El triunfo de un PROFESOR SOLITARIO
El triunfo de un PROFESOR SOLITARIO A 180 kilómetros al norte de Santiago queda el pueblo de Cabildo, ubicado en la provincia de Petorca, una cuenca decretada como "zona de escasez hídrica" hace ya varios años. Allí, donde viven no más de 20 mil personas, que se sustentan principalmente del trabajo minero, Patricio Vilches, profesor de enseñanza básica, de 41 años, nació, creció y trabajó, hasta 2016.
Ese año, cuenta, estaba contratado como docente en el colegio bicentenario del pueblo, cuando su jefa del departamento de educación de la municipalidad le ofreció hacerse cargo de una escuela unidocente, en una localidad rural llamada Guayacán.
Patricio no conocía el sector, solo sabía que quedaba a unos 30 minutos en auto de Cabildo, que era un pequeño poblado, de no más de 100 familias que vivían al costado de la carretera que lleva hacia Los Andes, y que en su mayoría se dedicaba a la crianza de animales. También sabía que la educación de los estudiantes de esa escuela estaba en jaque, ya que luego de varios años de mala administración se había instalado la amenaza del cierre del establecimiento. Alentado por sus compañeros y jefas, y sin saber mucho a lo que se enfrentaba, decidió tomar el desafío. Así, a comienzos de 2017, asumió como director y único profesor de la escuela que contaba con solo nueve alumnos, pero todos en diferentes cursos, entre primero y sexto básico. Patricio aún recuerda la primera impresión de cuando fue a conocer la escuela.
Se queda en silencio, aprieta los labios y luego dice: --Me da un poco de pena recordar eso... No voy a decir que se estaba cayendo a pedazos, pero no teníamos rejas, teníamos mallas de gallinero, basura, desorden y lugares donde se almacenaban muchas cosas en desuso. Todo el pabellón donde se hacían las clases era tan deprimente, porque estaba descascarado, sucio y con termitas. El abandono era muy grande. Patricio consultó por fondos para arreglar la escuela, pero le dijeron que no había dinero. --Fue una decisión irresponsable digo ahora, porque lo romanticé. Pensaba en el profesor rural, que los niñitos le llevan frutitas, huevitos, pancitos.
Y si bien pasa eso hasta hoy, que me siento parte de la comunidad, hay otra parte de todo lo difícil y de la soledad que significa ser unidocente --relata Patricio, quien ya lleva ocho años como director de esta escuela y por cuya labor acaba de ser premiado con el Global Teacher Prize Chile 2024, considerado el "Nobel de la educación". La noche del martes pasado, poco después de que Patricio recibiera el galvano por haber ganado el Global Teacher Prize Chile en el Teatro Municipal de Las Condes, se le acercó su madre, y lo abrazó mientras la caían las lágrimas.
Al verla ahí, emocionada, él no pudo evitar recordar sus años de infancia y pensar en los esfuerzos que hizo ella para que él llegara hasta ese momento. --Para mí, la gran impulsora de todo esto es ella --explica. Cuenta que él es hijo único, que su madre fue madre soltera y que durante toda su infancia vivieron junto a sus abuelos maternos en una de las poblaciones de Cabildo.
Desde que Patricio tiene recuerdos, ella trabajó como asesora del hogar y su ingreso fue por mucho tiempo el único de la familia. --Mi mamá fue el sostén de mi familia completa, no solo mío, de mis abuelos, mis tías, vivíamos como en una típica familia de allegados. Llegamos a ser en un minuto como 12 personas en una casa. Hoy día pienso cómo pudimos sobrevivir con un solo baño, todos muy hacinados, pero en el momento nunca lo vimos como algo malo, era lo que había. Estudió en la escuela pública del barrio, en cursos de 40 estudiantes, donde recuerda haber pasado la mayor parte del tiempo desapercibido. Hoy, valora a los profesores de esa escuela que, con muy pocos recursos y sin tecnología, lograban la atención de sus alumnos.
Sin embargo, recuerda con cierta lástima que el ser estudioso no era algo muy valorado. --Tener un alumno curioso en un aula de 45, cuando todos quieren irse, jugar, que pase rápido la materia, que la profesora no explique, finalmente era casi como un enemigo y el que levantaba la mano recurrentemente, era pifeadera, tirarle papeles, pegarle. Es algo bien fuerte, solo por el hecho de querer aprender más, eso me marcó mucho. Sin embargo, esa impresión cambió cuando salió de octavo básico y entró a un nuevo establecimiento.
