Autor: Leonidas Montes
Lecciones del dogmatismo
Lecciones del dogmatismo COLUMNA DE OPINIÓNLos debates so-bre la naturaleza hu-mana y la sociedadque tuvieron lugar afines del siglo XVIIIsiguen siendo rele-vantes. Aunque enesa época estábamosrecién ad-portas de lamodernidad, algu-nos problemas y dis-cusiones políticascontinúan vigentes. Y muchas de esasideas liberales nos ayudan a entendernuestra realidad. De hecho, hay un parde lecciones.
En un hermoso pasaje de la “Teoríade los Sentimientos Morales” (1759), Adam Smith define al hombre dogmá-tico como aquel que “está tanenamorado de su propio planideal de gobierno, que no so-porta la más pequeña desvia-ción de ninguna de sus par-tes”. Preso de su “propia pe-dantería”, empuja su plan eimagina que puede “organizar a los di-ferentes miembros de la gran sociedadcon la misma facilidad con que su manomueve las piezas sobre un tablero deajedrez”. Víctima de su dogmatismo, olvida que “en el gran tablero de la so-ciedad humana cada pieza posee unprincipio de movimiento propio, com-pletamente diferente al que quiere im-ponerle”. Ese movimiento propio es laautonomía, la libertad que tenemos pa-ra llevar adelante nuestros propios pro-yectos de vida. Como diría Kant, quiencumple 300 años, somos adultos. El dogmático, preso de su propiafe, cree saber lo que es mejor para la so-ciedad. Y no está dispuesto a escucharni aceptar diferencias. Bajo el hechizorefundacional del Apruebo Dignidadlo que algunos todavía llaman “pro-ceso de transformación”, creían quepodían mover las piezas del tablero dela sociedad a su antojo. Sin embargo, ol-vidaron que cada pieza, cada uno de no-sotros, tiene su propio movimiento, suspropios planes de vida, su propia liber-tad. Esta es una gran lección para los jó-venes que, después de denostar esos 30años, hoy habitan el gobierno. Cargados de soberbia y planes re-fundacionales, jugaron sobre el tablerode ajedrez con más pasión que razones. Algunos de esos jóvenes han madura-do. Unos pocos habrán cambiado.
PeroBajo el hechizo refundacional del AprueboDignidad, creían que podían mover las piezasdel tablero de la sociedad a su antojo. otros siguen presos del dogmatismo, esa arrogancia que los lleva a creer quesaben más que los demás. Las encuestasy las recientes elecciones nos muestranque después del estallido y del covid, los chilenos estamos vacunados contrael virus dogmático. La soberbia y el fanatismo son unriesgo permanente para la sociedad. Pensadores como Smith y Hume argu-mentan una y otra vez que debemosser cuidadosos frente a los predicado-res que creen saberlo todo. De aquí si-gue la segunda lección: los dogmáticosque prometen grandes cambios ennombre del Estado suelen producir locontrario. Existen muchos ejemplosdonde el sueño de la abundancia seconvierte en escasez, la igualdad enmayor desigualdad y la supuesta dig-nidad en humillación. La famosa “mano invisible” encie-rra la idea de las consecuencias no in-tencionadas. En términos muy sim-ples, aquellos que prometen el bien ge-neralmente concluyen haciendo elmal. Y aquellos que legítimamentepersiguen su propio interés, siguiendolas reglas del juego y sin dañar a los de-más, frecuentemente generan un bene-ficio para la sociedad. Hoy vemos có-mo las promesas de los dogmáticos denuestra izquierda radical han sembra-do inseguridad ahogando a la econo-mía, dañando la educaciónpública y comprometiendo elfuturo de la salud. La Teletón, esa gran ini-ciativa que dice y hace más quemil palabras, también nos re-cordó lo que pensaban quieneshoy nos gobiernan. Afortunadamente, hoy vivimos una nueva realidad políti-ca y social que valora lo privado. Y aho-ra la esperanza no está en esos sueñosdogmáticos con promesas vacías, sinoen lo que fuimos durante esos 30 me-morables años. Algunos seguirán criti-cando el mercado y el individualismo“neoliberal”. Otros ya habrán caído enla cuenta de esta realidad. Como sea, eneste nuevo juego de ajedrez ya no sepuede ignorar que cada pieza sobre eltablero tiene su propio movimiento. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. COLUMNA DE OPINIÓN Por