El rescate del “MICROMUNDO de las monjas Clarisas
El rescate del “MICROMUNDO de las monjas Clarisas E 4 ARTES Y LETRAS PATRIMONIO Vida monástica en la Colonia: El rescate del “MICROMUNDO5 de las monjas Clarisas crónicas hablaban de que habían 500 personas en el monasterio, inserto en una compleja MAUREEEN LENNON ZANINOVIC E2014, E2014, con el apoyo del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes (Uandes) y un fondo de la Universidad de Harvard, se digitalizaron los archivos de las Clarisas de Antigua Fundación: un rico acervo de documentos que datan de 1600 y que reflejan que las religiosas llegaron a constituir constituir verdaderos centros de trabajo y arte.
Afortunadamente este proyecto pudo ver la luz antes de 2017: triste fecha en que la última casa conventual emplazada en Puente Alto tuvo que cerrar sus celdas de manera definitiva, a consecuencia de la falta de vocaciones y los daños que sufrió el inmueble a lo largo de los años. Una situación crítica que llevó a que parte de la propia comunidad de las Clarisas solicitara solicitara ayuda a los monjes benedictinos.
El fallecido premio nacional de Historia 1984, padre Gabriel Guarda a su vez tomó contacto con un grupo de profesionales de la Uandes, expertos en vida monástica femenina y, de esta manera, se revisó este patrimonio. “Ayudé a catalogar y digitalizar este archivo, archivo, junto a Ximena Gallardo, gracias a una invitación que me hicieron las historiadoras historiadoras Alexandrine de La Taille e Isabel Cruz.
Ese proyecto duró, aproximadamente, aproximadamente, dos años y decidí aprovechar todos todos esos documentos para mi tesis de doctorado en Historia en la Uandes”, recuerda recuerda Alejandra Fuentes González (Viña del Mar, 1987), quien acaba de publicar, bajo Ediciones UC, “Monasterio Antiguo de Santa Clara. Un micromundo femenino femenino de trabajo y contemplación.
Santiago de Chile, siglos XVII y XVIII”. Se trata de un contundente volumen, con abundante material visual, que recoge recoge su tesis y donde esta licenciada en Histoña Histoña por la Pontificia Universidad Católica Católica de Valparaíso y Magíster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural por la Uandes da cuenta de los orígenes y desarrollo desarrollo del convento clariano y, sobre todo, la organización que desplegaron en campos campos manuales y artísticos. Isabel Cruz de Amenábar, autora junto a la propia Alejandra Fuentes y Alexandrine Alexandrine de La Taille (actual directora del Doctorado en Historia Uandes), de “Cerámica “Cerámica perfumada de las monjas Clarisas.
Desde Chile hacia el mundo” (Ediciones UC, 2018), escribió el prólogo y destaca que nacido en 1560, en la ciudad de Osorno Osorno y como beaterio, el Monasterio Antiguo Antiguo de Santa Clara ha sido “depositario de un valor histórico y cultural único en nuestro país”. Añade que el libro recoge un período especifico, hasta 1825, con el inicio de los procesos de laicización de la sociedad y europeización de la cultura. Junto con ello, celebra que con este texto se reconstruye una labor a cargo de manos manos diligentes trabajando para otros, sin precios ni tarifas.
“Manos que se juntan en oración, manos manos que hilan, manos que bordan, modelan modelan y amasan; manos femeninas a través de las que se descubren nuevas facetas de la laboriosidad de la mujer en la época premoderna”, dice la historiadora.
Afirma Afirma que textiles, cerámica y repostería son recuperados por Alejandra Fuentes, “insertos “insertos en la compleja jerarquización social y cultural que, pasados los momentos fundacionales de la orden segunda de los hermanos de los pobres, creada por Santa Clara de Asís en 1212, permeó estos claustros claustros femeninos desde la Baja Edad Media al Barroco hispanoamericano”, concluye Isabel Cruz de Amenábar. Sin una mirada reduccionista Es sabido que a lo largo de los siglos, la orden de las Clarisas llegó a convertirse en una de las familias monacales más sólidas sólidas y fecundas y traspasó fronteras. Prueba Prueba de ello es que es la primera institución religiosa femenina fundada en Chile. “Se habla de Monasterio Antiguo porque, porque, a fines del siglo XVII, se funda otro, a raíz de un conflicto con los franciscanos. La comunidad se divide, pero el original es de Osorno. El otro convento que se funda, funda, a fines del XVII, sigue vigente hoy. Es el de las llamadas Clarisas de la Victoria o de Nueva Fundación (1663), en La Florida; Florida; y más recientemente hay otro: Santa María de los Angeles, en Biobío. Ahí fue a parar el archivo, tras el cierre de Puente Alto”, manifiesta Fuentes. Luego del desastre de Curalaba en 1598, que significó la destrucción de todas las ciudades españolas al sur del Biobío, las mujeres dejan Osorno y terminan mstalándose mstalándose en Santiago en 1604. En la capital capital se presentan oficialmente como Clarisas, Clarisas, bajo la protección de Santa Clara y profesan en la regla aprobada por Urbano Las Clarisas endulzaron diferentes frutas con azúcar y miel. IV. Durante un largo período se ubican en los claustros de la Alameda, donde hoy está la Biblioteca Nacional; y su último cobijo cobijo fue Puente Alto. La autora de la publicación destaca que le interesó trabajar tres aspectos: primero la historia del antiguo beaterio de Osorno y su llegada a Santiago.
