“Sigue habiendo una tasa de mortalidad del 100%. ¿Qué podemos hacer para que resulte cómoda?”
“Sigue habiendo una tasa de mortalidad del 100%. ¿Qué podemos hacer para que resulte cómoda?” DELE RS cuidados paliativos: "Sigue habiendo una tasa de mortalidad del 100%. ¿Qué podemos! hacer para que resulte cómoda?" La escritora y activista habla sobre el amor, las últimas voluntades y el controvertido debate sobre la muerte asistida. Por Emma Jacobs Por Emma Jacobs ólo hay un tema más complicado que la muerte, según Kathryn Mannix, quien ha dedicado su vida a estudiarlo. "Nos da vergúenza hablar del amor. No se nos da muy bien hablar de morir y de la muerte. Pero, Dios mío, somos terribles para hablar del amor.
Somos malísimos cuando se trata de hacerlo". ¿Por qué? "Se trata de ser vulnerables: si te digo que te quiero, ¿qué pasa si no me correspondes?". En 30 años de trabajo en hospicios y hospitales como médico de cuidados paliativos, Mannix ha visto de cerca el amor y la muerte. Mucha gente en el "borde final de la vida, no todos pero muchos, han llegado aun punto en el que entienden de qué trata la vida; es mucho más grande que las cosas yla reputación. Todo se reduce a la autoestima y a darse cuenta del valor de los demás.
Existe el peligro de que lo dejemos para los últimos momentos y esperemos al último despertar al estilo de Hollywood -en el que la persona se despierta y dice: "Siempre te amé". Y eso no sucede.
Mucha gente se siente muy decepcionada". Desde que se jubiló en 2016 como consultora en medicina paliativa, Mannix ha convertido en su misión hablar sobre la muerte y la agonía, animando a la gente a mantener conversaciones importantes mantener conversaciones importantes mantener conversaciones importantes mantener conversaciones importantes mantener conversaciones importantes mantener conversaciones importantes sobre los últimos deseos y el amor antes de que sea demasiado tarde.
El éxito de su libro de 2017, Cuando el final se acerca, le ha dado una plataforma. "Al enfrentarme a la muerte miles de veces", escribió, "he llegado a la conclusión de que normalmente hay poco que temer y mucho que preparar.
Lamentablemente, me encuentro a menudo con pacientes y familiares que creen lo contrario: que la muerte es espantosa, y que hablar de ella o prepararse para ella será insoportablemente triste o aterrador". Quise hablar con Mannix porque su experiencia parece importante en un momento en que países de toda Europa contemplan legislaciones sobre la muerte asistida.
Francia, Irlanda, Escocia y las dependencias de la corona británica de Jersey y la Isla de Man podrían seguirlos pasos de Suiza y los Países Bajos y permitirla en diversas formas, mientras que Sir Keir Starmer, líder del partido laborista británico y en campaña para ganar las elecciones generales del 4 de julio, ha dicho que los miembros del parlamento votarán sobre el asunto. Llego temprano para almorzar en Six Rooftop, el restaurante con paredes de cristal del Baltic, el centro cultural de Gateshead, Inglaterra. Fuera, el cielo está gris, un trasfondo melancólico para una gris, un trasfondo melancólico para una gris, un trasfondo melancólico para una conversación sobre la muerte. Si se filmara la entrevista, me preocuparía que las inclemencias del tiempo fueran demas do burdamente simbólicas. Este restaurante tiene connotaciones felices para Mannix, ya que en él se han celebrado varios reencuentros con sus compañeros de la Facultad de Medicina de la Universidad de Newcastle, donde también conoció a su marido. Sin embargo, esta exasesora y psicoterapeuta de 65 años parece temerosa, no acostumbrada a ser la que habla en lugar de la que escucha. Mannix tiene la voz tranquilizadora de una doctora empática, aunque a veces me cuesta oírla por encima del bullicio del restaurante. ¿Es deprimente estar rodeado de tanta muerte? "Mira qué miserable soy", sonríe, relajada.
En los días buenos, su trabajo le da "la mejor sensación del mundo, realmente marcas la diferencia en un mola diferencia en un mola diferencia en un mola diferencia en un mola diferencia en un mola diferencia en un momento de la vida de un paciente en el que eso es verdaderamente importante. Les yu comodidad.