Él se estaba preparando para matricularse en el liceo del barrio, cuando su madre le contó que su jefa la apoyaría para que él pudiera estudiar en un colegio particular subvencionado. --Esta familia, con la que mi mamá trabaja ya hace 36 años como asesora del hogar, de alguna manera me apadrinó, por decirlo así. Y apoyó mucho a mi mamá, sobre todo en los temas de estudio, de poder elevarme un poco. Como niño yo iba con temores, mis amigos del barrio se iban a un liceo y muy poquitos nos vinimos para este otro lado --dice Patricio. Al llegar a primero medio reconoce que fue difícil nivelarse.
Sintió desventajas en matemáticas, en lectura, pero también por primera vez pudo usar un computador, acceder a un laboratorio de ciencia y se impresionó con algunos materiales, como la greda que se vendía envasada. --Ahí nos dimos cuenta de que veníamos con alta desventaja en cuanto al currículum, pero el colegio tenía algo súper interesante, porque al final nos entregaban los contenidos a través del desarrollo de habilidades. Y ahí se emparejó la cancha, creo yo, porque ahí todos podíamos ser habilosos. En ese colegio, nació la idea de convertirse en profesor. --Con la educación uno empieza a entender muchas cosas, las carencias de cultura, de arte, de oportunidades, y la idea de romper ese círculo.
Empecé a entender que en mí había una oportunidad, porque yo era el hijo de la nana que estaba yendo a un colegio particular subvencionado, tal vez era el único de mi población que estaba ahí. Entonces dije, esto es una oportunidad para mí. No es como que a mí me quieren llevar a otro lado y que yo pertenezca a otro mundo. No. Me están dando la herramienta para que yo apoye a mi población.
Ahí la Pedagogía comenzó a venir a mi mente como una opción, pero siempre con la idea de volver a educar a los hijos de mi vecino, a los hijos de mis primos, a los hijos de mis familiares. El año 2000, Patricio entró a estudiar Pedagogía en la Universidad de Playa Ancha con la beca Presidente de la República.
Todos los domingos viajaba desde Cabildo a la casa de unas tías que lo recibían en Viña, cargado de pan y alimentos que enviaba su madre como retribución por el hospedaje y con una bolsita con las monedas justas para la locomoción.
Apenas dio su examen de grado, y cuando recién tenía 22 años, lo llamaron del colegio particular subvencionado en el que había estudiado en Cabildo para que comenzara a trabajar como profesor. --Fue una tremenda experiencia, pero en mí estaba eso de la educación pública, de ir donde más se necesita --dice. Dos años después consiguió trabajo como docente en una escuela municipal de su pueblo.
Desde entonces ha pasado por tres escuelas y dice que en todas su principal motivación ha sido aplicar un sistema de desarrollo de habilidades, el mismo que aplicaron con él cuando estuvo en enseñanza media y hoy que, dice, como director de escuela unidocente ha sido un recurso fundamental. --Mi idea es mostrar que hay otras formas de educar, que no solamente son tan academicistas, tan de un ranking, de un Simce, es como educar en la paz, en el amor, en la inclusión, en el desarrollo de habilidades y que son cosas que hoy día están tan en boga. No solo el romanticismo motivó a Patricio a asumir la dirección de la escuela unidocente G-47, también las ganas de incorporar el método de desarrollo de habilidades. Pero para eso, debía comenzar por intentar mejorar la infraestructura. Al no tener opciones de fondos decidió hacer ventas de "plato únicos a beneficio", concursos de rayuela y cualquier tipo de instancia que le permitiera juntar recursos. Convenció a los apoderados de que lo ayudaran con la organización y por su parte él se comprometió a poner dinero de su bolsillo.
A fin de ese primer año ya había eliminado la plaga de termitas, hicieron un orden profundo regalando y botando muchas cosas en desuso y pintaron todo el revestimiento. --Cuando llegué me encontré con niños tímidos, con niños que de alguna manera tenían muchas ganas, que tenían capacidad igual que todos, pero pocas oportunidades, poco mundo, porque Guayacán es una especie de isla, los niños no salen para otros lados. Lo veía en sus conversaciones, en su poco vocabulario, en sus pocos temas de conversación, que principalmente eran sobre el campo. El desafío, explica, además de desarrollar habilidades y entregarles conocimientos a esos niños, era que tenían distintos niveles de conocimiento y pertenecían a diferentes cursos. --Yo era ignorante en el trabajo multigrado. Llegué con la idea de llevar los seis cursos al mismo tiempo, pero eso fue imposible. En Chile hay 1.087 escuelas multigrado y no hay ningún plan educacional, cada profesor hace lo que puede. Partí dando palos de ciego. Después probé la fusión de cursos y así fui yo mismo depurando un sistema muy propio, muy personal, hasta llegar a lo que hago hoy día. Mientras descifraba un modelo educativo, el transporte escolar dejó de funcionar, les pusieron una camioneta, pero finalmente por presupuesto se las quitaron. Los alumnos no tenían cómo ir a la escuela. Entonces, Patricio decidió comprarse un auto de tres corridas de asientos y recoger él mismo a los estudiantes. Por ese tiempo también se quedaron sin asistente de aseo. Por casi un año tuvo que quedarse, luego de terminar la jornada, a hacer el aseo en la escuela. Luego vino la pandemia, donde tuvo que inventar un sistema para mantener contacto con sus alumnos.
