El regreso del gato de mar
E n un primer vistazo, lo encontró parecido a un gato, dice Valentina Díaz (27). A uno grande. "Pero bien grande", enfatiza. Lo que esta documentalista estaba viendo, en todo caso, era otra cosa: un chungungo. Se trataba del primer encuentro que tendría con este animal (en esa ocasión, en las costas de Maitencillo), al cual terminaría dedicando un reconocido cortometraje. "Son animales muy interesantes y curiosos. Recuerdo que muchas veces pasaba todo el día sentada en las rocas para grabarlo y pude empezar a entender sus comportamientos, su rutina, cómo interactúa con otros animales. Me daba risa porque molestaban a las gaviotas, las perseguían, jugueteaban entre ellos... Son muy graciosos", dice Valentina desde Bristol, Inglaterra, donde actualmente trabaja para una productora dedicada a los documentales de vida silvestre.
Este mamífero, de unos cuatro a cinco kilos, dentadura gruesa, bigotes largos y denso pelo corto color café, al que no por nada algunos llaman "gato de mar", es el protagonista del primer trabajo de Valentina, Chungungo: Re-ottering Chile, de 2022 (disponible en YouTube), donde documentó el comportamiento de estas nutrias nativas de la costa chilena.
El registro muestra la vida diaria de estos, a través del relato del ingeniero en recursos naturales Javier Trivelli, que lleva años trabajando en el rescate y reinserción de los chungungos junto a la Fundación Chinchimén, y que acaba de lanzar la Fundación Lontra, que impulsará un ambicioso proyecto: repoblar con esta especie la costa centrosur de Chile, hábitat histórico de esta especie. "Por eso el documental dice reottering, porque refiere a esa tarea: a repoblar de nutrias, a `renutriar' Chile", dice Valentina, que vino especialmente de Bristol a grabarlos. "Conocí a Javier hace un tiempo gracias a su proyecto. En paralelo, siempre me gustaron los chungungos y me pareció interesante hacer un trabajo con ellos, porque hay mucha desinformación. La gente no sabe qué son, lo muy amenazados que están, o que su hábitat está junto a un lugar súper turístico.
A esto se suma que prácticamente ningún documentalista se había dedicado a ellos, así que quise grabarlos ya en tiempos de mi tesis de magíster". El mes del gato... de mar "Foquita". "Gato marino". "Nutria". Son otros de los nombres que identifican al chungungo en Chile, explica desde Maitencillo Javier Trivelli, quizá quien más sabe sobre este mamífero en el país. Su relación es de larga data. Parte en 2004, cuando él terminaba su Ingeniería en Recursos Naturales y llegó a Maitencillo, donde de niño solía veranear, para hacer un diagnóstico ambiental.
Así llegó a los acantilados de Quirilluca, un poco más al sur del balneario principal, y conoció el programa de voluntariado de Chinchimén, que entonces comenzaba a rescatar animales silvestres como gaviotas o pingüinos heridos, que la misma gente les llevaba. "Así conocí mis primeros chungungos: desde el rescate", dice Javier. Ahora recuerda cómo en esa época no había mayor información sobre los chungungos: ni de su comportamiento, enfermedades o cuidados. "El primer desafío para conservarlos era que se mantuvieran con vida. En ese primer año de trabajo en conservación, todos los chungungos que necesitaban rescate se nos morían. Cachorros que llegaban con mordeduras de perros eran muy sensibles a la leche, por ejemplo", dice. De esta forma, establecieron que es una especie muy delicada de estómago y que su leche materna tiene prácticamente nada de lactosa y es casi pura grasa. Eso los llevó a importar un alimento especial que les permitió a las crías pasar sus primeros 3 o 4 meses de vida. En esos años, ni hablar de reinserción. Javier explica que estudiar y entender a esta especie era particularmente difícil porque es poco frecuente. Históricamente, los chungungos han habitado diversos parches territoriales a lo largo de Chile, especialmente en las costas de la Región de Valparaíso.
También se han documentado poblaciones en el centro de Perú y sur de Argentina. "Pero hoy existe un vacío de chungungos entre la última población sana de Algarrobo y la Región de Los Ríos". Según dice, los años de caza ilegal, tenencia irresponsable de perros y la disminución de su hábitat y alimento, producto del crecimiento de las ciudades, los ha dejado en una situación de grave amenaza. Hoy, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los posiciona en la categoría "En peligro". Tras casi 20 años, Javier Trivelli muestra la experiencia que tiene con la especie.
En el documental de Valentina Díaz se lo puede ver haciendo madrigueras, o bajando acantilados sujeto de una cuerda solo para ayudar a que algún ejemplar del centro de rescate pueda nadar e insertarse en su hábitat natural. "Ellos aprenden mucho mirando a su mamá y haciendo vida social. Por eso a los ejemplares que tenemos en el refugio solemos llevarlos a la playa.
A veces una hora, una tarde, por el día o de un día para otro, hasta que se acostumbran". Con lo que se sabe actualmente sobre el chungungo, Javier dice que hay medidas que se podrían tomar para potenciar el crecimiento de su población.
