En la retina de la colectividad árabe en la comuna
En la retina de la colectividad árabe en la comuna 2 REPORTAJE Sábado 27 de Enero de 2024 En la retina de la colectividad árabe en La comunidad árabe en Puente Alto formó parte importante en el área comercial y cultural dentro de la comuna. Uno de sus más antiguos representantes es el fundador del emblemático negocio Fredylandia, que destaca como uno de los históricos a nivel local. Hace Hace 60 años puso su negocio en Puente Alto. Lo hizo junto a su madre y su hermana. Fredylandia es uno de los emblemáticos dentro de la historia comercial de nuestra comuna. Su fundador es el puentealtino Alfredo Muaiad Yaquich, descendiente de árabes sirios. Sus abuelos llegaron en 1905, posteriormente, posteriormente, se vino su padre, cuando tenía solo 15 años. “Cuando vinieron mis abuelos, Siria estaba en poder de los turcos. Después, cuando llegó mi padre, se vino por el puerto de Marsella, de Siria pasó a Francia y después después de Marsella se embarcó a Chile”, cuenta sobre la historia de su progenitor, Antonio Muaiad. Su madre, Sara Yaquich, también tiene ascendencia árabe. Quedó huérfana junto a sus tres hermanos y hermanas cuando era muy pequeña. Junto a su familia se dedicaban a la venta de verduras en un burrito. Cuando cumplió 15 años, comenzaron a buscarle un novio. De esa forma conoció al padre de don Alfredo. “Tenía pretendientes pretendientes aquí: estaba mi padre, había un caballero que, según lo que contaba mi madre, era de más edad; había otro joven, pero era muy jugador, jugaba naipes. Ya mi mamá le gustó a mi papá”, relata. Al respecto, Muaiad recuerda que en el momento en que ellos se conocieron, su padre era viudo: perdió a su pareja e hijo. “Tenía una guagüita guagüita junto a una mujer, hija de árabes”, comenta sobre la trágica pérdida. Posteriormente, tras casarse con Sara Yaquich, tener dos hijos y uno en camino, el padre de don Alfredo falleció cuando tenía sólo 26 años. Ella tenía 23. CLIENTES Y NOSTALGIA El nombre de su negocio lo puso su hermana, en alusión al apodo de don Alfredo. El dueño cuenta que hoy en día es su hijo mayor, del mismo nombre, quien atiende junto a su esposa, Ana María. Al momento de la conversación conversación estaba presente. Y tras ser consultado sobre sus impresiones impresiones respecto al local, señaló que “nos faltó ampliarnos. Hay mucha gente que piensa que como somos chicos, cobramos máscaro. Vnopoh, cuando entran entran y compran se dan cuenta de que es más barato”, enfatiza. De hecho, señala que sus clientes se acercan con nostalgia hasta Fredylandia.
“Vano pasaa ser un simple negocio, ¡agente llega y se emociona, porque iban con los papás a comprar cuando eran chicos, y siempre cuentan historias”, dice Alfredo Y agrega, “el otro día fue una señora que trabaja en Fiscalía con el hermano, y hace tiempo que no venían a Puente Alto.
Después de un rato, la señora me dice esto debiese ser un patrimonio de Puente Alto, porque ya no es cualquier negocio”. INICIOS LABORALES Y FREDYLANDIA El entrevistado comentó a PALD los detalles detrás de sus inicios a la cabeza de esta emblemática emblemática empresa puentealtina, que tras seis décadas sigue en Muaiad padre partió a los 14 años trabajando. Actualmente, Actualmente, tiene más de 90 y con total lucidez recuerda muchísimos detalles sobre su historia personal, personal, familiar y laboral. “Yo trabajé 20 años en Santiago, en el Portal Bulnes, cuando los locales eran grandes. grandes. Después demolieron las terrazas de los Veteranos del 79, conocí a varios: conocí a donArturoAlessandriPalmaya don Jorge Alessandri”, asegura el entrevistado. Sin embargo, la situación cambió con el tiempo, dificultando dificultando su llegada a su fuente laboral, puesto que ahora debía trasladarse desde Puente Alto hasta Las Condes. “Después, mi jefe remató remató unos locales de la Caja de la Defensa Nacional, allá en Apoquindo. Y por esas circunstancias, circunstancias, me tuve que ir a trabajar allá.
