Autor: La columna de María Teresa Cárdenas M.
Columna de opinión: Patrimonio en construcción
A casi 70 años de su muerte, ciertamente la idea de levantar un monumento en homenaje a Gabriela Mistral en Plaza Baquedano no es para agradarla a ella, sino para preservar su memoria en el espacio público.
La conmemoración de los ochenta años de la entrega del Premio Nobel a Gabriela Mistral ha motivado una multiplicidad de actividades y proyectos, como seminarios, lecturas, libros y coloquios en torno a su vida y obra, reediciones y traducciones, así como la tarea de relevar su figura en todas las ferias internacionales del libro en las que Chile participa, y en invitaciones afines.
Y fue el propio Presidente Gabriel Boric quien en su cuenta anual, el pasado 1 de junio, anunció otra iniciativa en el marco de este aniversario: la instalación en Plaza Baquedano de un monumento en homenaje a la poeta nacida en Vicuña en 1889.
Pero no para reemplazar a la discutida estatua del general Manuel Baquedano, que desde 1928 y durante casi un siglo ocupó ese lugar, sino para acompañarla en su retorno, después de que en 2021 fuera retirada debido a la persistente vandalización que sufrió a partir de la revuelta social de 2019. La noticia despertó de inmediato el humor del chileno que, en tiempos de redes sociales e inteligencia artificial, hizo circular la imagen de Gabriela Mistral acompañando al general montada en su fiel caballo Diamante. Con menos humor, hay voces que aún se oponen a devolver la estatua del general a la Plaza Baquedano, y la controversia permanece. Es una figura que divide, dicen. Quizás se podría lograr un consenso ciudadano si la decisión se interpretara también como un gesto de reconocimiento al trabajo y la dignidad de Virginio Arias, el artista a quien le debemos ese conjunto escultórico.
De familia campesina, nacido en Ránquil y huérfano de padre a los tres años, Arias fue un homHoy, solo un 4,7 por ciento de los monumentos en las capitales regionales está dedicado a mujeres. bre de talento y esfuerzo que estudió en París, apoyado por Nicanor Plaza; fue comisionado por el gobierno para traer ideas de Europa que mejoraran la Escuela de Bellas Artes, de la que fue director durante una década, y es también autor de obras como “Descendimiento de la cruz” (Museo Nacional de Bellas Artes) o el monumento que en Francia tituló Un héroe du Pacifique, en Chile fue llamado “El defensor de la Patria” y hoy conocemos como Monumento al Roto Chileno, ubicado desde 1888 en la Plaza Yungay.
Elaborada en coordinación con los ministerios de Interior, Obras Públicas y de las Culturas, y con la Municipalidad de Providencia y el Gobierno Regional, la convocatoria a los artistas para “levantar un Monumento a Gabriela Mistral y a las mujeres de Chile en el nuevo Eje Alameda-Providencia” está a cargo de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas y el plazo para postular —a través de Mercado Público, donde se encuentran las bases— vence este jueves, a las 15:00 horas.
Se ha estipulado que quien se adjudique el concurso tendrá un máximo de seis meses para realizar la obra, lo que encendió las alarmas: algunos (mal) auguran que en ese plazo tan acotado solo se conseguirá crear un adefesio.
Qué lástima que don Virginio no esté vivo para contar cómo logró tener lista la estatua de Baquedano y de su caballo en septiembre de 1928, después de que el 27 de marzo de ese mismo año se promulgara la ley que autorizaba la construcción de un monumento en homenaje al general. El Gobierno ha declarado que con esta iniciativa, además, “busca avanzar hacia una representación más justa e inclusiva” de las mujeres en los espacios públicos. Hoy, solo un 4,7 por ciento de los monumentos en las capitales regionales está dedicado a ellas.
Asimismo, el plan de revitalización del Eje Alameda-Providencia, explican, propone convertir esta zona en un “polo de monumentos”, sumando los del Presidente Balmaceda (de Samuel Román, 1949), Manuel Rodríguez (de Blanca Merino, 1947) y “El genio de la libertad” (de Roberto de Negri), este último donado en 1910 por la colonia italiana, con motivo del centenario de la independencia del país.
Pero tampoco existe unanimidad respecto de la instalación de un monumento a Gabriela Mistral, y quienes se oponen argumentan que ella abominaba de ese tipo de homenajes —porque los consideraba un culto a la vanidad y también por la dudosa calidad que presentaban a veces— y, en cambio, prefería que esos recursos se invirtieran en proyectos sociales y educativos para la comunidad.
A casi 70 años de su muerte —el 10 de enero de 1957—, ciertamente el monumento no está pensado para agradarla a ella, sino para preservar su memoria en el espacio público e invitar de esa manera a conocerla, a interesarse en su Obra, a descubrir quién fue esta mujer que, nacida en el valle de Elqui, llegó a ser mundialmente conocida por su poesía y también por su prosa, en la que abordó una infinidad de temas: desde la educación y la vocación de maestra a los dolores de nuestra América mestiza y diversa, pasando por la condición de la mujer, la geografía, la naturaleza, la infancia, la democracia, el misticismo. Más que una estatua, entonces, la escultura podría recurrir a elementos que evoquen su legado. Un hito acogedor que invite al público de todas las edades, géneros y condiciones sociales a acercarse y contemplarlo. Y donde se rescate una mínima muestra de lo que dejó escrito. Pero la decisión está en manos del MOP, y se conocerá el próximo 31 de julio, a las 11:59 horas de la noche.
Lo que debería ilusionarnos es que, así como la gente se volcó a las calles de Santiago para despedirla masivamente en la hora de su muerte, su figura vuelva a unir a quienes la descubran en plena vía pública.