“Es una utopía pensar en terminar con el crimen organizado, EN NINGÚN LADO”
“Es una utopía pensar en terminar con el crimen organizado, EN NINGÚN LADO” extranjeras en las cárceles. MATÍAS BAKIT R. No es raro, dicen, que Pablo Zeballos (50 años) esté de viaje. De hecho, hace más de una década que recorre toda América Latina por su trabajo. Excarabinero, tras retirarse, se dedicó a estudiar el crimen organizado. Fue consultor de distintos organismos de la ONU en el continente y en Ginebra. Así como asesor e investigador de diversas entidades privadas, tanto en Estados Unidos como en Chile. Hoy se encuentra en Ecuador por una investigación que está realizando con el reputado experto estadounidense Douglas Farah. Pero al mismo tiempo tiene también la mirada puesta en Chile donde, dice, aún estamos en proceso de entender el cambio en la criminalidad. En parte, para comenzar a hacerlo, es que lanzó, este año, el libro “Un virus entre sombras. La expansión del crimen organizado y el narcotráfico en Chile” (Catalonia), donde desmenuza lo que ocurre en el país: un cambio desde el crimen normal al crimen organizado. “Hay un cambio en las estructuras delictuales que conocíamos. Hace 30 años eran en base a clanes familiares y asociatividad por barrio, y hoy lo que observamos es que se asocian por actividades y expertise.
Además, hay una especie de exhibición de la actividad delictual como un valor y una forma de ascenso social preocupante, pues no es exclusivo del mundo criminal, sino que es atractivo para jóvenes y niños”. ¿Cuándo empezó esto a llegar a Chile?Tenemos una primera ola criminal en América Latina, que es la de Pablo Escobar, un sujeto que unifica varias estructuras criminales y crea el Cartel de Medellín. Pero ese cartel tenía un solo mercado, Estados Unidos, un solo producto, cocaína, y una sola ruta, el Caribe. Luego, surge una segunda ola, con el Cartel de Cali, en conjunción con los carteles mexicanos. Sigue habiendo un único producto y un único mercado. Pero la ruta deja de ser por el Caribe y empieza a ser por Centroamérica, generando oleadas de violencia.
Luego, viene una tercera, que tiene que ver con varios fenómenos, como con el surgimiento de los gobiernos bolivianos, que son más permisivos con algunas estructuras, lo que genera que estas empiecen a negociar con el Estado. “Después viene la cuarta ola, que es la que observamos hoy.
Se trata del ingreso de actores extrarregionales que vienen a ser una especie de árbitros para rutas de drogas y alianzas criminales que determinan estas lógicas”. Pablo Zeballos, experto en seguridad. mos lo que pasó en el REPAS, donde el Tren de Aragua fue capaz de desafiar al Estado por varios días. Las cárceles han evolucionado a una lógica de gobernanza criminal que implica que los criminales son los dueños de la cárcel, más que el Estado. Eso es peligroso, pues genera sistemas de corrupción, de extorsión interpenitenciaria o venta de droga al interior de la cárcel. Y es buen negocio, pues una sustancia ilícita puede costar entre 7 o 10 veces más caras que en territorio libre, y sin competencia. “Ahora, la discusión en Chile se ha limitado al tema de la infraestructura, pero es más que eso. Hay que entender cuál es el régimen penitenciario que tenemos y queremos. Y si tiene la capacidad de contener esta transformación delictual. Todo indica que no la tiene, aunque hay voluntad. Las grandes organizaciones criminales, y los grandes niveles de violencia irracional en América Latina han tenido como punto común las cárceles. En ese contexto, la situación penitenciaria no resiste mucho más”. “EL TREN DE ARAGUA ES UNA PREOCUPACIÓN MUY FUERTE”¿ Se sabe que bandas de crimen organizado extranjeras operan en Chile?Claro, está todo bastante investigado. Hay presencia de estructuras criminales de origen venezolano, que ahora tienen integración de ciudadanos chilenos y de otras nacionalidades. En este contexto, está el Tren de Aragua, que parece ser el predominante.
Pero también hay estructuras criminales de origen dominicano, como los Trinitarios; se han reportado dos integrantes de Los Lobos, que es una estructura semiparamilitar de Ecuador; también tienen vínculos el Cartel de Sinaloa y otros mexicanos; hay presencia de Los Pulpos, de origen peruano “Por lo que han demostrado en capacidad de control de territorio, el Tren de Aragua es una preocupación muy fuerte.
Además, estamos pidiendo la extradición de uno de sus principales líderes, lo que podría tener consecuencias importantes en las cárceles”. ¿Hay bandas en Chile que no sean latinoamericanas?Existen antecedentes reales, muchos de ellos judicializados, que demuestran la presencia de integrantes de consorcios criminales chinos, grupos de los Balcanes y la mafia italiana en operaciones criminales específicas o en una fase exploratoria inicial. ¿Cuándo llega esa ola a Chile?Considero que hay varios de estos hitos en los últimos años; sin embargo, el más reciente es la entrada del Tren de Aragua al país. “Es algo que está pasando en este momento. Cuando uno dice que la región está teniendo este mismo estado de conflictividad, Chile no está ajeno. Y ese es uno de los problemas que tenemos. Creemos que no nos va a pasar, que somos diferentes. Pero la verdad indica que esta amenaza es bastante transversal.
