Cada vez más jóvenes que viven en residencias de protección logran ingresar a la educación superior
Cada vez más jóvenes que viven en residencias de protección logran ingresar a la educación superior Edgardo, de 22 años, estudia Preparación Física.
Dafnee, de 18, estudia Nutrición y Dietética. n Tres estudiantes comparten su experiencia y explican cómo seguir una carrera profesional aumentó su motivación, la confianza en sí mismos y la proyección de futuro. "He mejorado como persona", dice un joven. Un cambio silencioso pero significativo está ocurriendo en las residencias de protección del Estado: cada vez más jóvenes que han vivido bajo este cuidado están ingresando a la educación superior. En 2023 fueron 46, en 2024 aumentaron a 89 y este año la cifra llegó a 101, según datos del Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia. Estos jóvenes provienen de 14 regiones del país y han iniciado estudios en carreras como Derecho, Trabajo Social, Técnico en Enfermería, Psicología, Nutrición, entre otras. A abril de este año, había 521 jóvenes mayores de 18 años bajo el cuidado del Servicio de Protección.
De ellos, algunos aún cursan enseñanza media, otros presentan discapacidades severas y también están quienes viven en residencias mientras estudian en la educación superior, los que pueden permanecer en la institución hasta los 24 años por estar cursando una carrera profesional o técnica. Un caso es el de Dafnee, de 18 años, quien ingresó este año a estudiar Nutrición y Dietética en la Universidad Santo Tomás de Talca. Vivía en una residencia en Cauquenes, desde donde se gestionó el pago de una pensión en Talca para que pudiera comenzar sus estudios. "Entrar a la universidad fue gracias a las tías del equipo técnico. Porque yo no tenía nada claro en mi vida, pero ellas me empezaron a motivar, me empezaron a alentar, a ayudar", cuenta. Y suma: "Creo que estudiar en la educación superior me va a aportar muchísimo, en lo que viene siendo aprendizaje y crecer profesionalmente". Además, ya se trazó una próxima meta, pues quiere especializarse en lactantes. Para muchos jóvenes, salir de la residencia para estudiar implica un salto a lo desconocido. "Da muchísimo miedo, pero sí se puede", afirma Dafnee.
Otra experiencia es la que vive Isabel, de 22 años, quien está terminando Ingeniería en Administración de Empresas en Inacap de Los Ángeles. "Mi mamá siempre me dijo que sacara mi carrera, que fuera alguien en la vida", cuenta. Con el apoyo de su residencia, pudo mudarse a una vivienda asistida cerca del instituto. "El apoyo es súper fundamental", añade.
Claudio Castillo, director nacional del Servicio de Protección, destaca que este avance es fruto tanto del esfuerzo personal de los jóvenes como del acompañamiento sostenido que reciben en las residencias. "Antes, el ingreso a la educación superior de jóvenes que están en residencias de protección era una excepción.
Ahora vemos que es cada vez más frecuente". Y agrega que "de los jóvenes que ingresaron a estudiar educación superior este 2025, el 80% lo hace con gratuidad". "Todo se puede" Edgardo, de 22 años, estudia Preparación Física en el Instituto Santo Tomás de la Región del Biobío. Llegó a la residencia a los 17 y hoy está por terminar su carrera. "Fue un proceso personal, emocional y psicológico. Primero acepté la ayuda psicológica y el apoyo emocional del hogar. Todo eso me fue llevando a donde estoy ahora", relata.
Estudiar le generó un cambio profundo: "He mejorado como persona, he aprendido a ayudar a otros, a enseñar y entregar lo que sé". También valora el impacto que tiene este paso en la vida de quienes han crecido en contextos adversos: "Es difícil romper esos parámetros, porque cada niño que está en una residencia suele pasar por muchas cosas. Pero entrar a la universidad ya es un paso importante". A quienes aún no se animan, les transmite que "es difícil el camino, pero hay que intentarlo siempre. No hay que bajar los brazos, todo se puede, todo se logra". Hoy sueña con seguir estudiando y desarrollarse en el área deportiva. "Me gustaría tener una oportunidad como director técnico o en gestión deportiva. Y ojalá existan apoyos para seguir especializándome. Porque acá (en la residencia) no siempre tenemos los recursos", dice. También hace un llamado a la sociedad: "Los niños necesitan ayuda en todos los sentidos. Hay que tener una imagen positiva hacia ellos, no negativa.
Acá también pasan cosas bonitas, y eso hay que mostrarlo". "La invitación que hacemos a los centros de educación superior es a que puedan acompañar también las trayectorias de adolescentes y jóvenes que están logrando una formación técnica o profesional con una determinación admirable", suma Castillo.
En 2023 fueron 46, en 2024 aumentaron a 89 y este año la cifra llegó a 101: Cada vez más jóvenes que viven en residencias de protección logran ingresar a la educación superior MARÍA FLORENCIA POLANCO De izquierda a derecha, Isabel (22), que está terminando de estudiar Administración de Empresas en Los Ángeles; Edgardo (22), también por concluir Preparación Física en la Región del Biobío, y Dafnee (18) que entró a estudiar Nutrición y Dietética en Talca. CEDIDA CEDIDA CEDIDA. - -