Autor: IÑIGO DÍAZ
Valdivia, Antilhue y más: Los olvidados y recordados barrios ferroviarios del sur
La memoria de antiguos trabajadores de Ferrocarriles del Estado en la Región de Los Ríos, sus descendientes y comerciantes alrededor, da luces de una actividad bullente más allá del tren y la estación. N los centros urbanos de ciudad chilena por regla siempre se podrán ver su plaza de armas, su iglesia y su edificio consistorial. En cambio, en los barrios ferroviarios, que eran virtuales centros alternativos en esas mismas urbes, no existía nada de eso. Pero había mucho más. “Estaba el Lirio Azul, estaba Monte Sol, estaba La Estrella, estaba la Vieja Mañosa (... ) y había otra al frente que era la Chepa. Oiga, si acá había un montón”, recordaba Rodolfo Catricheo, de 83 años, acerca de los prostíbulos que sobresalían en medio de una bullente actividad comercial en las cercanías de la estación del ferrocarril de Valdivia. Su testimonio contribuye ahora a rearmar el puzle de una historia desconocida que tuvo lugar en esos barrios ferroviarios del sur. Un grupo de antropólogos de la U. Austral publica el libro “Cruces de Memorias. Barrios ferroviarios de Valdivia y la Región de Los Ríos”, una investigación que alcanza aspectos que desde la academia no se habían tomado en cuenta como objeto de estudio. “Esa vida en los barrios ferroviarios se reconstruye desde la memoria de las personas, con subjetividades distintas, que se van superponiendo y muchas veces no calzan. Pero con todo ello se arma una trama nueva”, explica Laín Díaz Muñoz, integrante de ese equipo de investigadores, junto con Carla Contreras, Héctor Olivares y Joaquín Reyes. El libro se encuentra en la red de bibliotecas públicas y está disponible para descarga en PDF desde las redes sociales del sello editor Cruces de Memorias. Esa trama social se articula desde una treintena de informantes localizados en lugares como La Unión, Lanco, Los Lagos, Lago Ranco, Máfil o Paillaco, donde hubo un Barrio Estación decisivo. La mayoría de ellos está en sus 80 años y son los últimos trabajadores de Ferrocarriles del Estado o sus descendientes, y quienes vivieron la dinámica urbana. “Muchos recuerdan el simple hecho de un viaje en tren”, dice Díaz Muñoz. “Los barrios eran puertas de entrada a las ciudades. Muchas de ellas en el sur se organizaron a partir de la llegada de la línea del tren y su impacto. En cada uno existía un comercio muy diverso, hoteles, hostales, teatros, cantinas, cabarets y prostíbulos. Un lugar donde pasaba de todo”, dice Carla Contreras. Desde luego, los sectores organizados alrededor de las estaciones de Antilhue y Valdivia fueron los más influyentes. La primera como el inicio del ramal más importante de Los Ríos, y la segunda como el eje del mayor centro urbano, aún existente con sus poblaciones ferroviarias. La estación de madera, original del siglo XIX, fue destruida porel terremoto. “El sistema se desmanteló durante la dictadura, pero en Los Ríos, testimonios nos hablan de que el declive del ferrocarril comenzó en 1960”, dice Díaz Muñoz. Gladys Díaz vivió su niñez en ese mismo barrio: “A ver, cómo lo definiría: para mí es como un pasado inolvidable. Una crianza, como crecer en una parte maravillosa para mí, porque yo nunca me voy a olvidar de las cosas del Barrio Estación. Cuando iba a dejarle el desayuno a mi papá, me pasaba a cortar las flores del jardín porque la estación tenía flores”. El Barrio Estación de Valdivia a inicios del siglo XX. Ubicado en las afueras de la ciudad, hoy es parte del polígono urbano. Como este Barrio Estación, otras localidades en Los Ríos vivieron el mismo esplendor a su propia escala. LIBRO DE DIVULGACIÓN SOBRE UN PATRIMONIO INMATERIAL