El narcotráfico en Chile
El narcotráfico en Chile U n incidente en la ciudad de Valdivia, quizá algo ya común en el país, tuvo un terrible desenlace con la muerte a balazos de un niño, víctima de otro de la misma edad, 13 años. En medio de una discusión, a plena luz del día, en una esquina cualquiera de una población, sacaron sus armas y se batieron a disparos con la consiguiente tragedia. Si bien la noticia tuvo alguna cabida, aunque menor, en la prensa nacional, las repercusiones del caso no han podido registrarse ni aun en reportajes profundos hechos a seis semanas de los hechos.
La impresión generalizada es que, luego del entierro, no ha ocurrido nada en las políticas de combate al narcotráfico ni en los planes de regreso a las escuelas de los niños que las abandonan, ni las autoridades han tenido una reacción proporcionada a la importancia de los hechos.
Sí ha habido diversas manifestaciones locales de los grupos más cercanos al narcotráfico: se pintó un mural con su imagen y se compusieron canciones que hacen alusión a la vida del menor, "querido en la calle, querido por todos los narcos y lanzas internacionales, siempre ready pa' la misión". Los hechos registrados sirven como una ilustración del avance de una cultura de la droga. Como todos los cambios sociales de trascendencia, la aparición de esta comienza a despuntar en Chile sin que la sociedad se dé cuenta y, mucho menos, tome conciencia de ella.
La prensa va descubriendo casos novedosos o llamativos, se publican reportajes, se impacta una proporción menor de la población y, como no hay mayores consecuencias de lo informado, la repetición es cada vez menos excitante, hasta que se vuelve parte de las costumbres tradicionales de un país.
Más aún, tratándose de cambios graduales que ya se han constatado en otros países de la región latinoamericana, pareciera que la implantación de estas costumbres, hasta hace no tanto desconocidas acá, seguirá el mismo camino que en los países vecinos. Y Chile quedará convertido en otro país donde la droga campea en los sectores más abandonados y es consumida en forma creciente por los más acomodados. Las consecuencias de esta absorción de modos de vida que hasta ahora Chile había logrado inhibir en su mayor parte, no pueden ser calculadas con facilidad. El narcotráfico ha llegado a cambiar por completo la imagen de ciertos países que sucumbieron ante él. Colombia, hace algunas décadas, fue víctima de grupos fuertes y poderosos que terminaron por afectar a todos los colombianos que veían crecer las dificultades para desplazarse por el mundo. En todas partes, el hecho de provenir de ese país era un antecedente en contra y costó mucho lograr superar esas desgracias.
Luego ha sido seguido en cierta medida por México, que observa día a día la impotencia de las autoridades para dominar las mafias y carteles, que se disputan regiones enteras del inmenso territorio de ese país. Chile posiblemente tiene algunas ventajas para enfrentar el problema. Desde luego, la distancia respecto de los grandes centros de alto consumo hace menos atractivo el país para producir drogas. Pero en cuanto a los estragos que sufren los países que se vuelven consumidores, no hay una política que esté destinada a impedir que se instalen mafias locales dedicadas al narcotráfico.
Todo indica que el avance de esos grupos es significativo y que la reacción de quienes tienen autoridad para definir políticas y acciones es muy insuficiente, como lo demuestra, por ejemplo, la habitualidad que ya han adquirido los narcofunerales, verdaderas demostraciones de poder por parte de las bandas y exaltación del modo de vida narco.
Mientras Chile no tome conciencia del peligro actual que representan esas organizaciones, estas seguirán captando a los niños de las poblaciones más pobres, les darán un grupo de pertenencia y los acogerán con cariño, para luego utilizarlos como "soldados", según los denominan, para realizar "misiones" de venta de sus drogas.
El caso del niño valdiviano muerto a tiros por otro niño de su misma población, en una discusión cualquiera, revela hasta dónde se va imponiendo esta subcultura violenta, con sus referentes, sus líderes y héroes, sus manifestaciones musicales y artísticas. La aparición de una cultura narco comienza ya a despuntar en el país, sin que la sociedad tome conciencia de ella..