Los pueblos secretos de la TOSCANA
Los pueblos secretos de la TOSCANA A unque haga calor o a veces aparezca una cuesta muy empinada, caminar en primavera o verano por las calles empedradas de los pueblitos de la Toscana es una experiencia que contenta el alma.
Las ordenadas filas de cipreses que se mecen con la brisa, la delicia del queso pecorino o la belleza de alguna fresca iglesia de piedra con delicadas pinturas son una fiesta para los amantes de la historia y del arte (y también para los golosos). Menos visitados por los turistas, que se suelen agolpar en la florentina galería Ufizzi para ver las obras de Boticelli, los pueblos "secretos" de la Toscana --escondidos entre colinas sinuosas, campos de olivos y verdes viñedos-también transmiten el precioso legado del arte y arquitectura medieval y renacentista, aunque con matices distintos al que brindan ciudades como Florencia, Pisa, Lucca y Siena. Situado al sur de Florencia y muy cerca de Siena, el valle del río Orcia concentra una serie de antiguos pueblos de aire sosegado y amable. Varios de ellos se emplazan sobre cornisas rocosas que permitieron su defensa en tiempos violentos. Si bien hoy se respira paz entre sus construcciones de piedra, en el Renacimiento esta fértil zona fue objeto de sangrientas luchas, envenenamientos y disputas entre familias como los Médici y los Borgia. Fue una época que dejó como legado herméticas fortalezas, palacios de equilibrada arquitectura y valiosas obras del Renacimiento, a los que hoy se suman restaurantes refinados y hostales con encanto. Lugares que se pueden recorrer a través de distintas opciones. En nuestro caso, escogimos un circuito que se puede realizar en dos o tres días, arrendando un auto en Florencia o Siena. A continuación, cinco escalas posibles. UNO. Pienza, la "joya de la corona" El director Franco Zeffirelli escogió el mágico pueblo de Pienza como escenario de varias escenas de su película Romeo y Julieta. En especial del hogar de los Capuleto, que en realidad es el Palacio Piccolomini, que hoy se puede visitar: está emplazado en la plaza Pío II, una figura crucial en la historia del pueblo. Nativo de este lugar, el Papa Pío II (1405-1464) ordenó la construcción de una nueva "ciudad ideal" sobre su apacible aldea natal, y la pobló con las armoniosas formas arquitectónicas del siglo XV. Por eso, muchos consideran a Pienza --que hoy tiene poco más de mil habitantes-como la "joya de la corona" del valle de Orcia.
Sentarse al atardecer en su plaza central, idealmente tomando un helado de pistacho o de mascarpone, es una clase gratuita de arquitectura del Renacimiento, que abandona de a poco las agujas góticas por las líneas geométricas, a una escala más humana.
Así se aprecia en la catedral de Maria Assunta (que está intacta, ya que una bula papal prohibió que fuera modificada), en el palacio comunal y en las casonas de las familias Borgia (hoy Museo Diocesano) y Piccolomini. El broche de oro para cerrar la jornada es sentarse en algunos de los bares y trattorias emplazadas en terrazas sobre las antiguas murallas defensivas. Todas brindan una vista maravillosa al valle, que se baña de luz ocre cuando se pone el sol. Allí se puede disfrutar del famoso queso pecorino (de oveja) típico de Pienza, resaltado con un chorrito de miel de la zona, que se le echa encima. De hecho, todos los años se celebra en Pienza el Cacio al Fuso, concurso que consiste en correr mientras se hace rodar un queso pecorino. DOS. San Quirico, la gran postal San Quirico es otro pueblo medieval del valle de Orcia que sigue intacto. El centro histórico es muy alegre, gracias a sus calles empedradas, sus fuentes de piedra y sus múltiples tiendecitas, que ofrecen desde joyas y diseño italiana hasta papeles florentinos decorados y platos de cerámica.
