Autor: Michael J. Heavey Ingeniero civil Viña del Mar
COLUMNAS DE OPINIÓN: Adiós al Hospital de Niños de Viña del Mar
COLUMNAS DE OPINIÓN: Adiós al Hospital de Niños de Viña del Mar Columna Michael. Heavey Ingenierocivil Ingenierocivil Adiós al Hospital de Niños de Viña del Mar delHospital de Niños de Viña del Mar, después de cerca de 100años de funcionamiento. Al pasar hoy por dondeotroraseerguía ese vetusto edificio, se observan imponentes cierros que esconden máquinas y trabajadores laboriosos que derriban sus muros. Elvacioque queda produce una nostalgia imposible de esconder. Se haido un pedazo de Viña del Mar, fruto de la generosidad de doña Sara Braun, que permitió contar con un hospital moderno y orientado alo más valioso de nuestra sociedad: los niños. Estainstitución, parte de la historia de la ciudad, tuvo el apoyo de muchas far milias alo largo delos años; fue una verdadera obra de amor. Unhospital se sostiene gracias asus médicos, que hicieron de él un centro de excelencia. Los nombres delos doctores Figueroa Castro, Tondreau, Alonso, Barros, Machiavello, Bengoa, Eberhard, Araya, Middleton, Verdugo, Rojas, Eggers y Radrigán, por mencionaralgunos, son un testimonio dela vocación deservicio. Consu cuidado y entrega, lograronbrindarsalud amuchosinfantes, dejando una huella imperecedera ensus pacientes y familias en momentos difíciles, sinimportarla condición socioeconómica. ElHospital de Niños tuvo este sello de entrega y caridad graciasa lalabor delasreligiosas de la Congregación delas Siervas del Espíritu Santo, quienes administraban el hospital. Eran enfermeras y auxiliares y brindaban apoyo a muchos en momentos difíciles. Ellas, algunas provenientes de Alemania, hicieron del hospital su apostolado, destacándose porsu generosidad y entrega encomiables.
Unrecuer] ] ace poco más de unaño, las noticias anunciaban el cierre do especial merece la madre Milburga, recordada comola "madre MilPulgas" siempre dispuesta aayudar y consolara los pequeños pacientes conel verdadero cariño de una madre. También recordamos alamadre Fortunelda, quien cuidaba de los bebés y recién nacidos, yalamadre Eliana, encargada dela cocina.
Menciónaparterecibela madre Hildegrande, quien, como ecónoma, hizo fncionar ese enorme buque durante muchos años, siempre confiando en el Altísimo: ¡ Dios proveerá! El ejemplo de entrega y dedicación de los médicos y de las monjasfue una inspiración para muchas generaciones, donde concurrían voluntarios dispuestos a brindar su ayuda para apoyar a los niñosen sus convalecencias. Seformaron organizaciones quegestionaban apoyos, donaciones y colectas. Otrosse formaronen los principios dela CruzRoja. Serespiraba solidaridad, cariño y entrega, valores que hoy parecenlejanos. Otrossecomprometieron, yaseacomo directoreso. voluntarios que donabansu tiempo.
Anivel personal, esto me marcó profundamente, ya que mi padre apoyó durante un tiempo ala madre Hildegrandecon sucontablidad, y de niño lo acompañaba y jugabaconalgunos pacientes, correteando porlos pasillos y levándonosun pan dela panadería del hospital. El Hospital de Niños ya es pasado y no es momento dejuicios. Lo. cierto es quenocae porel apetitoinmobiliario que ha transformado la ciudad. Los terrenos permitirán la construcción de un nuevo hospitalde especialidad que tanta falta hace y que pertenece a una fundación, juna de verdad! dación, juna de verdad! dación, juna de verdad! O.