También la parte social, sobre todo los tipos de personas propias de esta vida monástica, no solo monjas, sino que también mucha población población seglar como viudas, mujeres que buscaban protección, familiares de las religiosas, religiosas, personas que trabajaban en el servicio doméstico y esclavas.
“Quise revelar revelar cómo funcionaba ese mundo jerárquico jerárquico y en tercer lugar que es el centro de la tesis dar cuenta de las numerosas labores que emprendieron”, comenta Alejandra Fuentes, quien forma parte del equipo de investigadores del Centro de Estudios Históricos y Humanidades de la Universidad Bernardo OHiggins. Agrega que se trata de un mundo desconocido desconocido y que, lamentablemente, ha sido sido visto desde una mirada más bien reduccionista, “como mujeres coloniales que no trabajaban y solo se pasaban rezando. rezando. Siento que había que darles su lugar lugar y rescatar su vida cotidiana. Una parte central era el oficio divino y la contemplación, contemplación, pero también estaban estas prácticas que daban cuenta de un micromundo donde vivían muchas personas y de diferente diferente manera. La historiografía habla de una ciudadela conventual”, apunta.
La autora detalla que realizaron labores administrativas: administrativas: gestionar un convento, las comunicaciones con los sfridicos y el obispo, ios obispo, ios registros de cuentas y las crónicas, trabajaron oficios manuales e incursionaron incursionaron en el mundo de los cuidados. “Como ellas no podían salir al exterior, tenían que atenderse dentro del claustro y ahí se fueron fueron generando especialidades”, expresa. Un crisol social femenino Otro de los aspectos que profundiza es el trabajo que, al interior de los claustros, ejercieron variadas mujeres. Entre otras, las monjas de menores ingresos económicos, económicos, como las de velo blanco, quienes como como no aportaban la totalidad de la dote y alternaban la vida contemplativa con el servicio a la comunidad. O las donadas, que no aportaban y, por ello, trabajan en oficios como la cocina y la enfermería.
“Pero también hubo mujeres que no llevaban hábito, mujeres libres que encontraban encontraban en el convento una oportunidad oportunidad laboral y mujeres esclavizadas, que por su condición jurídica estaban obligadas obligadas a trabajar para las monjas. Estas últimas últimas eran, en su mayoría, esclavas de origen origen africano. Hay todo un mundo del trabajo trabajo que evidencia redes y conexión con el exterior y que nos habla de un variado mundo en términos de prácticas culturales”, sostiene Alejandra Fuentes. La historiadora enfatiza que quiso desarrollar los años coloniales, previos a la Independencia (siglos XVII y XVIII), en Santiago. “La época de oro. Las crónicas hablaban de que habían 500 personas en el monasterio. Es una cifra relevante, en el contexto de un Santiago colonial con muy pocos habitantes”. Alejandra Fuentes habla de las Clarisas antiguas y su pequeña “industria” monástica. En cuanto a la costura y alfarería, elaboraron obsequios para agasajar a los bienhechores del convento con “pañuelos de primor” y cerámicas policromadas perfumadas que incluían, en algunas ocasiones, miniaturas de tela. Los pañuelos se entregaban, por ejemplo, a los sacerdotes sacerdotes que se encargaban de las misas en las fiestas religiosas, como sucedió con la fiesta de Santa Clara, en agosto de 1763. Las cerámicas, en tanto, se regalaban a las autoridades civiles y eclesiásticas que visitaban periódicamente a las monjas. Junto Junto con ello, realizaron trabajos de aguja para agasajar a Cristo, confeccionando las vestimentas sagradas y los ornamentos utúrgicos, y para agasajar a la heterogénea sociedad intramuros.
En él área de la repostería, la investigadora investigadora aclara que las Clarisas antiguas no escribían sus recetas, pues su tradición culinana culinana se transmitía de generación en generación, generación, a través de la oralidad. oralidad. Pero en sus libros libros de cuentas es posible posible revisar los ingredientes ingredientes que utilizaron para sus preparaciones dulces, entre otras arroz, cebada, nueces e higos. Fuentes comenta comenta que las frutas eran aderezadas con exóticas exóticas y lujosas especies l orientales, como el anís, la canela y el da2 da2 yo de olor.
