La visión del arzobispo
La visión del arzobispo Las palabras del arzobispo Fernando Chomali ayer, ensu primer Tedeum al frente de la arquidiócesis deSantiago, deben ser interpretadas a la luz de la nuevaetapa que significó su llegada a la iglesia capitalina.
Luego de un período de relativo silencio público que siguió a lacrisis de los abusos sexuales, con Chomali vuelve a observarseuna Iglesia Católica que, sin desconocer las consecuencias deesa crisis, procura ser parte del debate nacional. Esto, enten-diendo que las condiciones del país, marcadas por una acelera-da secularización, son muy distintas de las que se vivían añosatrás. Así, la homilía pronunciada ayer, además de orientadorapara los fieles católicos, debe ser recibida como un aporte a ladiscusión pública en momentos complejos para el país. Es valioso, en este sentido, el esfuerzo de Chomali por en-tregar una visión equilibrada, destacando a actores que con-tribuyen positivamente a la vi-da nacional. “Chile no se caeráa pedazos”, enfatizó, mensajeaudaz cuando retornan voces que interesadamente recarganlas tintas del pesimismo como estrategia política. Vuelve a observarse a una Iglesia Católica queprocura ser parte y contribuir al debate de losgrandes temas nacionales. La visión del arzobispo, sin embargo, dista de ser compla-ciente.
Al contrario, la parte central de su homilía, dedicada a“los dolores de nuestro Chile querido”, abordó problemas cru-ciales que “atentan contra la dignidad de la persona humana”. Así, enfatizó su preocupación por la juventud, tanto por sussentimientos de soledad como por la falta de horizonte. En esemarco, alertó sobre la fragilidad actual de los vínculos familia-res y matrimoniales, y cómo todo esto incide en problemas co-mo el de la natalidad. Chomali se detuvo también en el “empobrecimiento delvalor del trabajo”, y reiteró conceptos de la doctrina social de laIglesia, en cuanto a que aquel no es una mercancía ni un engra-naje más del proceso productivo.
Por eso, lamentó el cierre deempresas, y expresó críticas a “un sistema económico que giraen torno a la competencia, al consumo y al lucro”. Sustentadassus palabras en una justa preocupación por la precariedad la-boral, hubiera sido interesante conocer también su visión mo-ral respecto de políticas que han trabado el desarrollo y la capa-cidad del país para generar oportunidades, así como de un Es-tado que falla en sus tareas más básicas.
Con claridad, y aun crudeza, el arzobispo se refirió a lacrisis de la seguridad pública, su impacto social y el riesgo deChile de “convertirse en rehén del crimen organizado”. Sonafirmaciones que deben resonar en las autoridades y en elmundo político, al que demandó actuar con prontitud tanto eneste tema como en el combate a la corrupción, que “se ha idoenseñoreando de lugares que por su naturaleza debiesen serintachables”. Por eso llamó a un acuerdo nacional para enfren-tar ambas materias. Otro fenómeno central de este tiempo, la migración, fueparte de la homilía. Chomali resaltó el aporte de los migrantespor ejemplo, en la atenciónde salud y señaló su espe-ranza de que reciban un “reco-nocimiento a pleno título”, enlo que puede ser una señalcuando se debate sobre posi-bles regularizaciones.
Perti-nente fue además su preocupación ante “los vientos de xenofo-bia que se perciben”. Con todo, faltó tal vez una reflexión sobreel grave problema de los ingresos ilegales al país y cómo laincapacidad de establecer un adecuado control fronterizo haterminado agudizando los dolores a los que él mismo aludió, como el desborde del crimen organizado, y dando pie a abusoscontra los propios migrantes. El arzobispo no eludió la agenda del Gobierno en temasque chocan directamente con la postura de la Iglesia. Pero talvez señal de un nuevo estilo lo hizo desde el testimonio, sinmencionar palabras como aborto o eutanasia, pero proclaman-do que “alzaremos la voz por todos aquellos que no tienen voz.
Desde los niños no deseados en el vientre de sus madres hastalos ancianos descartados que dan su último respiro”. En definitiva, con su acertada descripción de problemasacuciantes, y más allá de las diferencias que puedan generaralgunos de sus planteamientos, la homilía de monseñor Cho-mali ha confirmado el aporte enriquecedor que actores históri-camente relevantes y que desempeñan un papel social clavepueden realizar a la discusión de los grandes temas nacionales..