IN MEMORIAM
Jaime Harris FernándezQué difícil es comprender los designios de Dios. A pesar de que no nos cabe juzgarlos, el dolor que nos produce la partida de un ser querido es inmenso. Y ello porque se va parte de nuestros vivencias. Es lo que me sucede con Jaime.
Lo recuerdo jugando pichangas en una vieja cancha de Viña del Mar Alto junto a los Vicente, los Calvo, los Zavala; y más tarde caminando por los pasillos de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso, como alumno interesado fuertemente en el Derecho Internacional cuando yo comenzaba a impartir clases como ayudante y luego como profesor. Tengo vivos en mi memoria el matrimonio de Jaime y la Piru, y la recepción en la casa del director de la vieja Escuela Naval, su suegro. Difícil es olvidar ese encuentro en Pamplona mientras yo cumplía funciones en nuestra Misión en Ginebra y él estudiaba el Doctorado en Navarra. Era 1980 y nos habíamos puesto de acuerdo para celebrar el Año Nuevo en esa linda ciudad. Lo gozamos comiendo y bailando en el departamento de ustedes a los sones de “in the Navy”, junto a Alejandro Guzmán, José Antonio Galván y Cuto Perey.
Con el correr de los años, él como auditor de la Armada y yo en Cancillería, discutimos muchos asuntos y trabajamos juntos los asuntos pendientes con Perú derivados del Tratado de 1929, los que afortunadamente se solucionaron más adelante. Soy testigo de su permanente seguimiento de la situación internacional y de su interés por aquellos que decían relación con nuestro país. Conversamos muchas veces acerca de los juicios a que fuimos arrastrados por nuestros vecinos e incluso de problemas actuales, entre ellos, no hace más de tres meses, acerca de la Plataforma Continental Extendida con Argentina. Sé que sus últimos años han sido duros pero ya están siendo recompensados en el cielo con la presencia de Dios desde donde seguirá velando por todos los suyos. Luis Winter Igualt.