Pudor
Señor Director: La sociedad chilena está consternada por el sueldo de $17 millones pagado por una universidad privada a una persona de su plantel, lo que no es justificable al menos académicamente bajo los parámetros de calidad y ética que rigen a las principales universidades del país y del mundo, sobre todo cuando se usan recursos públicos para financiar la educación superior.
Mientras tanto, miles de profesores en las escuelas de Chile deben esperar hasta 12 años de carrera docente, con exigentes certificaciones, para convertirse en Experto II y poder llegar recién a una remuneración en torno a los dos millones de pesos, como monto máximo para toda su vida laboral en las aulas.
En las últimas semanas, hemos advertido sobre el déficit de profesores en Chile y también sobre las reformas necesarias en las condiciones de acceso a las carreras de pedagogía para tener más cobertura y calidad, pero para lograr cambios reales en la educación debemos enfrentar que la profesión docente no es suficientemente atractiva para muchos jóvenes, debido al poco reconocimiento social que tiene —entre otras cosas— por las bajas remuneraciones que entrega en relación con la complejidad de la tarea y la responsabilidad social que ella implica.
Sabemos que un profesor que ha trabajado más de 20 años en la escuela puede llegar a tener una relación directa con más de tres mil niños, niñas o jóvenes influyendo en sus aprendizajes y en sus vidas.
Su rol es clave para el futuro de nuestro país y, sin embargo, es imposible aspirar siquiera a un tercio de los $17 millones que, como hemos sabido por la prensa, se pagó a una persona por media jornada de clases. ¡Un poco de pudor, por favor! ELISA ARAYA CORTEZ Rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación