Boric frente a Venezuela
Ijueves de la semana pasada, Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela avaló en una sentencia la reelección del presidente Nicolás Maduro, pese a las denuncias de fraude de la oposición, de los observadores independientes y de, con más o menos énfasis, buena parte de la comunidad internacional.
La sentencia del tribunal, controlado por el chavismo, llega pese a que el Consejo Nacional Electoral (CNE), a casi un mes de la votación, no ha dado a conocer los resultados por cada centro y mesa de votación, ni ha hecho públicas tampoco las actas que avalen dicho resultado.
Ese mismo día, el Presidente Gabriel Boric emitió una declaración desconociendo la decisión de la justicia venezolana; acusó que la sentencia “termina de consolidar el fraude” y advirtió, además, que el gobierno de Chile no reconoce el “falso triunfo” de Maduro. “El régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia que estará signada por la infamia.
No hay duda que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo “La declaración del Presidente marca una significativa evolución política y lo ubica sin en el campo de la izquierda democrática”. Solo comparable con el de Siria producto de una guerra. He visto a los ojos a miles de venezolanos que claman democracia su patria y que hoy reciben un nuevo portazo”, denunció el mandatario a través de su cuenta de Twitter.
Más allá de la inusual dureza de las palabras de Boric, su declaración es consistente con la postura crítica que ha tenido en los últimos años hacia Maduro y su deriva dictatorial, así como también hacia otros regímenes de la misma orientación, como el de Nicaragua.
La posición de La Moneda respecto de Maduro se aleja también de las administraciones de Lula en Brasil y AMLO en México, dos hal tuales socios de Chile en el campo internacional, pero que en esta circunstancia han sido dubitativos al tomar postura respecto del fraude electoral en Venezuela. Y también ha motivado reparos al interior del Partido Comunista, socio principal en la alianza de gobierno, obligando a los ministros y otros funcionarios del PC a alinearse con el mandatario. Al parecer, de un contraste accidental.
En su misma intervención, el Presidente Boric precisó que a su juicio “la dictadura de Venezuela no es la izquierda”, y aseguró que “es posible y necesaria una izquierda continental profundamente democrática y que respete los derechos humanos sin importar el color de quien los vulnere. Un progresismo transformador que mejore las condiciones de vida de su pueblo construyendo comunidad en vez de individualismo, encuentro por sobre polarización. Hacia allá caminamos en Chile”. Desde luego, se trata de definiciones retóricas, que poco y nada influirán en el curso de las acciones en Venezuela.
Más allá de lo simbólico, sin embargo, la determinación del Presidente marca una significativa evolución política —como recordó anoche el abogado Jorge Correa Sutil— respecto de sus tiempos como diputado, y lo ubica sin ambigiiedades en el campo de la izquierda democrática.