A fines de la Colonia, los chilenos se achicaron 2 centímetros
Lecturas A fines de la Co los chilenos se achicaron 2 centímetros achicaron 2 centímetros Estatura, consumo y nutrición La mayoría de los estudios antropométricos para América española se basan en registros militares, los que son también usados en la mayor parte de los estudios para otros periodos y/o países.
Vale decir, se utilizan mediciones de la estatura de aquellos adultos (varones) que se enlistaban en los ejércitos nacionales (menos común es el uso de otras fuentes, como registros carcelarios). Una consecuencia negativa de. esto. es. que la evidencia que emana de dichos estudios normalmente considera hombres, no mujeres. Una ventaja, sin embargo, es que fueron registros oficiales, generalmente muy acuciosos.
En cualquier caso, gracias a estos estudios tenemos evidencia sobre la estatura de la población (de adultos) para una gran cantidad de países desde el siglo XVIII, lo que permite hacer tanto estudios nacionales, como comparativos.
Normalmente, los datos se presentan en estatura promedio en adultos (20-55 tura promedio en adultos (20-55 lonia, La introducción de la Historia Económica de Chile colonial ofrece datos sorprendentes sobre población, alimentación, estatura y alfabetización. años), según década (o quinquenio) de nacimiento y expresada en centímetros.
La disponibilidad de datos antropométricos en adultos es importante para estudios de niveles de vida pues se considera que la estatura de la población adulta es un fiel reflejo de la salud y la nutrición durante la niñez y la adolescencia, así como de otros factores como educación y albergue. En otras palabras, aquellas personas que disfrutan de una mejor dieta, mejores condiciones de salud, de albergue, educación y vestimenta, deberían ser más altas que aquellas que se cria ron en condiciones menos favorables.
Existe además una alta correlación positiva entre estatura y esperanza de positiva entre estatura y esperanza de positiva entre estatura y esperanza de vida. [... ] Para el caso chileno, un estudio reciente, que descansa en registros militares y que cubre chilenos nacidos desde los años 1730 hasta los 1800, encontró que la estatura promedio de adultos varones era de unos 167 centímetros para este largo periodo, siendo más altos que en la mayoría de los países de la región para los cuales hay evidencia disponible (salvo los argentinos), y que los habitantes de Europa del sur (incluyendo España), pero más bajos que los adultos de países más desarrollados como Reino Unido y Estados Unidos.
Vale decir, el balance sobre el bienestar biológico de Chile colonial sería bastante positivo, y estaría alineado con la idea de Dobado $ García-Montero (2010 y 2014) que los niveles de vida en América Española no habrían sido tan malos como se creía hasta hace poco. Sin embargo, el mismo estudio (Llorca-Jaña et al., 2018) encontró que durante los 1780-1800 la estatura cayó en unos 2-3 centímetros. Es decir, el bienestar biológico de los chilenos se habría deteriorado durante estas últimas décadas.
Esto no debería sorprendernos toda vez que justo durante este periodo hubo un deterioro de los salarios reales (no solo en Chile, sino en el resto de la región) (Dobado, 2015), y un aumento asociado del precio de los alimentos, así como un incremento poblacional que seguramente generó presiones en la disponibilidad per cápita de nutrientes. No obstante lo anterior, los salarios de los no calificados seguían estando por encima de niveles de subsistencia, mientras que la estatura de los chilenos seguía estando por encima de la de mexicanos o españoles. Vale decir, el balance sigue siendo positivo para Chile. Finalmente, cabe destacar que evidencia complementaria a la arriba presentada, respecto de consumo de ciertos alimentos y otros productos, da cuenta de lo siguiente.
Primero, el consumo aparente de carne en Chile colonial tardío era bastante alto respecto de estándares internacionales (Martínez, 2018a; Llorca-Jaña « Navarrete-Montalvo, 2015; Quiroz, 2009), respaldando así la idea de que los niveles de vida del grueso de la población no eran tan bajos como lo sugerido por la historiografía clásica chilena.
De hecho, según Martínez (20184), no solo era alto el consumo aparente de carne (promedio por persona), sino que el mismo era universal y más alto que en un buen número de ciudades americanas y europeas, al menos en Santiago y sus alrededores durante los 1770. En esta década en particular, los capitalinos consumían en promedio 78 kilos de carne al año, lo que representaba apenas un 7% de los ingresos anuales de un trabajador no calificado.
