Es realismo, no ideología
Es realismo, no ideología T E M A S E C O N Ó M I C O SEl 2024 ha confirmado las dificultades del Gobierno para retomar la senda del crecimiento.
Según las más recientes proyecciones, el PIB de Chile debería expandirse por debajo del 2,6% este año y en un rango de 1,5-2,5% en 2025, lo que anticipa que esta administración terminaría ostentando el récord de más bajo crecimiento desde el retorno de la democracia. Será un legado que marcará permanentemente la era Boric. Vinculado a tal magro desempeño, los bajos niveles de inversión han sido una característica del período.
Mientras en 2021 la formación bruta de capital fijo (FBCF) alcanzó los $47.171 miles de millones de pesos, en 2024 se anticipa cerrará en torno a los $48.000 miles de millones: un crecimiento (real) acumulado de 1,95% en tres años.
Así, si los recursos destinados a la FBCF representaron el 23,7% del PIB en 2021, en 2024 representarían solo el 23,1%. Es un resultado propio de una economía estancada, en un gobierno que no ha generado las condiciones para incentivar la inversión.
Y si bien las proyecciones de la Corpo-La lentitud en el desarrollo de una agenda procrecimiento por parte de la actual administración, potenciada por su diagnóstico equivocado respecto de la situación que enfrenta Chile, mantiene al país en un letargo económico. Ejemplo ha sido la estrategia nacional del litio que, al postergar la explotación del mineral y pretender desarrollarla al alero del Estado, ya ha significado desperdiciar oportunidades únicas. El Gobierno ha encontrado en la agenda contra la permisología un pilar donde refugiarse de las críticas. Pero esta agenda no ha ido a la par con un esfuerzo mayor de modernización del Estado.
Por lo mismo, no es obvio que, sin mejorar, por ejemplo, el capital humano dentro del Estado, la mera simplificación de procesos sea suficiente para evitar los cuellos de botella en el desarrollo de proyectos de inversión. Las bajasración de Bienes de Capital (CBC) apuntan a un aumento de la inversión durante el quinquenio 2024-2028, particularmente aquella originada en el extranjero, se debe ser cauto. Mientras los proyectos catastrados no se concreten, los niveles de incertidumbre local y global continuarán mellando las posibilidades de aprovechar el potencial del país. Al respecto, el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central dibuja un escenario internacional de alta complejidad para el último año de este gobierno. Identifica en la tensión geopolítica una fuente relevante de incertidumbre.
Una escalada en los niveles de gasto (defensa) o una mayor aversión al riesgo pueden resultar en desfavorables condiciones internacionales (altas tasas), las que, sumadas a los efectos de aumentos arancelarios en los EE.UU., podrían distorsionar los patrones de comercio y golpear el precio de los principales commodities. Para un Chile con alto endeudamiento, menores reservas y un mercado de capitales menos profundo, tal escena-rio tendría efectos directos sobre el tipo de cambio, las tasas de interés y la actividad. A su vez, los altos niveles de deuda pública y privada en las principales economías, junto con déficits fiscales elevados, presionan al alza las tasas de largo plazo en todo el mundo. Esto ocurre en un contexto de alta valoración de los activos financieros, aumentando la vulnerabilidad ante cambios en el apetito por riesgo global y elevando el peligro de salidas abruptas de capitales desde economías emergentes. Por cierto, un deterioro de las condiciones macrofinancieras tendría efectos significativos para Chile, golpeando las posibilidades de atraer inversión y potenciar el crecimiento. El informe del Banco Central advierte además que la baja profundidad de nuestro mercado financiero puede aumentar la exposición a choques globales. Pero, sin obviar la importancia de aquello, aún más importante es reparar en las condiciones internas que han fragilizado nuestra economía. proyecciones para 2025 y 2026 confirman tal aprensión. El relato gubernamental ha apostado también al desarrollo de las energías no convencionales, potencialmente atractivo para las inversiones extranjeras. Se desconoce, sin embargo, que en todo el planeta se están impulsando proyectos en este ámbito y que la lejanía de Chile es un costo inevitable. El caso del hidrógeno verde, donde el país aún debe demostrar su real potencial, es ilustrativo. Por eso, el Gobierno debería ser más cauto en generar expectativas sobre una agenda aún incierta. Pero tal vez la mayor fuente de incertidumbre a nivel local proviene del continuo desdén y críticas infundadas que, desde la actual administración, han emanado frente a la actividad privada.
El mismo Presidente contribuyó esta semana a esa causa al afirmar que “hay un pesimismoideológico de los grandes empresarios en este país”. El inapropiado comentario desconoce que no es la ideología lo que mueve la iniciativa privada, sino la búsqueda de mayores retornos, y que es responsabilidad de todo gobierno asegurar las condiciones y el marco legal para aprovechar tal impulso. Esta administración ha fallado en ello. El problema va mucho más allá de un nuevo comentario desacertado. Repetidamente, las señales del Gobierno no solo han contribuido a mantener el crecimiento deprimido, sino que, al hacer primar el ideologismo, han dificultado la relación con socios clave para nuestro desarrollo. La negativa a reunirse con la Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, y las tensiones con el Presidente de Argentina, Javier Milei, en la reciente reunión del G20, son nuevas muestras. Una mala excusa. El exiguo crecimiento de Chile durante la administración Boric no es circunstancial, sino producto de una agenda gubernamental equivocada. Culpar a los empresarios de un supuesto “pesimismo ideológico” parece una excusa para las responsabilidades propias. TEMAS ECONÓMICOS