Autor: Juan Carlos Pérez de La Maza *
¿Los chilenos quieren más muertes?
¿ Los chilenos quieren más muertes? N o tan secretamente, el Presidente Boric anhela ser comparado con Mandatarios chilenos destacados. Los más recurrentes han sido Balmaceda, Aguirre, Allende. Su pretensión es, creo yo, escribir algunas páginas marcadas de nuestra Historia, como esos Presidentes.
Es que ellos, por su labor, por su trascendencia, por el corolario que se desprende de su paso por la Moneda, han logrado destacar las páginas de cada cual. ¿Cómo se logra subrayar el capítulo que la Historia le asigna a cada Presidente? Las obras emprendidas, las decisiones acertadas, las dificultades superadas, la legislación impulsada, la proyección definida y muchas más, son maneras en que algunos Mandatarios han conseguido lugares preeminentes. Pero, y no obstante su deseo, hasta el momento el actual Mandatario tiene poco, casi nada, que le permita descollar en ese selecto grupo. Por eso, por la búsqueda de aquello que le permita resaltar, el actual Presidente definió al inicio de su mandato, que sería el sepulturero de la economía neoliberal. Y, tal parece, poco ha logrado en ese réquiem. Tampoco ha conseguido, pese al empeño y tanto autógrafo, promulgar una nueva Carta Fundamental, con el sello de su generación. Las grandes reformas sociales, previsional y a la salud, temo que tampoco serán parte del legado que aspira dejar, para después de sus días presidenciales. Incluso sus intentos de figuración en foros y debates internacionales tampoco han tenido mucho eco.
Por todo lo anterior, la búsqueda de ese algo que le permita un lugar histórico señalado, que pareciera anhelar, le ha llevado a impulsar, en el año y medio de mandato que le resta, una suerte de agenda valórica. O, supuestamente valórica.
En la reciente Cuenta Pública presidencial, y dejando de lado los obvios datos económicos, harto magros, las vacías promesas de esfuerzos contra la delincuencia y demás cuestiones esperables, el Presidente sorprendió con dos asuntos que pocos sabían que diría: el impulso que su gobierno quiere dar al reconocimiento legal del derecho a la eutanasia y su intención de promover la legalización del aborto libre, mediante proyectos legislativos a presentar en diciembre, para tramitarse en el último año de su Mandato. ¿Qué se puede decir de un Mandatario que, en la instancia más significativa, en la etapa final de su período, anuncia que el objetivo de su labor gubernamental será la muerte? Porque ambos proyectos versan sobre la muerte. El Lector coincidirá conmigo en que ni siquiera el más experto contorsionista dialéctico podría demostrar que con esas iniciativas se defiende la vida. Tal vez el "bien morir", que significa la eutanasia, podría lejanamente acercarse a la idea de una vida con calidad.
Pero el aborto, provocar la muerte del ser humano que crece en el vientre de la mujer (no quiere ser llamada madre), es la negación de la vida. ¿Será que, por sobre las dificultades económicas, la crisis de seguridad, las carencias en salud y las penurias previsionales, los chilenos demandan medidas que favorezcan terminar con la vida? Y no sólo terminar la vida propia, a voluntad de un adulto enfermo, como es la eutanasia, sino acabar con la vida ajena, de un ser indefenso, a simple voluntad de quien lo cría en su vientre. ¿Serán estos los temas más demandados por la ciudadanía que el Presidente representa? ¿ Serán estas las necesidades que el Mandatario percibe e intentará satisfacer? Los chilenos quieren más muertes, pareciera decirnos con su anuncio el Presidente. Qué triste sería comprobar que el Presidente más joven de nuestra Historia, quiera ser recordado como impulsor de iniciativas que favorecen la muerte. Me niego a creer que lo señalado hace unos días por Gabriel Boric sea la brújula que guiará su derrotero en el tiempo que le queda.
Más bien tiendo a pensar que es un volador de luces que busca distraer, que quiere pautear los futuros debates presidenciales y unir al esmirriado porcentaje que aún le apoya y que, en la polémica que provocará, encender los escasos ardores que le permitan sostener el mando un poco más. En cualquiera de estos casos, es triste. Es una pena, de muerte. * Licenciado en Historia. Egresado de Derecho. ¿Los chilenos quieren más muertes? Juan Carlos Pérez de La Maza *. - - - - - - - -