Espacio, tiempo y alienación
Espacio, tiempo y alienación Hugo lerrera Prof. Titular Derecho UDP Si Si nos concentramos en el presente, alcanzamos paz, nos sentimos a nosotros nosotros mismos; los remordimientos se esfuman, las angustias futuras quedan ahí. Sólo el presente existe. Parece adecuado adecuado sentir la vida desde el único instante instante en el que ella existe. No es Eckhart Tólle el que inauguró esta idea.
En el Discurso sobre el origen de la desigualdad, Rousseau Rousseau imaginaba un individuo que, desligado de las opiniones de los demás, de planificaciones planificaciones y remilgos civilizados, era capaz de hallar su centro, no alienarse, dedicarse eminentemente avivirygozar “el sentimiento sentimiento de la existencia presente”. Esto no significa evadir el futuro o el pasado. Se trata, en cambio, de mirar también también pasado y futuro, pero con el peso puesto en sentir la existencia presente. Marx intentó también considerar la alienación.
Si en el comunismo primitivo el ser humano vivía en comunidad, concentrado concentrado en un presente productivo, el capitalismo, capitalismo, gracias a la división del trabajo y la comodfficación de la existencia, le impide el uso de su poder creativo y convierte al trabajo en una maldición como la peste. Hay otra forma de alienación, menos atendida, en la que reparó otro Eckhart: el maestro, Meister Eckhart. Esta es acentuadamente acentuadamente espacial. Distingue objetos, metas, objetivos, intenciones, fines, determinados, determinados, etc. respecto respecto de un sentido de fondo fondo que se percibe en la totalidad del universo. Los objetos, metas, etc. son determinados, parcializados, parcializados, extraídos de su mundo total. El objeto o el objetivo se desliga de la situación. Se pone el acento en la parte. El problema es que la parte no es la fuente de sentido, sino el todo. Eckhart cita algo apócrifamente a Agustín: “Vacíate de las metas, objetivos, objetivos, etc. determinados”. El vacío, si es auténtico, será llenado por una plenitud superior a toda satisfacción particular. Está siempre ahí ese sentido de fondo, que se repliega frente al estruendo de los bienes y cosas determinadas. La pleesa nitud de sentido es más sutil que la euforia euforia del objetivo, pero más honda y perenne. Eckhart es drástico: la “consolación” “consolación” se alcanza sólo en esa actitud abierta al todo.
La entrega a los objetivos objetivos particulares no sólo no basta para consolar (se agota, en un girar sobre sí misma que vuelve estéril el terreno pisado). Es un obstáculo obstáculo directo, que impide la participación en el universo universo como todo de sentido. sentido.
La vida política, social y personal parecen consumirnos consumirnos en el ajetreo civilizado civilizado que se aliena en las angustias del futuro, los remordimientos remordimientos del pasado, las metas y objetos tras las cuales corremos; corremos; en el mundanal ruido. Sin dejar tiempo y espacio para lo que importa, lo único que auténticamente importa. Aquí hay un hecho que probablemente se esté escapando de las mediciones que diligentemente los encuestadores efectúan hasta hastiarnos y hacernos perder perspectiva. Espacio, tiempo y alienación “La vida política, social y personal parecen consumirnos; el ajetreo se aliena en angustias, remordimientos y metas”..