“LA SITUACIÓN PENITENCIARIA NO RESISTE MUCHO MÁS”El ministro de Justicia de El Salvador dijo que para combatir el crimen organizado habían tenido que dejar de lado leyes penales habituales. ¿Es el modelo a seguir?Yo siempre he tenido serias dudas de si el modelo de El Salvador es el adecuado, o si es transparente. ¿Es transparente como para decir que avala los DD.
HH. o que es democrático, o que ha sido efectivo? Pero, independiente de eso, si este modelo ofrece seguridad a cambio de libertades individuales, a cambio de autoritarismo, es un fenómeno más complejo de lo que pensábamos. “Lo que hay que tratar de hacer como Estado, como país, es frenar el avance rápido del crimen organizado para que deje de ser un problema existencial y pase a ser un problemapolicial. Ese debe ser el objetivo, pues es una utopía pensar que se puede terminar con el crimen organizado, en ningún lado.
Y si el costo de eso es nuestra democracia, el Estado de Derecho, en realidad no sé si es el mejor camino”. ¿Cuál es el modelo entonces?Por ejemplo, está muy de moda hablar del modelo de segmentación antimafia de las cárceles de Italia. Pero ahí hay un modelo mucho más atractivo, que es la educación para la legalidad.
Después de la crisis de violencia que vivieron en los años 80, se instaura un sistema obligatorio en la educación primaria, donde se enseña la importancia de la democracia y los riesgos del influjo de la mafia. Es una de las cosas que Chile debiera tratar de implementar, pues esto es un problema social.
Si damos condiciones de incentivo perverso para que los jóvenes prefieran el crimen organizado a otras alternativas, nos vamos a arrepentir. ¿Es una solución construir cárceles para el crimen organizado?Efectivamente, se requiere de un sistema penitenciario de alto nivel para estructuras criminales, que puedan generar gobernanza dentro del recinto.
Es indudable, pues ya vi-“Las cárceles han evolucionado a una lógica de gobernanza que implica que los criminales son los dueños de la cárcel, más que el Estado”. “Si damos condiciones de incentivo perverso para que los jóvenes prefieran el crimen organizado, nos vamos a arrepentir”. ROL DE LAS FF.AA. :“Se deben usar en momentos muy puntuales”El estallido, ¿tuvo algo que ver con crimen organizado?¿ Los militares deben entrar en la lucha contra el crimen organizado?El tema es para qué las vas a utilizar, dónde, cuándo y cuánto va a durar. Los militares no están acostumbrados a un relacionamiento continuo con la sociedad. Tienen otra formación, otro objetivo, aunque son muy disciplinados. Si tienen clara su misión, sus límites, sus objetivos y el tiempo de duración, se puede usar esa herramienta. Entonces, se deben usar en momentos muy puntuales. Y no por lógicas electorales. En términos prácticos, a partir de octubre de 2019, Carabineros, que ya venía enfrentando una serie de crisis internas, tuvo que asumir una demanda exponencial de funciones relacionadas con el control del orden público. Esto provocó que la actividad preventiva disminuyera sustancialmente y, además, la institución experimentó una pérdida de legitimidad social. Este contexto afectó la moral de la fuerza policial, pero también fue una oportunidad para que algunas estructuras criminales ganaran más presencia en los barrios.
Todo esto ocurrió en un momento en que enfrentábamos un aumento en el ingreso irregular de extranjeros y, posteriormente, una pandemia, eventos que, en la práctica, significaron en muchos casos una retracción del Estado. n¿Hay relación entre la migración descontrolada y el auge de esta criminalidad?Hay una relación, por supuesto. Es un ecosistema en el que convivimos todos. Por ejemplo, el Tren de Aragua es una organización criminal basada en una cárcel, que logró tener potenciamiento de su actividad, exclusivamente explotando la actividad migratoria. Porque cuando empezaron las oleadas migratorias muy fuertes exigieron pagos para pasar a los afectados por pasos irregulares. Y a los que no podían pagar les cobraron con extorsiones no monetarias, y les pidieron que contrabandearan drogas o armas. La migración es un componente claro de esto. O, en concreto, la explotación delictual de la actividad migratoria. Al gobierno actual le ha tocado enfrentar este nuevo fenómeno. ¿Qué aciertos y errores le ve?Es importante, por ejemplo, entender que los homicidios no deben ser la única fuente de medición de crimen organizado. Hemos hablado de cárceles, pero no he escuchado en el discurso público hablar de sistemas e internación provisoria para menores. Pareciera que estamos reaccionando a la idea de la delincuencia con la idea de meter a todo el mundo dentro de una cárcel, en vez de pensar en cómo evitamos, cómo comprendemos, esta nueva criminalidad.
Se trata no solo de policías en las calles, mayor presencia de militares, sino que hay que trabajar en lo que hablamos antes, la educación de los jóvenes, y en comprender las finanzas ilícitas para bloquearlas”. “El problema de que se piense que todos los políticos son el problema es que genera una especie de sensación antisistema.
Los movimientos antipolítica y antisistema son súper funcionales al crimen organizado, porque este tiene una capacidad única, gigantesca, de suplantar al Estado”. nPABLO ZEBALLOS, EXPERTO EN CRIMEN ORGANIZADO:PABLO ZEBALLOS, EXPERTO EN CRIMEN ORGANIZADO:. El consultor internacional, y autor del libro “Un virus entre sombras”, explica que “lo que hay que tratar de hacer como Estado, como país, es frenar el avance rápido de los nuevos tipos de delincuencia para que deje de ser un problema existencial y pase a ser un problema policial”. Además, comparte sus dudas sobre el modelo que se está implementando en El Salvador y sus preocupaciones por la influencia del las bandas N U