En la misma línea de argu(Continúa en la página 14) A fines de la Colonia, los chilenos se achicaron 2 centímetros. (Viene de la página 13) mentación, se estima que el consumo de tabaco, de extendida circulación a nivel mundial, también fue alto y ampliamente difundido en todos los grupos sociales capitalinos durante el periodo colonial tardío, debido a la prolija segmentación de los tipos de tabacos que se vendían en los estanquillos correspondientes, dando cuenta de un gasto de la masa trabajadora bastante diversificado, más allá de bienes básicos de subsistencia (Martínez, 2018b). En otro de sus trabajos, Martínez (019) también da cuenta de una dieta no solo rica en carne, sino muy variada, e incluyendo vegetales y frutas frescas.
En virtud de lo anterior, el autor sostiene, con sólida evidencia cuantitativa basada en el uso de fuentes tributarias contemporáneas, y corroborando diver= sos testimonios de viajeros, que durante el periodo colonial tardío hubo en Chile mejores condiciones nutricionales que lo que la historiografía nacional hasta ahora plantea (Martínez, 2018b), tal como encontró Dobado para otras localidades de América española más allá de Chile.
En efecto, según Dobado (2015), la revolución en el consumo que se observó en Europa no sería exclusiva de los europeos, sino que ocurrió también en América borbónica, e incluso con anterioridad a la europea en muchos casos. En la misma línea, Grafe (2021), recientemente sostuvo, con justa razón, que las hambrunas en América española eran prácticamente inexistentes.
Capital humano El nivel educacional de las personas reporta muchos beneficios directos e indirectos al bienestar de las mismas (van Zanden et al., 2014; Calderón-Fernández et al., 2020). Por ejemplo, una mejor educación les permite, ceteris paribus, obtener mayores salarios, disfrutar de mejores hábitos alimenticios y de higiene, lo que su vez le permite disfrutar de una mejor salud. Es por ello que existe gran interés en medir y analizar la evolución de los niveles educacionales de los países. A su vez, se cree que hay un nexo muy fuerte entre capital humano y crecimiento económico.
Normalmente, los indicadores clásicos de educación son la tasa de alfabetización, la tasa de escolaridad (medida a través de la tasa de matrícula) y los años promedios de escolaridad de la población a nivel país (van Zanden et al., 2014). Sin embargo, mientras más atrás en el tiempo nos movemos, más difícil resulta contar con estadísticas para estos tres indicadores clásicos.
En efecto, para el caso chileno contamos con tasas de alfabetización a nivel país solo desde el cen so de 1854, y de matrícula también desde inicios de los años 1850, mientras que para años promedio de escotras que para años promedio de escotras que para años promedio de escolaridad hay estimaciones solo desde la década de 1830 y datos más confiables recién a partir de los años 1850 (Díaz et al., 2016), Afortunadamente, en los últimos años se ha popularizado la metodología del age-heaping o numeracy, que nos permite contar con un nuevo indicador de educación: la tasa de habilidad numérica básica de un país (i.e. la habilidad de procesar números, o realizar cálculos matemáticos básicos), gracias a la publicación de influyentes trabajos sobre el tema (e.g.
A'Heam, Baten Crayen, 2006 y 2009; Crayen : Baten, 2010 y 2010b). En pocas palabras, la metodología se sustenta en lo siguiente: personas con bajo nivel de educación tienden a reportar una edad aproximada, en lugar de su edad exacta, y normalmente múltiplos de 5, vale decir, 25-30-4045 años son frecuencias de edades que 45 años son frecuencias de edades que Ficha de autor Manuel Llorca Jaña es doctor en Historia Económica por la Universidad de Leicester. Fue presidente de la Asociación Chilena de Historia se repiten de manera desproporcionatan da en sociedades con bajos niveles de consecutivos. Es educación.
Esto es, si alguien tiene 29 A CAnemIcO dol o 31años y baja habilidad numérica Departamento de reporta normalmente que tiene 30 Historia y Ciencias años, o si tiene 33-34, dirá que tiene Sociales de la 35. En contraste, aquellas personas con ES un alto nivel educativo normalmente aaa reportan su edad exacta.
Lo que hace la Ibáñez. técnica de age-heaping es estimar la proporción de personas que reportan una edad correcta, el famoso índice ABCC, asumiendo que la frecuencia de edades de un país tiene una distribución uniforme discreta (... ). Para el caso chileno, Llorca-Jaña et al. (2022) acaban de finalizar un estudio que contiene información, por vez primera, para el periodo colonial (trabajos anteriores como los de Cardemil (2015) y Baten « Llorca-Jaña (2021) se enfocaron en los siglos XIX y XX). La fuente principal para obtener series de numeracy son normalmente los censos numeracy son normalmente los censos nacionales, aunque es posible también emplear otro tipo de registros donde las personas auto-reporten su edad. Los datos de Llorca-Jaña et al. (2022) son los primeros indicadores disponibles de capital humano para Chile para el periodo anterior a los años 1820.
