Nosotros y el Estado
Nosotros y el Estado Resulta bastante llamativo que en vastos sectores exista una notable eincluso total confianzaen el Estado, comosise tratara de una en: tidad semidivina que existiera exclusivamente para velar por sus ha. bitantes. Todo lo cual está rayano en la ingenuidad. Más aún: no faltan incluso concepciones que consideran que el Es tado somos todos nosotros (el pueblo), lo que alimenta aún másesta visión "Duenista" a su respecto. Sin embargo, ambas concepciones no pueden estar más alejadas de larealidad, lo cual resulta bastante fácil de demostrar, tanto con hechos simples, como con un poco de historia.
En cuanto a los hechos, se olvida con demasiada frecuencia que detrás delasinstitucionesque componen al Estado existen personas de carne y hueso, iguales a las demás, y por lo mismo, con todas sus virtudes y de fectos.
De ahí entonces que cuesteen: tender cómo todavía hay gente que cree que porelsolo hecho de pertene cer al Estado, los seres humanos que lo integran se volverán gene: rosos y altruistas como porarte de magia.
Y es justamente este hecho (es decir, que lo único que existe son las personas) lo que explica que ao largo de la historia, las peores trope: lías hayan sido cometidas precisamente por losEstados, altenerel ca. si total monopolio del uso legítimo de la fuerza física.
Prueba de ello han sido sobre todo aunque no exclusivamente, los Estados totalita: rios, que han masacrado a poblaciones enteras Sin titubear, precisa. mente porque las personas que los componen han adquirido un podertotal para imponer su visión del mundo a sangre y fuego.
Todo esto explica que en particular en los últimos siglos, se hayan Todo esto explica que en particular en los últimos siglos, se hayan El Estado en sí mismo no es bueno o generoso, como ha demostrado dramáticamente la historia, sino que es una entidad totalmente diferente de los ciudadanos, o de la sociedad civil. ciudadanos, o de la sociedad civil. ciudadanos, o de la sociedad civil. berlo que pueden y no pueden hacer legítimamente, Aunque como se trata de normas, ellas son de suyo violables, razón por la cual, aun: que su existencia y vigencia haya sido un gran paso, todo siga dependiendo, comosiempre, de las personas que encarnansus instituciones.
Siel Estado fuera tan bueno y misericordioso, ¿para qué tenerunsis tema de frenos y contrapesos que busque impedir sus abusos? Lo cu: al resulta aún más absurdo, sise recuerda que como señalan algunos, el Estado lo conformaríamos todos (el pueblo), pues resultaría com: pletamente ridículo tener que defendernos de nosotros mismos.
Todoesto indica nosólo que el Esta doensí mismo noesen absoluto bue no o generoso, como ha demostrado dramáticamente la historia, sino que se trata de una entidad totalmente di ferente de los ciudadanos, o si se prefiere, de lasociedad civil.
El Estadoes, así, una enorme y laberíntica institu: ción, formada por algunas personas, creada idealmente para el beneficio de esa sociedad civil, pero que perfecta mente puede transformarse y muchas vecesse ha convertido en un monstruo.
Aunque duela, es hora de dejar atrás los espejismos y losideales in fundados, nosólo porque todavía existen (y parece que nunca dejarán deexistir) Estados totalitarios, sino porque incluso en aquellos quese ufanan de noserlo, cuando pueden abusan. To dolocual parece indicar que enel fondo, entodo Estado subyace una semilla totalitaria. do Estado subyace una semilla totalitaria.
MAX SILVA ABBOTT realizado ingentes esfuerzos siempre insuficientes por limitar su po "1 [ Doctor en Derecho, profesor de Filosofía del Derecho poder, tanto dividiendo alos organismos del Estado como regulándo % Universidad San Sebastián los mediante leyes, lo cual permite además tener reglas claras para sa--.