EDITORIAL: La salud en el sistema público
EDITORIAL: La salud en el sistema público E n un creciente dolor de cabeza para las autoridades de salud se ha ido constituyendo la administración de las listas de espera.
No solo su magnitud, que revela un descuido descomunal en la atención de los enfermos que tienen entregado su cuidado al sistema público, sino la precisión y seguridad de los datos que contienen se ha vuelto motivo de nuevas y graves denuncias. La Contraloría ha iniciado una serie de auditorías orientadas a revisarlas y comenzó por el Servicio de Salud del Maule, que había mostrado un buen sistema para seguir los casos retrasados. Pero, con sorpresa, se han encontrado 34 mil personas que estaban a la espera de una atención y que, sin embargo, no figuraban en las listas oficiales del Ministerio de Salud. No fue este el único caso, puesto que en el Hospital Regional de Antofagasta se detectaron otras 12 mil atenciones que no aparecían en la cuenta del ministerio. Con estos dos informes se dio comienzo al trabajo de la Contraloría y el hecho de que los dos mostraran errores serios parece indicar que se trata de un problema sistémico. En mayo pasado se habían detectado otros tantos casos en el Hospital Sótero del Río, donde se había eliminado a más de 300 mil pacientes de las listas sin que aparecieran debidamente justificados. El problema, entonces, adquiere dimensiones enormes y requiere una modificación profunda para poder resolverlo. Las listas hoy contienen más de un millón y medio de atenciones atrasadas, incluyendo a unos 80 mil enfermos que cuentan con garantías explícitas de atención oportuna.
Administrar esta realidad no es fácil y hasta ahora existen listas locales en cada hospital o en cada servicio, y una lista oficial del ministerio, pero cada sistema opera a su manera, sin buena comunicación entre ellos. Es fácil imaginar lo que puede significar un traslado de uno de estos pacientes de una región a otra.
Pero aun el simple manejo y registro de las atenciones otorgadas, cuando hasta hoy existen sistemas que requieren el ingreso manual de los datos --como informó la ministra de Salud-hace casi imposible mantener al día los casos pendientes. El sistema público de salud aparece en las noticias y en el foco de la atención ciudadana por una diversidad de problemas. Algunos años ha llamado la atención la deuda de los hospitales, que ha parecido inmanejable. Pero en otras ocasiones lo sorprendente se refiere a su construcción: son varios los casos en que, estando listos, no pueden atender pacientes por factores tan increíbles como que no existan vías de acceso. Ahora es la descoordinación de las listas entre los distintos niveles del sistema lo que causa que el ministerio no cuente con toda la información, haciendo imposible dar respuestas adecuadas. Ante estas fallas manifiestas, lo más sorprendente es que subsista en el oficialismo el impulso por transformar todos los servicios públicos en estatales.
En la discusión sobre isapres se pudo apreciar una fuerte corriente partidaria de estatizar y con ese objeto se creó el seguro adicional del Fonasa, pero es claro para todo observador que el Estado no atiende bien, ni en forma oportuna ni a menor costo de lo que se podría lograr con buenas asociaciones público-privadas. Se revela un descuido descomunal en la atención de quienes tienen entregado su cuidado al sistema público. La salud en el sistema público.