Autor: Catalina Droppelmann Directora ejecutiva CIS-UC
Pablo Carvacho Director de Investigación y Desarrollo CJS-UC
CARTAS: POPULISMO PUNITIVO
SEÑOR DIRECTOR: En tiempos de campaña, la seguridad se convierte en una bandera electoral irresistible.
Los sectores populistas lo saben y han perfeccionado el arte de ofrecer soluciones simples a problemas complejos, explotando el miedo y prometiendo orden con, por ejemplo, cárceles en el desierto y la construcción de un enemigo que justifique mano dura. El atractivo del discurso punitivo radica en su pretendida inmediatez. Decir que la inseguridad se combate con penas más severas es mucho más sencillo que enfrentar las raíces del problema: desigualdad, exclusión y falta de oportunidades. La mano dura tiene costos: afecta las libertades civiles, se restringen derechos sociales y se desfinancian otras políticas públicas; al tiempo que se refuerzan la vigilancia, la represión y la criminalización de la pobreza. Esta contradicción genera un Estado que castiga en lugar de proteger, profundizando la desigualdad y el conflicto social. Hoy, el mayor desafío es escuchar y entender que el clamor popular se centra en la necesidad de seguridad y de orden, más que solo en el control del crimen. Esto va más allá del temor a ser víctimas de un delito específico e involucra la búsqueda de estabilidad, control y previsibilidad en las interacciones sociales. Para lograrlo es necesario desmontar el mito de que el progresismo cultural conduciría automáticamente a la inestabilidad o al caos. En contextos donde hay desigualdad y exclusión, la seguridad por si sola no garantiza una mejor convivencia.