Protestas universitarias
Protestas universitarias Controversia y miles de detenciones ha generado el movimiento iniciado por estudiantes universitarios estadounidenses en protesta por el conflicto en Gaza y que exige cortar vínculos con instituciones de Israel.
Sin desconocer la legitimidad de los cuestionamientos a las políticas de Benjamin Netanyahu, las protestas han dado lugar a una intensa discusión sobre temas como la libertad de expresión, los discursos de odio y la acción misma de tomarse un recinto universitario. Las reacciones de los planteles han sido variadas, desde aquellos que se han abierto a revisar sus nexos con Israel, hasta los que han recurrido a las policías para desalojar instalaciones. La U n i v e r s i d a d d e Chicago, por ejemplo, ha sido una de las que con mayor firmeza han rechazado los petitorios y abierto investigaciones disciplinarias. Al contrario, Vermont anunció que la embajadora de Estados Unidos ante la ONU ya no sería oradora en su ceremonia de graduación, luego de que los estudiantes cuestionaran su presencia. En Chile, la causa también está siendo levantada por dirigencias universitarias.
El caso más emblemático ha sido el "acampe" en la casa central de la Universidad de Chile, cuya rectora tomó en los primeros días la decisión de turnarse con su equipo para dormir en la institución, de modo de evitar una toma. Además, en una postura compartida por el Consejo Universitario, rechazó la demanda de cortar vínculos académicos con instituciones de Israel, haciendo notar que renunciar al diálogo va contra la esencia de una universidad. Su actitud fue destacada como un testimonio de resistencia y en favor del pluralismo, fundamental en la vida académica.
Con todo, el hecho de que las autoridades deban pernoctar en sus oficinas porque manifestantes mantienen ocupada una parte del recinto es a todas luces anómalo y arriesga asignarle un aura de legitimidad a dicha ocupación. Del mismo modo, llamaron la atención las declaraciones del decano de Derecho, cuando hace unos días celebró que la toma de su facultad hubiera sido rechazada en una votación. Y es que una toma implica una acción de fuerza en la que un grupo se impone al resto, vulnerando sus derechos. Con o sin votación, ello es igualmente inaceptable.
Rayano en el absurdo fue en tanto el anuncio de la Facultad de Filosofía y Humanidades de poner fin a un convenio con la Universidad Hebrea de Jerusalén, el que en realidad lleva décadas sin operar. Podrá afirmarse que estas situaciones, que de uno u otro modo comprometen bases de la vida universitaria, han permanecido relativamente acotadas. Sin embargo, el peligro de un escalamiento es real.
Lo prueba lo ocurrido la semana pasada en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, donde estudiantes en toma incluyeron en su petitorio exonerar a dos docentes a las que califican de "sionistas". El que ello no esté generando expresiones de repulsa mucho más extendida es desde ya un síntoma preocupante. Se están generando situaciones que comprometen bases de la vida universitaria..