Vuelos cancelados
Reciente suspensión de vuelos en el aeropuerto Andrés Sabella de Antofagasta, debidoa la falta de personal de emergencia no es un hecho baladí; es un sintoma de los problemas estructurales queafectana Chile y de una cultura reactiva que, definitivamente, tenemos quecambiar, Enlo inmediato, la cancelación de vuelos impacta a la economía local y nacional. Empresarios que debían trasladarse entre Antofagasta y Santiago vieron interrumpidas sus agendas, afectando reuniones y contratos. Ásimismo, trabajadores de la minería, pilar económico de la región y el país, quedaron varados; mientras que los hoteles locales, que dependen en gran medida del flujo de pasajeros, deben hacersecargo de la vacancia.
Pero más allá de las consecuencias a corto plazo, se pone entela de juicio nuestra confiabilidad y capacidad de gestión como país. ¿Cómo es posible que un aeropuerto de una ciudad tan estratégica como Antofagasta, vital para la industriaminera y el comercio internacional, se paralice por la falta de personal? No, no fue un desastre natural, ni una emergencia climática; fue una falla humana y administrativa, que afecta la imagen que proyectamos al mundo. ¿Quéle estamos transmitiendoa los extranjeros que están evaluando invertir en Chile? Laestabilidad y la eficiencia son imanes para la inversión, pero situaciones comoésta son verdaderas anclas para el desarrollo y la reputación del país. Además, traen a colación la centralización, recordándonos la vulnerabilidad que, muchas veces, enfrentan las regiones. Si aspiramosaserun paísdesarrollado, debemos aprender de estos errores y topara que no serepitan. Por eso, es imperativo revisar y fortalecer nuestrossistemas deemergencia, asegurar una adecuada dotación de personal enintraestructuras críticas y, sobre todo, comprometernos con una gestión eficiente y descentralizada. Antofagasta merece más. Chile merece más. Christian Rodiek