Subiendo hacia la cima del pueblo se puede parar en las colegiatas románicas o en el Jardín Leonini, un parque de estilo italiano diseñado en el siglo XVI con forma de rombo y decorado con esculturas. En el centro hay una estatua de Cosimo III de los Médici, sexto duque de Toscana y parte de la legendaria familia que impulsó las artes --y también la guerra-en esta región.
La Plaza de la Libertad constituye el corazón de San Quirico, con su hermosa iglesia de San Francisco, dentro de la cual se puede admirar una virgen de terracota atribuida a uno de los grandes artistas renacentistas, Andrea della Robbia. Al dejar San Quirico hay un imperdible: la capilla de Nuestra Señora de Vitaleta, una pequeña iglesia enmarcada entre dos cipreses, de gran hermosura y simpleza. Aunque haga calor, vale la pena caminar los cerca de 800 metros de tierra para admirar este lugar solitario y evocador, donde se puede obtener "la foto más famosa de la Toscana". TRES. Montepulciano, set de películas La Piazza Grande --el corazón del pueblito de Montepulciano-puede resultar familiar para los aficionados al cine.
Allí se filmó parte de la serie de Los Médici y algunas escenas de la saga Crepúsculo, en concreto, de la película "Luna Nueva". La plaza es el punto más alto de la ciudad y allí se ubica un conjunto monumental que incluye la Catedral y el Palazzo Comunale, con su fachada gótica y una gran torre.
En los siglos XIV y XV, algunas familias nobles de Montepulciano amasaron poder y fortuna y desplegaron allí casas señoriales, palacios renacentistas y plazas enclavadas en distintos puntos de esta colina amurallada, que en el siglo XVI se convirtió en dominio de los omnipresentes Médici.
Estratégicamente situado entre los valles de Chianti y de Orcia, Montepulciano hoy es un floreciente villorio con un comercio entretenido y apetitoso, que ofrece entre sus especialidades el "Vino Nobile di Montepulciano". Se trata de uno de los tintos más antiguos de Italia (hay documentos que hablan de su producción en el siglo VIII). Hoy se produce en las viñas que circundan el pueblo y tiene denominación de origen. CUATRO. Las aguas tranquilas de Bagno Vignoni La historia de la minúscula aldea de Bagno Vignoni, al centro de una gran cuenca donde fluyen aguas termales, precede a los romanos.
Sus aguas ya eran coLos pueblos secretos de la TOSCANA Locación de famosas películas, los pueblos de Montepulciano, Pienza, San Quirico d`Orcia, Bagno Vignoni y Montalcino son una buena alternativa para descubrir qué hay más allá de los clásicos destinos de esta región italiana. POR Elena Irarrázabal, DESDE ITALIA. PAISAJE. Fortalezas, pueblitos, colinas y campos de olivos: la mezcla de la Toscana. F O T OS: EDU ARDO URREJOLA ÍCONO. La plaza central de Pienza plasma la arquitectura renacentista en todo su esplendor. VARIEDAD. En San Quirico d'Orcia se mezclan los edificios históricos con un refinado comercio. OFERTA. En esta zona se puede alojar en los antiguos pueblos de piedra o en casas campestres. CRIS TIAN FIOL BOUTIQUE. Pequeños hoteles y restaurantes se multiplican en el valle de Orcia. ANTIGÜEDAD.
Ya antes de los romanos se conocían las aguas termales de Bagno Vignoni.. - - - - - Los pueblos secretos de la TOSCANA nocidas en la época de los etruscos y luego fueron frecuentadas por el Papa Pío II y por el gran mecenas de la familia Médici, Lorenzo el Magnífico. Precisamente, en el centro del villorrio se emplaza una gran piscina de aguas termales.
Pero ojo: hoy está prohibido bañarse allí, pues es un recinto histórico y protegido, las aguas calmas del estanque y las construcciones de piedra que la rodean (como la galería donde los enfermos se resguardaban de las inclemencias del tiempo) son muy evocadoras.