Las alegrías son devuelve jubilosas y las penas son muy tristes. encuentras con personas que están afli das, pero no sólo están afligid: La muerte prescinde de las convenciones sociales. "Hay algo en la actitud de la gente ante el mundo y los demás cuando ya no hay límites que respetar; son la versión liberada de quienes siempre han sido. La mayoría de la gente es simpática sido.
La mayoría de la gente es simpática Te Te Te Te Te Te Te por naturaleza; hay una suavidad". Fue el caso de un hombre ingresado en el hospital con una larga historia clínica lo que impulsó a Mannix a iniciar su campaña.
Sus dos hijos adultos no tenían ni idea de sus deseos finales porque habían evitado las sutiles indicaciones que les había dado su padre acerca de hablar de su muerte. "Simplemente se perdieron esa conversación con su papá porque pensaban que iban a hablar de algo que no podían enfrentar". Lo que la molestó no fue que su historia fuera extraordinaria, sino que fuera tan común. "Me despertaba durante la noche pensando: "No podemos seguir haciendo esto familia por familia". No podemos seguir esperando a que el equipo de cuidados paliativos tenga una conversación sobre la muerte". Según Mannix, las mejoras de la medicina a lo largo del siglo XX han tenido el desafortunado efecto de proteger ala gente de la muerte. "Sigue habiendo una tasa de mortalidad del 100 por ciento y tenemos que pensar en cuándo no se puede detener la agonía. ¿Qué podemos hacer para que resulte cómoda?". Según ella, la ignorancia sobre la muerte y la agonía es "un enorme problemasocial". Al mejorar la comprensión pública, espera "que cuando los médicos y las enfermeras intenten mantener esas las enfermeras intenten mantener esas las enfermeras intenten mantener esas.
“Sigue habiendo una tasa de mortalidad del 100%. ¿Qué podemos hacer para que resulte cómoda?” conversaciones, las personas con las que hablen estén mejor preparadas". Después de que la camarera anota nuestra orden, Mannix observa que la comida puede llegar a ser un tema doloroso, porque sus pacientes tienden a perder el interés por comer cuando llegan al final de la vida. "Es muy duro para las familias porque demostramos amor a través de la comida". Para los familiares decididos a cocinar, sugiere "destilar ese sabor", quizá una "media cucharadita de ruibarbo estofado, natilla de vainilla o salsa de carne". "La muerte no es aterradora" En 2015, tras hablar en BBC Radio 4, un agente se puso en contacto con ella para escribir un libro. Aunque no había llevado un diario, había escrito notas alo largo de los años como una forma de lidiar con las presiones. A lo largo de los años, estas notas se habían ido acumulando hasta formar una carpeta de tamaño considerable.
Siguiendo los consejos de expertos médicos sobre la confidencialidad delos pacientes, tejió un relato de sus observaciones sobre la muerte y la agonía a través de historias que, en gran medida, son composiciones de estudios de casos reales. El libro explora temas como los cambios físicos durante la agonía, así como cuestiones existenciales, incluyendo cómo los pacientes lidian mentalmente con su muerte inminente.
La respuesta, dice, fue "enorme". Los lectores han dicho que los ha reconfortado la idea de que la muerte no es aterradora, pero también encontrarle sentido a lo que ocurre en los últimos momentos de sus seres queridos. Una mujer dijo que la ayudó asuperarla traumática creencia de que los últimos suspiros de su madre eran una expresión de dolor. Una madre encontró alivio porque le dio la esperanza de que su propio hijo moribundo podría haber oído su voz. Los familiares, dice Mannix, quieren historias "que los ayuden a darle sentido a la muerte, a sentirse menos solos". Los lectores acuden con frecuencia a Mannix para contarle sus propias experiencias. A pesar de su experiencia en cuidados paliativos, no se sentía preparada para lidiar con el luto, "Después de la muerte, lo que queda es la angustia.
