las cuatro que habían presupuestado--, y recién a eso de las tres de la mañana encontraron el lugar que les salvaría la vida. "En esas condiciones no te dan ganas de llegar y parar una carpa.
Con suerte quieres hacer un hoyo y enterrarte en la nieve", recuerda hoy Osorio. "Así que teníamos dos opciones: o nos quedábamos en el cerro y no nos encontraban más, o llegábamos al refugio y nos salvábamos.
Por obra de Dios logramos encontrarlo, y en verdad lo agradecimos". Sentado una noche en la sede del Club de Montaña Vinagre Andino de Puente Alto (en Instagram, @vinagreandino), al que pertenece desde hace varios años, Osorio está hablando sobre sus experiencias de vida en el Plantat, un histórico refugio de montaña ubicado a 3.130 metros de altura, en la base del volcán San José, que ha sido literalmente la salvación para más de algún aventurero que desafía las altas cumbres de los Andes.
Por lo mismo, motivados por "extender la vida útil del lugar y conservarlo para las próximas generaciones de andinistas", como ellos mismos dicen, Osorio y sus compañeros del club están embarcados en una misión loable: en silencio, por su propia cuenta y con sus propios recursos, llevan seis años haciendo distintos trabajos para restaurar el Refugio Plantat.
A la fecha, han reparado, sacado el óxido y pintado el techo de color naranjo para que se distinga en la nieve, han hecho una limpieza profunda de sus espacios interiores --donde hay ocho literas, una mesa y dos bancas: una de ellas con un compartimento para guardar mochilas--, cerraron el subterráneo que era fuente de posibles infecciones por la presencia de ratones y también han retirado kilos y kilos de basura de los alrededores, un problema que lamentablemente es demasiado frecuente en este tipo de lugares en la cordillera. Pero ahora sueñan con concretar su proyecto más ambicioso: cambiar las viejas puertas del refugio --hoy en pésimo estado-por unas nuevas, que reproduzcan el mismo estilo y diseño de las originales.
Suena fácil, pero para eso deben resolver dos temas fundamentales: el primero, reunir 2,5 millones de pesos, que es lo que cuesta mandar a fabricar una de roble, de dos hojas, con un artesano, e instalarla en el refugio mismo.
Y, lo segundo, quizá aún más complejo, llevarla hasta los 3.130 metros de altura, en una exigente tarea que difícilmente se puede hacer a pie o en mula, por el peso de las puertas. "Muchos montañistas lo ocupan como lugar de paso para ir al San José, pero nosotros además lo vemos por el lado romántico de este deporte", dice Sebastián Benavides, joven integrante del club. "Este refugio es como nuestra segunda casa y a nadie le gusta que su casa esté toda cochina, con goteras o a punto de caerse. Por eso es que nos propusimos recuperarlo". Historia no contada No es mucho lo que se ha publicado sobre la historia del Refugio Plantat. Lo que más se repite es que fue construido por Enrique Plantat, un chileno de origen francés que era asiduo a los deportes de montaña, siguiendo el estilo de los refugios alpinos.
También, que en su construcción participaron su hermana y algunos miembros del Club Alemán Andino, que tiene una de sus bases en la cercana localidad de Lo Valdés, pasado Baños Morales: desde Lo Valdés se llega hasta el sector de El Cabrerío, donde comienza una caminata por el valle de La Engorda --llamado así por la presencia de vegas andinas donde se alimentan cabras y caballos--, que en unas 3 a 6 horas conduce hasta su ubicación a 3.130 metros de altura. Por años se ha dicho también que la motivación de este refugio no era solo deportiva, sino que también habría sido utilizado para la caza de guanacos, que antes abundaban en este sector.
Sin embargo, Jorge Plantat, uno de los tres hijos que tuvo Enrique, desmiente aquello. "Según él, esos son mitos", asegura Silvia Pedreros, integrante del club Vinagre Andino que se ha reunido en varias oportunidades con Jorge Plantat. "Él dice que la motivación del refugio fue deportiva: lo que querían era tener un lugar para esquiar por más tiempo que en Farellones, donde la nieve dura mucho menos". Jorge Plantat también le entregó varios datos más.
Entre ellos, explica Silvia, que los materiales como puertas y vigas Una puerta para EL PLANTAT En silencio y con sus propios recursos, un club de montaña lleva varios años trabajando en la restauración del legendario Refugio Plantat, uno de los más emblemáticos de la cordillera de la Región Metropolitana.
Y ahora buscan cumplir una de las misiones más complicadas: construir la réplica de su puerta en roble y llevarla a los más de tres mil metros de altura, donde se ubica, para mantener vivo un lugar histórico que por décadas ha sido la salvación para decenas de andinistas. POR Sebastián Montalva Wainer. BASE. El refugio se construyó en 1937 para practicar esquí en las faldas del volcán San José. FRANCISC O P A S TENE CAMBIO. Las puertas originales están muy deterioradas. La idea es construir una réplica exacta de roble y conservar sus fierros. HENR Y HERRERA CRIS TIÁN ALF AR O HENR Y HERRERA BASE. El refugio está frente a una laguna. HENR Y HERRERA SEÑAL. Miembros del club Vinagre Andino de Puente Alto pintaron el techo naranjo para que tenga más visibilidad. HENR Y HERRERA VISTA. Una de las panorámicas que se tienen desde el Valle de la Engorda en invierno. El refugio no solo es utilizado para subir el volcán San José: la ruta de trekking para llegar hasta él es de por sí un atractivo. FRANCISC O P A S TENE FIRME. En invierno el refugio suele quedar enterrado bajo cuatro o seis metros de nieve. Como sea, ha resistido todo este tiempo.
