Libertad de prensa en Argentina
El Presidente argentino, Javier Milei, ha dispuesto me-diante un simple decreto una modificación de ciertosaspectos centrales de la ley de transparencia de esepaís.
Ni la información sobre aspectos de la vida pri-vada no bien definida de los funcionarios públicos, ni losantecedentes y deliberaciones previas a la elaboración de docu-mentos oficiales podrán quedar a disposición de los ciudada-nos, lo que limitará el trabajo periodístico. Igualmente, losnombres de las visitas que acudan a la residencia presidencialquedarán en el anonimato. Más aún, el decreto introduce laidea de la “buena fe”, cuya ausencia configuraría un ejercicioabusivo del derecho a la liber-tad de expresión y habilitaría alos jueces para imponer in-demnizaciones.
Quizá, cadauno de esos cambios podría ad-mitir una discusión, pero sudebate ya se produjo en el Con-greso, que aprobó la ley hace ocho años y no es posible quemediante un decreto reglamentario se restrinja una libertadtan importante. Por tal motivo, distinguidos periodistas argen-tinos consideran que el nuevo reglamento es inconstitucional yno podrá aplicarse. Las dificultades de Milei con la prensa son bien conocidas ymuy parecidas a las de otros presidentes, todos ellos de corteautoritario. Quienes ocupan los altos cargos de gobierno pare-cen especialmente interesados en conocer las opiniones que seforman de ellos los medios, y se irritan u ofuscan ante cada críti-ca. Comienzan entonces a referirse a los periodistas con palabrasque revelan altos grados de desprecio, pero con el tiempo, ellenguaje se va transformando, con expresiones hirientes que re-velan a una persona fuera de sí. Esa actitud se ha observado enrepresentantes de todos los colores políticos y no guarda rela-ción ni siquiera con quienes se han presentado como libertarios.
Por cierto, estas conductas de los líderes de un país tienen conse-cuencias, por cuanto se va identificando a la prensa con la oposi-ción, en circunstancias de que la prensa independiente no puedeser categorizada en esos términos. Los periodistas empiezan aser objeto de distintos grados de persecución que en países demenor desarrollo cultural adquieren un carácter peligroso. El Presidente Milei, que llegó al poder con un programalibertario, ha caído ya en un lenguaje descalificatorio. Al refe-rirse recientemente a los perio-distas, los calificó como “partede la casta” y “son poco másque un servicio de propagandaal servicio del mejor postor”. Elrepudio que revela solo escomparable a la altivez de supronunciamiento. Con esa idea del periodismo, no cabría sor-prenderse de nuevas iniciativas destinadas a ponerle trabas asu labor, pero entre las funciones del periodismo está el decir laverdad a cualquier costo, incomodando a los presidentes. Quizá como reacción a esas actitudes comenzaron, a co-mienzos de este siglo, a implementarse en toda América Latinalas leyes de acceso a la información pública, con México prime-ro, en 2002. Chile lo hizo en 2008 y Argentina en 2016. En esteúltimo caso fue un logro del gobierno de Mauricio Macri, yAlberto Fernández debió resignarse. Sin embargo, ahora quehay un presidente que se ufana de libertario, en lo tocante a lalibertad de expresión comienza por restringir la transparenciay la actividad periodística. Un gobernante que se ufana de libertarioempieza a restringir la transparencia y laactividad periodística..