Esto resulta de gran interés pues la tasa de numeracy de un país se cree que es buen reflejo del nivel educacional del mismo (Manzel y Baten, 2009). (... ) Llorca-Jaña et al (2022) hicieron uso de padrones censales que sobrevivieron para cohortes nacidos entre los años 1770 y los 1810. El rango etario considerado es el mismo que se usa de manera estandarizada en la literatura especializada: población de entre 23 y 72 años. Los datos se presentan según década de nacimiento, siguiendo la metodología de Baten, Crayen Voth (2008). Sus estimaciones indican dos cuestiones fundamentales. Primero, la tasa de numeracy era muy baja, sobre todo si comparamos con Europa del norte.
Segundo, a pesar de este bajo nivel, los nacidos a partir de los 1780 comienzan a mejorar gradual, pero sostenidamente, sus habilidades numéricas, Con todo, hubo un aumento del clásico índice ABCC desde poco menos de 20 a casi 30 (un aumento del 50%), nada despreciable, aunque aun permaneciendo en niveles bajos.
Esta evidencia, como la encontrada por Calderón-Fernández et al. (2020) para México colonial y por Manzel et al. (2012) para Argentina y Brasil, sugieren que los niveles educaciones de la población del periodo colonial tardío no eran tan malos como se creía hasta hace poco. (... ) poco. (... ) Conclusiones Es indudable que durante el siglo XVII Chile era un país rezagado en términos de su desempeño económico, al menos en comparación con aquellos A fines de la Colonia, los chilenos se achicaron 2 centímetros. países líderes de la denominada pequeña divergencia, tales como Gran Bretaña o los Países Bajos. Estaba también rezagado respecto de aquellos otros países que, junto a Gran Bretaña o los Países Bajos, fueron también candidatos a tener una revolución industrial, como China y unos pocos países europeos. El desarrollo tecnológico del país era precario, al igual que sus sistemas de transporte, comunicaciones, bancario y financiero. Presuponemos que existía además una alta concentración de la riqueza y del ingreso (sobre la que no disponemos de mayor evidencia cuantitativa), así como una escasísima participación política del grueso de la población. Lo que no sabemos es si la de: gualdad en Chile era mayor o menor a la existente en otras regiones del mundo.
Independientemente de lo anterior, el nivel educacional de la población era bajo, mientras que la mortalidad infantil era alta (como en la mayor parte del mundo). Las condiciones laborales en los sectores agrícolas y parte del minero eran también deficientes.
En el sector agrario en particular primaban regímenes laborales no asalariados (e.g. peonaje), que se prestaban para todo tipo de abusos, aunque la ingesta de alimentos parece no haber sido deficiente incluso para esa población (a juzgar por los datos de estatura y de ingesta promedio de ciertos alimentos). Sin embargo, la precaria situación de parte del mercado laboral del sector agrícola no puede ser extrapolada automáticamente al conjunto de la economía.
En varios sectores de Chile colonial tardío existía trabajo asalariado libre (como en muchas otras partes de América española; Dobado García-Montero, 2010), tales como en Santiago y algunos centros mineros (Garavaglia $e Marchena, 2005; Carmagnani, 1963), donde claramente había escasez de mano de obra (i.e. los salarios responden a condiciones de mercado). En efecto, en la totalidad de América andina había una notoria escasez de mano de obra (Cavieres, 2021). Para estos sectores, le evidencia disponible sugiere que los salarios se encontraban bien por encima de niveles de subsistencia, de forma tal que permitían adquirir una canasta de bienes que incluía productos más allá de una canasta básica, tales como abundante carne, tabaco, azúcar, yerba mate, entre otros.
Nuestra evidencia de salarios reales entre trabajadores asalariados es más bien consistente con una idea optimista sobre niveles de vida en Chile colonial tardío, tal como ya observaron Arroyo-Abad et al. (2012), Dobado y García-Montero para otras regiones de América durante este periodo, principalmente debido a la escasez de mano de obra, un fenómeno generalizado en el continente.
En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la En concordancia con lo anterior, la estatura promedio de los nacidos entre los años 1730 y los 1810 también apoya la idea de un buen bienestar biológico.
Los chilenos eran altos dentro de la región, e incluso comparado con buena parte de Europa (excluido los líderes de la Pequeña Divergencia). La alta ingesta de carne (mucho más alta que en Europa y Asia, por ejemplo), así como la universalización de su consumo, dan buena cuenta de este fenómeno.