Pasaba todas las semanas dejando dos set de trabajo colgados en bolsas sanitizadas en las rejas de las casas de sus estudiantes y luego subía desde su casa videos tutoriales a su Facebook, para que lo pudieran ver los niños cuando tuvieran internet. --Estos ocho años han sido una montaña rusa, he tenido momentos muy arriba, pero también he tenido momentos muy oscuros, de sentir que no tengo apoyo, no tengo plata, de que nadie se preocupa por nosotros y que a nadie le importamos --reconoce Patricio. Con esa sensación estaba viviendo a mediados de 2022, cuando lo invitaron a exponer en un seminario de la Universidad de Playa Ancha. Sus cercanos le dijeron que fuera, que aprovechara de despejarse. Después de exponer sobre su experiencia como unidocente se le acercó un estudiante. --Era un cabro joven, que me dijo que yo tenía que buscar redes de apoyo.
Le dije que no tenía tiempo, que salía tarde de la escuela y no alcanzaba a ir a golpear puertas a las empresas más cercanas, que en algunas ocasiones lo había intentado y me habían dicho que no.
Pero me dijo: "Profe, busque redes de apoyo pero en las redes sociales, métase ahí, pero hágalo bien y muestre lo que usted hace". Yo no sabía nada, solo tenía Facebook, me averigüe con unos amigos y me hice una cuenta en TikTok. Le puso "el_profe_solito", habló con los apoderados, les contó su idea y le dieron las autorizaciones para que los niños participen de la red social. Hoy tiene 78 mil seguidores y algunos de sus videos tienen millones de reproducciones. --Finalmente, es la bitácora de un profe rural mostrando cómo es la enseñanza acá --explica Patricio. En uno de sus videos más virales, Patricio va manejando por el campo en su auto, visitando las casas de cada uno de sus alumnos, para que sus apoderados firmen sus matrículas.
Por redes sociales lo contactó el delegado presidencial, quien los fue a visitar presencialmente, luego invitaron a los alumnos a una gira de estudios a la Armada, también les han llegado aportes para habilitar una sala para niños con necesidades especiales, les donaron una antena de internet Starlink y hace poco los invitaron a Chañaral, a ver el avistamiento de ballenas. --Una de mis luchas en estos años ha sido posicionarnos como una buena escuela, que se sepa de ella, que no sea la escuela pobrecita de campo, yo quería sacarle ese estigma.
En las comunidades campesinas están pasando tantas cosas interesantes, que no se muestran, que tal vez yo logré visibilizar por las redes y eso ha sido un trampolín, pero hay colegas que hacen cosas extraordinarias, mejores que yo. Desde hace ocho años, Patricio Vilches es el director de la escuela G-47, ubicada en una zona rural cerca de Cabildo, donde él es el único profesor de los ocho estudiantes matriculados. Cuando asumió se encontró con un establecimiento en muy malas condiciones, con niños con poco vocabulario y con cero opciones de recursos.
Hasta que, en un momento de desolación, nació la idea de hacerse un perfil en TikTok que llamó "el profe solito" y es como bitácora de un profesor rural. "En las comunidades campesinas están pasando tantas cosas interesantes, que no se muestran, que tal vez yo logré visibilizar por las redes y eso ha sido un trampolín, pero hay colegas que hacen cosas extraordinarias, mejores que yo", dice.
POR ANTONIA DOMEYKO El triunfo de un PROFESOR SOLITARIO "Mi idea es mostrar que hay otras formas de educar". SER G IO A LF O NSO L ÓPEZ "Me da un poco de pena recordar eso... No voy a decir que se estaba cayendo a pedazos, pero no teníamos rejas, teníamos mallas de gallinero, basura, desorden", dice al describir cómo encontró la escuela de la que se hizo cargo. GANADOR DEL GLOBAL TEACHER PRIZE CHILE 2024:.