Aplastante triunfo del laborismo
Aplastante triunfo del laborismo S e anticipaba hace años.
Desde las secuelas de la pandemia y la materialización del Brexit fue escalando la previsible humillante derrota de los conservadores del Primer Ministro Rishi Sunak y el apabullante triunfo de los laboristas británicos de sir Keir Starmer Las dudas se limitaban a la magnitud del triunfo laborista.
Culminó siendo el mayor de la historia: según los sondeos a boca de urna, más que duplicaron sus escaños, alcanzando 410 de los 650 de la Cámara de los Comunes, 170 por encima de la mayoría absoluta. En cambio, el oficialismo conservador descendió desde 358 a 130, su mayor derrota desde 1906, que ahora los transforma en una oposición irrelevante. Los centristas liberaldemócratas lograron 62 escaños.
El predecible derrumbe conservador es explicable por el agotamiento de catorce años en el poder; incumplidas promesas de aprovechamiento de supuestos, finalmente falsos, beneficios del Brexit; ineficacia de su agenda para elevar la economía de las zonas deprimidas; incapacidad de mejorar la gestión de los servicios públicos, en especial los de salubridad, que registran cerca de siete millones de atrasos en atenciones hospitalarias; fracaso del programa de control migratorio y expulsión de migrantes ilegales a Ruanda; frustración del programa habitacional, que derivó en significativas alzas de viviendas y arriendos; lentitud del programa de recuperación del crecimiento; severo desfinanciamiento de los gobiernos locales, entre otras razones consensuadas.. El cúmulo de los fracasos se evidenció en el debilitamiento de la gobernabilidad, con cinco primeros ministros en cinco años, considerando que Liz Truss lo hizo por algo menos de dos meses y Rishi Sunak no alcanzó a los dos años, todos con programas distintos a los de sus predecesores.
La crisis y división partidaria provocó desaliento, sucesivas pérdidas en las elecciones parciales, renuncias de los representantes de sectores importantes del partido para ingresar al reformismo populista de derecha del partido de Nigel Farage, que solo logró 13 parlamentarios, con consecuencias devastadoras para los conservadores debido al sistema electoral uninominal. La campaña de Sunak fue otro desastre desde el primer día. Se inició en los astilleros en que se construyó el "Titanic"; luego, el Primer Ministro se retiró de la celebración del aniversario del Día D en Normandía, fecha muy memorable para los británicos. Su campaña siempre fue a la defensiva, con escasas ideas renovadoras y recurriendo al temor de un triunfo laborista, sin considerar el giro hacia la centroizquierda de ese partido. Otro fracaso fue en el empeño por captar tradicionales donaciones, financiamiento y apoyo empresarial y de los medios de comunicación. De poco sirvió el mejor desempeño de Sunak en el debate con Starmer. En la campaña laborista ocurrió lo inverso.
Los sectores moderados se fortalecieron con la expulsión del exlíder Jeremy Corbyn; el mensaje de sir Keir Starmer ha sido de optimismo en la capacidad de introducir cambios razonables bajo un líder que transmitía confianza y tranquilidad, consciente de los desafíos y limitaciones de Gran Bretaña.
Así como la derrota conservadora se considera un fracaso personal de Sunak por llamar a elecciones anticipadas desoyendo a líderes de su partido, la victoria laborista se considera un triunfo personal de Starmer que fortaleció la unidad y moderación de los suyos. El sistema parlamentario británico hace posible que el laborismo, a menos de 24 horas de conocerse los resultados electorales, asuma el gobierno por los próximos cuatro años, salvo una convocatoria extraordinaria a elecciones anticipadas. Este es un triunfo personal de Starmer, que fortaleció la unidad y logró la moderación de los laboristas..