FRANCISC O P A S TENE. - - - - - Una puerta para EL PLANTAT de madera fueron llevados en mula desde Lo Valdés demoraban 11 horas caminando, que se usaron las mismas piedras que había en el lugar y que para darles forma participaron varios de los canteros que habían trabajado extrayendo rocas desde el cerro San Cristóbal para la urbanización de Santiago. Además, que gran parte de la arena para la construcción se sacó del mismo lugar donde se levanta el refugio, lo que explica la presencia del subterráneo que actualmente está clausurado. Respecto de las puertas que hoy pretenden cambiar, Jorge Plantat dijo que estas ya eran una reliquia: su papá las habría adquirido en una especie de tienda de antigüedades de la época. En un comienzo, el Refugio Plantat tuvo varias comodidades.
Entre otras cosas, un lavatorio que se abastecía del agua del deshielo --que hoy sigue corriendo y explica la presencia de la pequeña laguna al frente y de las vegas húmedas donde pastan animales--, e incluso habría tenido una chimenea "Está bien construido y es capaz de resistir bien cuando a veces queda enterrado bajo cuatro metros de nieve o más", explica Claudio Gómez, presidente del club Vinagre Andino. "Además, basta prender una cocinilla y dos velas para temperarlo". Sin embargo, el paso de los años, la lejanía y el abandono del lugar por largas temporadas, además de distintos saqueos, ha deteriorado evidentemente el refugio.
Algunos excursionistas anónimos e integrantes de clubes de montaña como Vinagre Andino y otros se han hecho cargo de su limpieza y mantención, pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo por la importancia del lugar, considerado un hito patrimonial y turístico del Cajón del Maipo. De hecho, la ruta de trekking para llegar hasta él es todo un clásico de la zona. "Es un lugar realmente hermoso.
Desde el refugio se mira hacia una gran cantidad de montañas que están indicadas en una placa", destaca Henry Herrera, encargado del área de proyectos del club, que además tiene una parte social: sus miembros han participado como rescatistas en inundaciones e incendios, y además realizan acciones como repartir canastas familiares a abuelitos que viven aislados en la cordillera. "El refugio tiene una pequeña laguna al frente y las estrellas en la noche son impresionantes, igual que los amaneceres. Allí se conserva el paisaje original del valle de La Engorda, que más abajo ha sido muy intervenido.
Por eso la idea es mantenerlo así". Un poco más cerca Hace unas semanas, el gobernador de Santiago, Claudio Orrego, reconocido apasionado por la montaña, convocó a una reunión en el edificio de la Gobernación con distintos integrantes de la comunidad andinista para conversar sobre los distintos proyectos y problemáticas que enfrenta la práctica de esta actividad en la capital. En el encuentro, por cierto, estuvieron presentes algunos miembros de Vinagre Andino.
En un momento, Claudio Gómez, su presidente, pidió la palabra y comentó sobre el proyecto de construir una nueva puerta para el Plantat y, lo principal, sobre el problema que todavía debían resolver: cómo llevarla hasta 3.130 metros de altura.
Su intervención fue un éxito. "Orrego se comprometió directamente y nos dijo: `Yo les pongo el helicóptero (para llevarla)'", cuenta ahora Gómez. "No lo grabamos cuando lo dijo, pero yo lo esperé y salí a tomarme la foto con él afuera (de la Gobernación, cuando terminó el encuentro)". Así que con este problema resuelto, al menos de palabra, en el club ahora están directamente abocados a conseguir los 2,5 millones de pesos que les faltan para el diseño y construcción de la pieza, que estará hecha en roble y será una réplica exacta de la original.
Hace unos meses ya subieron hasta el refugio mismo con Francisco Gutiérrez, el artesano de Puente Alto encargado de la confección, para tomar las medidas en terreno. "No fue fácil encontrar a un artesano que asumiera el desafío y pudiera llegar caminando al refugio y medir a tres mil metros de altura, pero era necesario: no se podía hacer mirando fotos", comenta Claudio Gómez. "Él no sabía nada del Plantat, pero desde que fue a tomar las medidas para la puerta, no deja publicar sobre el cerro. Quedó encantado". Los miembros del club Vinagre Andino esperan poder reunir los fondos, diseñar la puerta y tenerla instalada ojalá antes de que termine mayo. El helicóptero no solo deberá llevar la puerta de roble, sino también las herramientas eléctricas para instalarlo, las baterías de carga y, desde luego, al artesano y un ayudante. Los montañistas, tal como lo han hecho siempre, llegarán caminando.
Ahora, si esto no se concreta, pronto llegará el invierno y habrá que esperar varios meses. "Es increíble pensar que hace 90 años subieron caminando desde Lo Valdés para construir el refugio", dice Silvia Pedreros, para quien el Plantat ha sido clave en su pasión por el montañismo: ha ido en varia ocasiones. "Cada vez que empiezo a caminar por esa ruta rodeada de montañas y aparecen esos colores café, y luego se asoma este prado verde maravilloso y la laguna, siempre he sentido la emoción de encontrarme conmigo misma. Es un lugar que evoca una energía positiva maravillosa; hay una energía allí que es inexplicable.
Y las estrellas en la noche se ven espectaculares: parecen casi alcanzables con la mano". D FRANCISC O P A S TENE ESFUERZO. "Saber que por más que camines vas a llegar a un refugio seguro te da un aliento para seguir", dice Sebastián Benavides, montañista del club. FRANCISC O P A S TENE LOCACIÓN. El cielo nocturno es otro atractivo del refugio. Según contó Jorge Plantat, hijo de Enrique, en el pasado, al final de la temporada se dejaban unas vigas enterradas con palas en altura, lo que permitía ubicarlo después y sacarlo de la nieve. El club necesita reunir 2,5 millones de pesos para construir la nueva puerta. FRANCISC O P A S TENE.