Entre ellas, restaurar ciertas zonas costeras y áreas de matorral denso, raíces y playa. "Hemos constatado que pasan solo un 20 por ciento del tiempo en el agua, el resto lo ocupan para acicalar su pelaje, tomar sol y restaurar su temperatura. De ahí que pasan más en territorio seco. Pueden ocupar hasta 20 kilómetros desde la costa al interior, y necesitan cursos de agua dulce, que cada vez son más escasos en esta zonas", dice.
Durante la pandemia, Javier Trivelli dice que estos animales comenzaron a hacer su vida muy cerca de las ciudades. "entonces hay que tener mucho ojo con los límites que usamos los humanos y nuestras mascotas". Explica que los chungungos son territoriales y extremadamente sensibles con el uso del espacio. A veces gastan toda su energía en nadar para encontrar el sitio idóneo para poner su madriguera. Esto los debilita para cazar y, como se ve en el documental de Valentina, a veces terminan completamente deshidratados, en las caletas, buscando algo para comer.
Lo del territorio es más complejo cuando hay crías: cada dos años, las chungungas pueden tener entre dos y cuatro, que dependen de ella hasta los 10 o 12 meses, aproximadamente. "Pero por el poco acceso a agua dulce y la dificultad para encontrar madriguera, tuvimos un caso de una chungunga reinsertada llamada Kalfu que no tuvo leche para alimentar a sus cachorros y los pequeños finalmente no sobrevivieron", dice Javier.
Por eso, una de las tareas que ocupa sus días con las fundaciones Chichimén y, desde este mes, Lontra, es promover la restauración de esas zonas costeras para las poblaciones de chungungos que ya existen. "Sabemos que hay familias aisladas y también tenemos que estudiarlas", dice sobre el proyecto que está a punto de comenzar: desarrollar nuevos hábitats costeros a través de un sistema de madrigueras hechas a medida, para que esta especie pueda expandir su territorio y, poco a poco, ir repoblando la costa. Repoblar El documental de Valentina Díaz sirve para acercarse a los chungungos. Y aprender, por ejemplo, que pueden dormir muchas horas. "En la mañana se levantan muy temprano y nadan un rato en busca de alimento. Entonces comen y se acuestan. Hay un par de horas que quizás no los vas a ver porque están dormidos y, luego, vuelven a buscar mariscos o peces... La verdad es que se alimentan y duermen todo el día. La mayoría del tiempo están en tierra o en las rocas, donde hacen sus madrigueras", dice ella, que quedó sorprendida por su movimiento en el agua, donde son increíblemente ágiles.
Algo de lo que también sabe Javier, que actualmente trabaja en monitorear a los chungungos que han reinsertado, seguir con un sistema radial el comportamiento de los liberados y crear madrigueras para seguir estudiando su comportamiento con cámaras trampa. Además de ayudarlas a encontrar refugio.
Eso también se ve en el documental, cuando una de las madrigueras dispuestas en los acantilados de Quirilluca es habitada por una chungunga y su cría. "Javier las dispone entre las rocas, en zonas clave, y ha ido mejorando el diseño.
Estas madrigueras tienen un fácil acceso, seguro; tienen agua, segundo piso (para que no se contaminen con sus propias heces), e incluso algunas cuentan con un sistema de chip, donde la puerta de la madriguera solo se abre si llega el chungungo que la habita. Esto se hace porque es común que entre ellos se roben la madriguera", dice Valentina. Además, aunque los chungungos no migran, dice Javier, sí se mueven largas distancias. Por ejemplo, de Maitencillo a Zapallar, y en el camino van dejando madrigueras.
También en pandemia pudieron ver que muchos chungungos colonizaron la playa de arena e hicieron madrigueras en los matorrales cercanos. "Esos sitios generalmente están llenos de gente, de perros... No hay mucho escondite". Por eso, también buscan habilitar algunas playas vírgenes. "Sabemos que es un depredador trófico y que regula el ecosistema. Nos motivan mucho los estudios que vamos a poder seguir haciendo cuando conozcamos en detalle el rol del chungungo en la cadena alimenticia de la zona", dice Javier. D El regreso del GATO DE MAR Al chungungo, la nutria marina chilena, no muchos la han visto y cuando la encuentran, es una sorpresa. Más o menos eso le pasó a la autora de un documental que rescata el trabajo de recuperación de este mamífero que alguna vez pobló las costas de Chile. Y que esperan que vuelva a hacerlo. POR Marcela Saavedra Araya. CHUNGUNGO. Son más grandes que un gato doméstico y pasan el 20 por ciento de su vida en el agua. JA VIER TRIVELLI DELICADOS. Según Javier Trivelli, el camino para conservar esta especie ha sido un aprendizaje largo y complejo. JA VIER TRIVELLI REOTTERING. En la foto, Valentina Díaz y Javier Trivelli bajan por los acantilados de Quirilluca, donde se han visto ejemplares. V ALENTINA DÍAZ AMENAZADOS. Los perros y la disminución de su hábitat y alimento debido a la expansión de las ciudades, hacen peligrar su existencia. JA VIER TRIVELLI El regreso del gato de mar.