El real valor del financiamiento académico y territorial de zonas aisladas
El real valor del financiamiento académico y territorial de zonas aisladas HéCTOR HERNáNDEZ CERDA, DIRECTOR ECONóMICO Y ADMINISTRATIVO (S) DEL CFT Uno de los grandes desafíos que aún enfrenta la educación técnica superior en Chile es avanzar hacia una equidad territorial real. No basta con hablar de descentralización si no somos capaces de llevar oportunidades concretas a cada rincón del país. Y esto incluye, de manera muy especial, asegurar que la formación técnica de calidad llegue a zonas aisladas, donde por años las opciones han sido limitadas o, derechamente, inexistentes. Un paso significativo en esa dirección fue la promulgación de la Ley 20.910, que permitió la creación de 15 Centros de Formación Técnica Estatales. Estas instituciones nacieron con un propósito claro, formar técnicos y técnicas preparados para integrarse al mundo laboral, con herramientas pertinentes, y con un fuerte vínculo con el entorno productivo local. Pero junto con esta muy buena noticia, surge un desafío igual de importante, el financiamiento para el óptimo desarrollo de estas instituciones.
Porque abrir una institución no basta, para que un CFT cumpla verdaderamente su rol en una región extrema o aislada, necesita contar con recursos adecuados que le permitan sostener una oferta académica robusta, pertinente y con impacto real. No estamos hablando solo de nóminas de remuneraciones o infraestructura, estamos hablando de futuro. Las instituciones ubicadas en zonas aisladas enfrentamos costos operacionales mucho más altos que aquellas del centro del país. Lo que complejiza desde la adquisición de insumos, el traslado de equipos, la contratación de profesionales, hasta la mantención de infraestructura, todo implica mayores esfuerzos logísticos y presupuestarios. Esta experiencia he sido vivida en carne propia por nuestra institución, el CFT de Magallanes, para lograr el desarrollo actual en la ciudad de Porvenir. La falta de recursos no solo afecta la calidad académica, sino que tiene un impacto directo en el tejido social y económico de las comunidades.
En muchas zonas donde antes no existía ninguna institución de educación técnico profesional, la llegada de un CFT Estatal representa una transformación profunda, y esto lo saben los más de 70 titulados nuestra institución desde su inicio de actividades académicas. No es exagerado decir que, para muchas familias, es la primera vez que la educación superior se vuelve una posibilidad real y cercana. Es una oportunidad que cambia trayectorias de vida. El impacto estratégico de contar con estas instituciones en lugares remotos, en donde no llega el sector privado, es enorme.
Permiten que, no solo los jóvenes, puedan formarse sin tener que dejar su hogar, su comunidad o sus redes de apoyo, sino también muchas personas que, estando insertos en la vida laboral, están perfeccionando sus conocimientos o cumpliendo el sueño de estudiar. Por otro lado, ayudan a retener talento local, a generar capacidades técnicas que se conectan directamente con las necesidades de sus propios territorios. Desde lo social, estos centros también cumplen un rol que va más allá de la sala de clases. Se convierten en espacios de encuentro, cultura y pertenencia. Donde antes había abandono o aislamiento, hoy pueden florecer proyectos educativos, iniciativas comunitarias y sueños personales que parecían lejanos. Económicamente, la falta de inversión adecuada es un freno a todo ese potencial. Sin recursos para laboratorios, docentes, personal administrativo o programas innovadores, se vuelve difícil responder a los desafíos locales. Y sin centros de formación activos, conectados con el territorio, se dificulta la diversificación económica y la generación de empleo. Por eso, es fundamental que el financiamiento de la educación superior en zonas aisladas se entienda no solo como una herramienta educativa, sino como una palanca de desarrollo territorial. Es una inversión estratégica, que permite construir comunidades más resilientes, más capacitadas y con más oportunidades para sus habitantes. Mediante un financiamiento robusto de estas instituciones no solo se hace posible la educación, también es apostar por el desarrollo de Chile desde sus territorios. Este es el anhelo de un porvenireño que, en su momento, debió dejar su tierra natal para forjar su futuro profesional. Hoy, con orgullo y esperanza, contempla cómo en su ciudad, Porvenir, ha crecido y se ha consolidado un Centro de Formación Técnica Estatal que no solo entrega formación académica, sino también futuro y esperanza..