Por su parte, aun cuando el único indicador de capital humano del cual disponemos, numeracy, era LLO bajo durante los 1770-1810, también es cierto que iba en aumento, nuevamente en línea con mejoras en los niveles de vida.
Asimismo, los trabajos de Martínez y de Quiroz también dan cuenta de un ritmo y complejidad de la economía bastante más importante de lo que se creía, con mercados altamente dinámicos, y con un sector construcción muy industrioso también desde los 1760 (Martínez, 2020; Quiroz, 2009 y 2012). A pesar de la ausencia de indicadores de produc: se cree que en la segunda mitad del siglo XVII "se experimentó en Chile un crecimiento económico significativo" Cavieres (2021, p. 847). El propio Cavieres (2021, p. 849) es también de la idea que los 1760-1790 fueron "el mejor momento de desempeño económicocomercial" de Chile colonial. Esta evidencia está en línea con lo sugerido por ArroyoAbad et al. (2012): las economías del periodo colonial tardío no deben ser caracteriLecturas Documentos EA les dominadas por instituciones fuera del mercado.
Cavieres (2021, p. 833), en un capítulo recientemente publicado, fue claro en señalar, argumento que comparto plenamente, que "la tradicional visión de un periodo colonial lento, pasivo, sin grandes dinamismos comerciales, ha cedido paso definitivamente, a miradas y conocimientos mucho más detenidos que permiten observar una sociedad con un gran moviS. orÍa económica de Chile colonial JUAN OS JUAN OS JUAN OS JUAN OS "Historia económica de Chile colonial", Manuel Llorca-Jaña y Juan José Martínez-Barraza (editores), Fondo de Cultura Económica Chile, Santiago, 2023.330 páginas. 330 páginas. n, n, n, n, n, miento de rutas, espacios, mercaderías, hombres, relaciones". Los datos demográficos también dan cuenta de un aumento poblacional considerable durante las últimas décadas del periodo colonial, lo que en sociedades preindustriales es un buen indicador de mejoras en el bienestar (Bértola $e Ocampo, 2012). De hecho, un fenómeno normalmente ignorado por la historiografía, la población de Chile al final del periodo colo= nial era incluso superior a la población combinada de lo que hoy es Argentina y Uruguay, siendo Chile el quinto país más poblado de América española (Bértola Ocampo, 2012). Por su parte, Quiroz (2009 y 2012) da cuenta de una economía altamente monetizada, donde la acuñación de monedas de plata menuda aumentó de manera considerable, lo que también es consistente con mejoras en los niveles de vida: la circulación monetaria fue mucho más activa en la segunda mitad del siglo XVIII de lo que se pensaba antes del trabajo pionero de Quiroz (2012). Con todo, la evidencia presentada en este capítulo, para el caso específico de Chile, no hace sino entregar un apoyo adicional a la tesis optimista respecto de los niveles de vida en América española durante las últimas décadas del periodo colonial.
Apoya también la idea que Chile, al igual que buena parte de América española, experimentó crecimiento económico a fines del periodo colonial, al menos si se compara con sociedades pre-industriales (Grafe, 2021). Este, no obstante, es debate inconcluso, y nueva eviden= cia será muy bienvenida, por ejemplo, respecto de los niveles de desigualdad y de ingesta de otros productos alimenticios.
Finalmente, más evidencia sobre fiscalidad era necesaria (ver capítulo de Juan José Martínez en este volumen), sobre todo en virtud de los trabajos de Grafe e Irigoin (2006 y 2012), Grafe (2021), que han dado cuenta de varios hechos fundamentales de importancia para nuestro debate: el imperio español no fue un depredador de impuestos sobre las colonias como se pensaba, hubo redistribuciones de la recaudación de impuestos entre las colonias (por ejemplo, Perú subsidiaba parte del aparato administrativo chileno), las remesas a España fueron cada vez menos importantes, la recaudación fiscal per cápita era relativamente alta pero terminaba siendo gastada al interior de las colonias (para beneficio de las mismas). Con todo, una menor carga fiscal sobre las colonias como Chile (de hecho, en el caso de Chile, más que remitir impuestos a España recibía subsidios desde Lima), indirectamente sirve como base de apoyo para sostener la idea de buenos niveles de vida en Chile colonial tar= dío, toda vez que la recaudación fiscal colonial terminaba siendo gastada en la economía local. la economía local. la economía local. la economía local. la economía local. la economía local. la economía local. la economía local. A fines de la Colonia, los chilenos se achicaron 2 centímetros.