No es posible ser útil y he tenido que acostumbrarme a eso". Sin embargo, esto puso de relieve el valor de escuchar, que se convirtió en el tema de su segundo libro en 2021, Las palabras que importan: Cuando la clave es escuchar. La madre de Mannix, la mayor de cinco hermanos, era maestra de primaria, y su padre un científico que se convirtió en bibliotecario de información científica. Cuando sus padres se dieron cuenta de que le interesaba la medicina, intentaron disuadirla. Aun así, fue a la faculta de medicina y descubrió una curiosidad natural por los pacientes, ayudándolos a abrirse sobre sus vidas, más afín a la tradición de la enfermería.
El tratamiento del cáncer era su plan profesional original, pero coera su plan profesional original, pero como estudiante de oncología en prácticas se preocupó más por la calidad que por la duración de la vida y en 1986 se trasladó a un hospicio recién inaugurado.
Tras la llegada de sus dos hijos, lloraba de camino al trabajo ante la perspectiva de estar lejos de ellos, "Parecía que yo estaba tomando la decisión equivocada". Hoy, décadas después de haber tenido una carrera útil y gratificante, cree que fue la decisión correcta. "Pero si yo hubiera muerto cuando eran más pequeños, quizá no habría pensado eso.
Tomamos decisiones que tienen consecuencias todo el tiempo". Junto con su esposo, cuya especialidad patológica eran las muertes perinatales, educó a sus hijos para que comprendieran "que las cosas son mortales y luego mueren, y eso nos va a pasar a todos". Esta concientización hizo que no se sintieran intimidados por ella, dice, aunque no impidió que uno de ellos, siendo adolescente, le dijera: "Ay, mamá, otra vez la muerte no". Le cuento que cuando murió la madre de mi compañero el verano pasado, me impresionó el deseo de sus nietos de sentarse con ella en sus últimos días. "Están preparados y no se cuestionan las cosas como lo hacen los adultos", dice Mannix.
Esto demuestra que "estamos programados para ser emocionalmente resilientes. ¿No se pone toda la vida en proporción cuando acabas de perder a un ser querido y de repente entiendes qué es lo que realmente importa?". Me he sentido decepcionada, le digo, por la fugacidad de esa claridad, alarmada por lo rápido que vuelven las viejas preocupaciones. "¿No es algo trágico?", me dice sonriendo.
No obstante, la comprensión de la fugacidad de la vida le ha permitido, en su opinión, "vivir mejor el momento y, cuando ocurre algo bonito, darme cuenta de ello". También le ha hecho tener cuidado con los comentarios malintencionados, algo que quiere evitar cuando pasamos al tema de la muerte asistida. Antes de nuesMannix me advirtió de que andaría con cautela porque cree que el debate se ha polarizado. Aunque la mueve la compasión, teme que la gente refuerce sus posturas sin escuchar a los demás". tra reunión, Mannix me advirtió de que andaría con cautela porque cree que el debate se ha polarizado. Aunque la muevela compasión, teme que la gente refuerce sus posturas sin escuchar a los demás.
Mannix teme por la textura del actual debate sobre la muerte asistida. "Podemos ser oponentes sobre un tema y estar mucho más de acuerdo de lo que discrepamos, pero el punto en el que discrepamos es muy importante para nosotros. Cada vez más, el debate político se enfoca en ganar puntos". Significa que no incluimos conversaciones matizadas sobre cuidados paliativos, sociales y de atención sanitaria.
Sugiero que hay un indicio de hacia dónde se inclinan sus simpatías en una historia de su libro sobre un moribundo que se mudó de nuevo al Reino Unido desde los Países Bajos, donde la eutanasia se legalizó en 2002, porque se sentía presionado a ponerle fin a su vida. Ella se defiende. "Me han acusado de ser una activista encubierta contra la eutanasia por esa historia", dice. A pesar de admirar el "pragmatismo" de los holandeses, "la idea de que alguien pudiera sentirse perseguido" por las regulaciones la puso nerviosa. Pero ahora, incluso después de todos sus años en cuidados paliativos, "me doy cuenta de que no sé la respuesta" sobre la muerte asistida. Ve ventajas e inconvenientes en cambiar la ley y en mantenerla como está. No podemos seguir esperando a que el equipo de cuidados paliativos tenga una conversación sobre la muerte"..