Evo, por las malas
Medida que se acercan las elecciones presidenciales en Bolivia, programadas para agosto del próximo año, crece también la tensión entre el gobierno del presidente Luis Arce y su antecesor, Evo Morales.
Este fin de semana, una marcha de protesta convocada por simpatizantes de Morales, que partió el martes de la semana pasada en las cercanías de Oruro, alcanzó la ciudad de El Alto, vecina a la capital, La Paz, en medio de violentos choques entre seguidores de ambos bandos, que se enfrentaron con palos, piedras y petardos, y la policía, que intentó dispersarlos con gases lacrimógeno Evo fue presidente por tres periodos, entre 2006 y 2019, pero debió renunciar en medio de una crisis política, cuando buscaba su tercera reelección.
Hace casi un año, el Tribunal Constitucional emitió un fallo que le prohíbe volver a postular, pero el expresidente está intentando revertir dicha sentencia por diversas vías, entre ellas la presión popular o la elección de nuevos jueces electorales.
En mayo, Morales advirtió que sería candidato a la presidencia “por las buenas o por las malas”. Arce fue electo a mediados de 2020 “El desafío de Morales al actual presidente da cuenta de una debilidad institucional persistente en América Latina”. —tras un breve y caótico interinato de Jeanine Áñez— con el respaldo de Morales, de quien fue ministro y delfín, Pero poco después ambos se enfrascaron en una disputa por el control del partido oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS), que sigue siendo, pese a los conflictos, elmejor posicionado para los comicios del próximo año. A comienzos de la semana pasada, Arce acusó públicamente a Morales de tratar de forzar su renuncia, y luego ambos se desafiaron a arreglar sus diferencias cara a cara.
Las acciones de Evo, dijo el mandatario en un video difundido anoche, “no serán respondidas con renuncias ni huidas desesperadas”. El expresidente ha tratado de sacar partido también de la crisis económica que atraviesa el país, marcada por la inflación, la escasez de dólares y la falta de combustible. Ello contrasta con la bonanza económica que vivió el país durante la administración de Morales.
El influyente líder indígena ha acusado al actual gobernantede manipular la justicia para inhabilitarlo y de armara grupos paramilitares para enfrentarlo y, en las últimas horas, ha denunciado también que el Gobierno intenta matarlo, Más allá del desenlace de la crisis, el desafío de Morales al actual presidente da cuenta de una debilidad institucional persistente en América Latina, en la cual los personalismos terminan predominando por sobre los mecanismos de la democracia, incluso cuando los procesos electorales parecen funcionar con normalidad.
No es muy distinto, por ejemplo, de lo que ocurrió en Ecuador cuando Lenin Moreno se atrevió a desafiar el legado de su antecesor, Rafael Correa, o, en otro plano, en Colombia, cuando el presidente Juan Manuel Santos se distanció de la herencia de Álvaro Uribe.
De ahíla importancia, entre otras razones, de un sistema de partidos fuertes, que garanticen la normalidad de los procesos republicanos y el balance de poderes, por sobre el interés de caudillos, por muy populares que sean.