Autor: LUZ MARÍA BUDGE
Educación: Focos en urgencia
“... la evidencia nacional e internacional releva que el involucramiento de los padres en la educación de sus hijos, a través de una mayor conexión con estos y con la comunidad escolar, disminuye el riesgo de deserción escolar... ”. Presidenta Consejo Nacional de Educación Las alarmas en educación están hoy en la deserción escolar, la baja asistencia, el rezago en los aprendizajes y los problemas de salud mental; y requieren con urgencia ser abordados con planes de trabajo de corto plazo, porque el tiempo perdido para nuestros estudiantes no se recupera. Chile fue el país OCDE que mantuvo más tiempo las escuelas cerradas durante la pandemia, 259 días; más de 227 mil estudiantes han abandonado la educación y casi 1,3 millones registran inasistencia grave.
Asimismo, la Encuesta Nacional de Monitoreo Educacional en Pandemia, de las universidades de Chile y Católica, en conjunto con el Centro de Estudios del Mineduc, muestra que los principales desafíos reportados por directores, como temas críticos, son el rezago en los aprendizajes y el bienestar socioemocional.
Como Consejo Nacional de Educación (CNED) consideramos que estos temas deben abordarse oportuna, efectiva y colaborativamente no solo entre quienes integramos el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad (SAC), sino también con la participación de todos los actores clave de la educación y con un enfoque intersectorial incluyendo a las organizaciones comunitarias, los padres y la labor conjunta de los integrantes del SAC y otros ministerios como Desarrollo Social y Salud. Existe una variedad de enfoques proactivos para encontrar y reconectar a los estudiantes con las escuelas.
La evidencia nacional e internacional muestra el impacto directo del ausentismo en el proceso de exclusión educativa; asimismo, releva que el involucramiento de los padres en la educación de sus hijos, a través de una mayor conexión con estos y con la comunidad escolar, disminuye el riesgo de deserción escolar.
En el CNED creemos que es urgente fortalecer los incentivos para que los establecimientos trabajen mancomunadamente con las familias y con los niños y jóvenes para evitar el ausentismo crónico que pone en riesgo la adherencia del estudiante al sistema escolar.
Además, la baja asistencia dificulta la generación de vínculos y relaciones sociales estables, poco a poco se va desprendiendo de un sistema que no les reporta satisfacciones, y esto puede traducirse en menos oportunidades de desarrollo integral y una vida adulta con menos posibilidades laborales. Sobre los rezagos en aprendizaje se ha dicho mucho y, usando datos OCDE, podemos estimarlo en al menos 1,3 años.
Estos conocimientos y habilidades se generan en las salas de clases y, por lo tanto, debemos procurar que estas sean desafiantes, apurar el paso con sentido de urgencia, buscar metodologías creativas, que se focalicen en un equilibrio entre conocimientos, habilidades y el desarrollo personal de los estudiantes, para favorecer que la mayor cantidad de estudiantes pueda alcanzar el desarrollo escolar que les permita ejercer una ciudadanía activa y propositiva, y desempeñarse adecuadamente en la educación superior o en lo que decidan a futuro. Finalmente, una buena convivencia familiar y escolar, y velar por el bienestar socioemocional de nuestros estudiantes, es un requisito de base para poder desarrollarse como persona y para su trayectoria escolar.
Desde el sistema educativo tal vez no podremos resolver problemas contextuales, agudizados en contextos de vulnerabilidad económica y social, pero ciertamente nuestras escuelas pueden ser espacios donde se generen oportunidades de aprendizaje variadas y estimulantes, en un clima de confianza y respeto, donde los estudiantes son apoyados en sus debilidades y celebrados en sus fortalezas y reconocidos por su esfuerzo y perseverancia. Estosseránlos factores protectores más relevantes para que podamos soñar con niños y jóvenes sanos que aporten a un Chile mejor.