Autor: Por Juan Paulo Iglesias
Elevando la discusión: Los debates que marcaron la semana
Más allá del espejoHay algo del Motel del Voyerista, ese polémico libro del periodista estadounidense Gay Talese, en la realidad reciente.
Y no por el deseo, como decía el protagonista, de conocer cómo la gente se comporta en la intimidad de su dormitorio, sino porque el caso Audio terminó revelando lo que sucedía al otro lado del espejo.
Ha sido una suerte de making off de la realidad. ¿ Y si bien es cierto que se trata sólo de una parte de esa realidad -tampoco hay que generalizar-, no deja de producir fascinación en algunos, la misma que le causaba al dueño de ese motel de Colorado mirar por los pequeños agujeros en las paredes de sus 21 habitaciones a fines de los 70.
Como escribe Óscar Contardo, el caso se parece a “una puerta batiente queen su vaivén permite echar un vistazo”. Pero también, para Max Colodro, ha sido “una clase magistral sobre cómo funciona el poder; lo que puede decir y hacer, las amenazas que puede proferir, las atrocidades que puede defender”. Es el fin de la inocencia. Y no sólo por el caso mismo, sino por las réplicas políticas que sigue generando.
“Poner los ojos en blanco frente al caso Hermosilla”, apunta, “es como hacerse el sorprendido de que los comunistas respalden la dictadura venezolana y su fraude electoral”. Precisamente “porque sabemos cómo son y cómo funcionan los poderosos (... ), el jefe de asesores del Presidente Boric lo primero que hace al ser involucrado en el caso fundaciones es recurrir a Luis Hermosilla” y, “al parecer, ni el Presidente ni ninguno de sus ministros tuvieron objeciones”. Es eso de no verse la suerte entre gitanos o de olvidarse que todo lo que se diga puede ser usado en su contra.
Es lo que le sucedió al Presidente, como apunta Josefina Araos, “al celebrar como triunfo un proceso aún en curso (la cárcel de Hermosilla es por ahora sólo prisión preventiva)”, porque con ello “le regaló ala defensa un argumento para emplazarlo de vuelta”. Un errorestratégico.
En lugar de valorar el avance de “los procesos regulares delos poderes autónomos del Estado”, dice, Boric optó “una vez más por el arrebato”, por ocupar el papel de “vocero de los oprimidos” y “denunciante de los poderosos”. Y, con ello, cometió un error que “expresa una mezcla de impericia eimprudencia” y también “poca conciencia de su función”. Pero más allá de las repercusiones políticas, para Hernán Larraín el caso vuelve aencender las alertas sobre la desconfianza en el sistema judicial.
Y el problema, apunta, es que “hace rato sesabe lo que hay que hacer”, pero no se avanza Hay que por la crisis del sistema político. fortalecer la formación moral de los estudiantes de Derecho, apunta, pero tamla judicatubién “impulsar reformas ara y al gobierno judicial, especialmente en el sistema de nombramientos”, y “favorecer la aplicación de mecanismos alternativos de solución de controversia”. “No vaya a ocurrir”, apunta, “que en el futuro se sostenga que los líderes sensatos permanecieron impasibles ante la desintegración institucional”. atreven a leer loqueescribieron”, mientras que “los ganadores sólo lustran su posición y llevan agua a su molino, carentes de análisis de la situación que nos llevó a ese punto histórico”. Por una parte, apunta, se generó un “efecto cajón” que “erradicó del debate una serie de temas que pasaron aser parte delos tabúes constitucionales”. Y, por otra, el resultado fue un “jaque al rey” que “dejó sin agenda al Presidente”. Mientras para algunos ese día “todo se derrumbó”, como reza la canción, para otros, como Gabriel Zaliasnik, permitió evitar “la caída al precipicio del totalitarismo bolivariano”. Pero el hecho es que ni para unos ni para otros el debate está zanjado.