“En ello no solo incidían sus reconocidas reconocidas y milenarias propiedades terapéuticas terapéuticas y antibacterianas, sino que también también el agradable aroma que permitía que dichas elaboraciones deleitaran, al mismo tiempo, el gusto y el olfato de monjas y seglares”, escribe la autora de “Monasterio “Monasterio Antiguo de Santa Clara”. Detalla que aromatizaron los dulces de fruta, bizcochos, bizcochos, postres de leche y helados fabricados fabricados en el propio convento. Finalmente, un aporte clave fue la cerámica cerámica policromada y perfumada, y para ello adaptaron diversos influjos artísticos propios de Europa y el mundo mediterráneo. mediterráneo.
Partieron fabricando piezas desde el beaterio de Santa Isabel de Osorno, hasta la década de 1980 y estas manufacturas fueron el resultado de un trabajo mancomunado mancomunado intramuros, con aportes de las monjas de velo negro (con mayor poder adquisitivo), las de velo blanco y las llamadas llamadas donadas, pero también se sumaron sumaron criadas y seglares.
“En el siglo )(VIII, las cerámicas perfumadas perfumadas de las Clarisas antiguas circularon tanto en el Reino de Chile como en otras latitudes de Hispanoamérica y de Europa, Europa, pues llamaban la atención no solo por su extraña procedencia y sus características características estéticas, sino por sus múltiples propiedades propiedades sensoriales y terapéuticas”, explica explica Alejandra Fuentes González. Concluye que es impactante cómo estas estas mujeres confeccionaron estas piezas “con aplicaciones de oro y perfumadas. Es impresionante el nivel de detalle de esta esta manualidad, y que también está presente presente en sus textiles y repostería. Hay un trabajo muy delicado y minucioso que solo solo ellas lo podían realizar.
De verdad que ahíla mano de monja se nota: la paciencia, el detalle y el trabajo minucioso de la vida conventual”, cierra la autora, que también también acaba de publicar “Arte y memoria afrodescendiente en Chile” (Ril, 2025). Histoi EL. MERCURIO J 29 DE JUNIO DE 2025 Imagen izquierda. Mate con pie y dos asas con pajarillos. Siglo XIX. Arcilla.
Colección Museo Histórico Nacional de Chile.. La historiadora Alejandra Fuentes González publica “Monasterio Antiguo de Santa Clara” donde da cuenta de los orígenes y oficios de las primera institución religiosa femenina de clausura, fundada en Chile en el siglo XVI. La autora explica que quiso revelar una “época de oro”. Las Tetera de color verde con aplicaciones doradas. Arcilla. Colección Monasterio Monasterio Antiguo de Santa Clara. jerarquización social y cultural que permeó estos claustros femeninos desde la Baja Edad Media. Vista del Monasterio Antiguo de Santa Clara en la Alameda de Santiago, con el cerro Santa Lucía de fondo. 1870. Colección Museo Histórico Nacional de Chile. “Santa Clara de Asís con custodia”. custodia”. Siglo XVIII. Colección Monasterio Monasterio Antiguo de Santa Clara, en Santiago de Chile. Pintor cusqueño seguidor de Diego Quispe Tito. Monjas Clarisas mostrando sus trabajos en el locutorio del monasterio.
Coleccción de fotografía del Museo Histórico Nacional de Chile. micas perfiimadas perfiimadas de las Clarisas antiguas antiguas circularon tanto en el Reino Reino de Chile como en otras latitudes de Hispanoamérica Hispanoamérica y de Europa, Europa, pues llamaban llamaban la atención no solo por su extraña procedencia procedencia y sus características estéticas, sino por sus múltiples múltiples propiedades propiedades sensoriales y terapéuticas que deleitaban a hombres y mujeres de las diferentes élites élites coloniales”. h Alejandra Fuentes es investigadora de la Universidad Bernardo OHiggins. Manuscrito del Monasterio Antiguo de Santa Clara, de Santiago de Chile. “MONASTERIO ANTIGUO DE SANTA CLARA. UN MICROMUNDO FEMENINO DE TRABAJO Y CONTEMPLACIÓN. SANTIAGO DE CHILE, SIGLOS xv.
II y xvur Alejandra Fuentes González 2025,421 páginas Ediciones UC $30.000 HISTORIA cio divino y la contemplación, pero también estaban estas prácticas que daban cuenta de un micromundo micromundo donde vivían muchas personas y de diferente manera. manera. La historiografía historiografía habla de una ciudadela ciudadela conventual”. conventual”..