Viajaba en tren y y 1 1 hijo.. } ( Don Alfredo cuenta a PALD cómo fornió su negocio. pie.. En la retina de la colectividad árabe en la comuna Sábado 27 de Enero de 2024 R E PO RTAJ E 3 en las góndolas, en ese tiempo. Y me devoraba una hora hasta Santiago, y desde Plaza Italia tomaba la góndola que iba a Las Condes, Condes, Apoquindo”, explica. En relación al inicio de Fredylandia, Alfredo Muaiad enfatiza que fue junto a su madre y hermana que lograron instalarse en la comuna, y transformarse en uno de los locales históricos del comercio comercio puentealtino. “Un hermano de mi mamá tenía un negocio que se llamaba Don Nico, el rey del confite, que estaba en Santiago, en la calle Salvador San fuentes con Meiggs. Y ella conocía a quienes hicieron el edificio, fue a ver el local y le gustó; habló con ellos, vino mi tío y lo arrendó. El me apoyó totalmente”, cuenta. Además, complementa contando que “mi jefe, donde yo trabajé tantos años, ellos me dieron algo de mercadería. También saqué los fondos de la Caja de Previsión de Empleados Empleados Particulares”. Inicialmente, el local se dedicaba a la juguetería.
Antes de la llegada de los malls y los supermercados, Fredylandia era una de las mejores opciones dentro dentro de la comuna para los niños y niñas que se preparaban, por ejemplo, para celebrar la navidad. Don Alfredo puntualiza que mucha gente conocía su juguetería y visitaban su negocio. negocio. En ese tiempo, conocía a un caballero que trabajaba en la Casa Zavala. Desde septiembre, septiembre, él dejaba crecer su barba, y como era gordito, “parecía un verdadero viejo pascuero”. “En elmes de diciembre, todo el mes, hacíamos una plataforma. En ese entonces no había vendedores callejeros, ni la estación delMetro.
Teníamos un buzón y los niños le pedían los juguetes al viejo pascuero: primero le daban la mano y se lo pedían a él; después echaban la carta en el buzón”, explica sobre las celebraciones que encabezaron encabezaron cuando Fredylandia era la vanguardia en la comuna. UN DESTACADO PUENTEALTINO Alfredo Muaiad Yaquich se casó con Raquel Galleguilbs, Galleguilbs, con quien tuvo dos hijos y una hija. Hoy es un hombre que con más de 90 años de edad demuestra anhelos por realizar cosas en la comuna. Una de ellas es reavivar el Club Arabe de Puente Alto, convocando a descendientes árabes para que formen parte, ya que de sus primeros integrantes, es el único que queda vivo. Por otra parte, el trabajador trabajador lleva 69 años como voluntario de Bomberos en la Segunda Compañía de Puente Alto. “Por mi temperamento, a mime ha gustado mucho servir. Soy, hace 69 años bombero de la Segunda Compañía de Bomberos, Bomberos, yla Brigada Bomberilde la Segunda lleva mi nombre”, cuenta con orgullo. “Ahora los bomberos son más profesionales, antes éramos puro corazón.
Antes uno tenía que adquirir sus cosas, y le voy a contar algo: los bomberos pagamos cuota social, por si acaso, eso no lo sabe mucha gente, creen que somos así nomás, pero pagamos pagamos para poder mantener la cosa”, enfatiza sobre la labor. Su madre, Sara Yaquich, también dejó una huella en la comuna. comuna. “Mi mamá fue la primera mujer que formó un Centro de Damas Cooperadoras de la Segunda Compañía de Bomberos Bomberos acá en Chile”, asevera Muaiad. De acuerdo a su relato, dentro de dicho centro se lideraban obras sociales y se brindaba ayuda a quien la solicitara.
Pese a los años trabajando trabajando a nivel local, nunca quiso postular a un cargo público, porque “yo no tengo tengo color político, tengo mis ideas, pero me las reservo”. Alfredo Muaiad es uno de los pocos descendientes árabes que permanecen en Puente Alto y que han contribuido al patrimonio comercial y cultural de la comuna. 4 Muaiad desciende de árabes sirios. El local lleva más de 60 años operando en la comuna. Durante toda su vida, don Alfredo ha recibido decenas de reconocimientos. Es el único miembro del Club Árabe de Puente Alto que sigue vivo..