“Las derrotas son dolorosas, pero no definitivas”, decía Jaime Bassa en LT Domingo, y María Paz Arzola apuntaba, por su parte, que “el espíritu de la Convención sigue presente, aunque en forma más solapada, tomando la forma de iniciativas que, excusándose en motivos nobles, subestiman las complejidades de la realidad y proponen fórmulas simplistas”. Parece que todavía estamos transitando en eseclarosCuroentre el viejo mundo el nuevo que que se muere y aparece, como decía Gramsci. (35 Seaasíono, y más allá de que, como escribe Gabriel Alemparte, “desde 2019 los chilenos venimos viviendo la grieta de un nuevo tiempo, que aún no logramossolucionar, entre violencia delictual, el esquivo crecimiento, la migración descontrolada y la socavación constante de nuestras instituciones”, el hecho es que hoy pareciera quelas preocupaciones están en otra parte, parafraseando el título de esa novela de Milan Kundera.
Lecturas inconclusasPero si de disputa entre el “pueblo” y la “élite” se trata -como la que estaría detrás del diseño presidencial para enfrentar el caso Audio-, mucho hubo también en el primer proceso constituyente del que se cumplieron dos años. Uno que demostró que a veces ese discurso equivoca el blanco y el “pueblo” no es el pueblo y la “élite” no es la élite. Porque como escribió entonces Ascanio Cavallo, lo del 4S fue “una sacudida” que olvidó “los verdaderos problemas” de los chilenos. Y " desde entonces, las cosas han cambiado.
A veces, 20 años no es nada y dos pueden ser una eternidad, aunque el problema, según Cristóbal Osorio, esque, pesea ello, aún “no se están contemplando en toda su magnitud” los abrumadores efectos del 45.
Para Osorio, pasamos de “la hoja en blanco a la mente en blanco”. Los perdedores no sólo terminaron dilapidando “una mayoría y un consenso por el cambio”, sino que hoy “ni siquiera seNEWSLETDE TOPEINRIÓ NSuscríbase al newsletter de Opinión, Elevando la discusión, los debates que marcaron la semana, para conocer los temas que fijaron agenda y las columnas de la semana. latercera. comY frente a eso todos pierden, más aún si sumamos el caso Hermosilla, cuyo efecto no será, según Carlos Correa, “más o menos votos para la izquierda o laderecha”, como algunos quieren creer, sino “un aumento del descrédito de la política” en general. Nada bueno bajo el sol. El (des)doe rlos d teiemnpo sY si de justicia y “totalitarismo bolivariano” se trata, Venezuela sigue ahí, ocupando la atención por estos días, cuando ya se cumple más de un mes desde las elecciones.
Con una orden de detención contra el candidato presidencial opositor y la decisión de adelantar por decreto la Navidad como si de una novela de García Márquez se tratara, Maduro, según Ascanio Cavallo, “ya probó que el fraude no representa ningún cambio en su poder, excepto para endurecerlo en tornoa su corte”. “La comunidad internacional”, agrega, “ya no significa nada”, y menos aún los países sudamericanos, porque como sugieren diplomáticos “de larga experiencia”, dice Cavallo, “el cabo más débil hoy es el que parecía más fuerte ayer: Brasil”. Estamos enel mundo de los redentores, como escribía Enrique Krauze en ese libro de semblanzas de figuras políticas y culturales latinoamericanas, donde política y religión se unen. Y, como se sabe, en la tierra de la religión a veces abundan los charlatanes.
Es el Delirio Americano de Granés, delirio, que a la luz de lo que plantea Pablo Ortúzar afecta hoy a cierta izquierda que, en la línea de lo planteado por el sociólogo marxista sueco Goran Therborn, reniega de aquellos que no aportan a la causa.
Decir que “el régimen de Maduro no es de izquierda”, apunta, sugiere que “la verdadera izquierda sería un grupo selecto de países que han logrado establecer políticas redistributivas exitosas”, pero cuya membresía se pierde “si el experimento sale mal”. Pero más allá de ese debate sobre la izquierda, al que se sumó también el Presidente Boric hace algunos días, sacando también a Venezuela del grupo y apelando a “una izquierda continental democrática”, para Jaime Abedrapo la verdadera clave de estos tiempos “inciertos” es “el extravío de la concepción de libertad”. Esta, asegura, se “limita al cumplimiento de deseos subjetivos”. Nada de referentes morales, sólo voluntad individual. Son tiempos de desconfianza en los otros y en las instituciones, donde se reivindica “una suerte de “ética' personal” que deriva “en anomia o desinterés por acatar las normas”. Puro individualismo. Es la “era del desorden” como alguna vez la denominó Yuval sale de ahí. Harari. Queda por ver quéLos debates que marcaron la semana.