Cerca de la piscina romana hay una serie de trattorias, donde se pueden probar los deliciosos parpadelle toscanos (pasta de cintas de 2 a 3 centímetros de ancho), acompañados de jabalí o de salsas de ragú, hongos o trufas. Para terminar, una opción son los cantucci, galletas duras de almendra que se suelen remojar en vino dulce. Desde la plaza se puede recorrer el pueblo y llegar a otras piscinas donde sí es posible bañarse y gozar de los beneficios de estas aguas termales. El Adler, por ejemplo, es un hotel de lujo que cuenta con un conocido centro de bienestar y una atmósfera sofisticada y elegante. Por su parte, el Hotel Posta Marcucci tiene piscinas termales al aire libre y cubiertas, ideales para relajarse. Eso sí, un día caluroso puede no ser el mejor momento para probar estas aguas calientes, que en cambio brindan una experiencia inmejorable en épocas más frías. CINCO. Los caldos de Montalcino Muchos enólogos consideran al vino Brunello di Montalcino como uno de los mejores del mundo. El preciado caldo se produce en los campos que rodean este imponente pueblo fortificado en el siglo XIII, donde muchos rincones recuerdan su tradición vinícola, como el museo Il Templo del Brunello.
Instalado en el claustro de San Agostino, muestra los lazos entre el vino y su territorio a través de catas y videos inmersivos, y lugares como la torre de San Giovanni o la capilla del Castillo, con vistas sobre los valles circundantes. Pero Montalcino no es solo vino. Su impresionante fortaleza fue construida en el punto más alto de la ciudad en 1361 y tiene una curiosa estructura pentagonal. Si no sufre de vértigo, puede caminar por la parte más alta de las murallas y torres. Esta imponente fortificación se explica pues Montalcino fue un aguerrido enclave que constituyó el último reducto de la República de Siena. La ciudad de Siena solo cayó en 1555 bajo el dominio Médici y entonces más de 600 familias huyeron hacia Montalcino, donde resistieron hasta 1559.
Montalcino es un lugar perfecto para degustar vinos y disfrutar de la cocina toscana, en platos como bistecca alla florentina, un corte característico de vacuno, elaborado en una parrilla con brasas de carbón, o en el sencillo placer de un pan tosc a n o, r e g a d o d e a c e i t e d e o l i v a y acompañado de los aromáticos tomates de la zona. ¿Habrá algo mejor? D ESCALA. El pueblo de Bagno Vignoni se recorre en poco tiempo, pero invita a instalarse la tarde completa junto al estanque de agua. POSTAL. La sencilla y hermosa capilla de la Vitaleta, en la mitad del campo, es un lugar icónico de la Toscana. WIKIMEDIA C OMMONS DEFENSA. Los muros que antes protegían de violentos ataques, hoy acogen a restoranes y cafeterías. MAÑANA. Nada mejor que partir el día con un desayuno mirando los cipreses y campos toscanos. LOCAL. L'Osteria Baccus, en Pienza, tiene cocina regional elaborada con sabrosos productos que se cultivan en los los campos cercanos. La pequeña localidad de Pienza, situada en la parte central del valle del río Orcia, es una buena base para alojar y salir desde ahí a recorrer los pueblos toscanos. Allí hay varios hoteles boutique, restoranes y trattorias, como L'Osteria Baccus (BaccusOsteria. it) Otro lugar acogedor, con buenos vinos y platos locales es la Trattoria da Fiorella, en el corazón medieval de Pienza. Si anda en auto, una alternativa agradable (y más barata) para alojar son las hosterías y hoteles que se emplazan en las colinas, entre olivos y cipreses. Una de ellas es Locanda Vesuna (LocandaVesuna. com), situado en la mitad del campo, muy cerca de Pienza. Se trata de un hotel campestre emplazado en una antigua residencia de monjes olivetanos, que toma su nombre de una diosa protectora de la agricultura. DORMIR Y COMER.