El colapso de la sociedad del rendimiento
El colapso de la sociedad del rendimiento Edtor El colapso de la sociedad del rendimiento El ocio, a menudo considerado como una pérdida de tiempo o un lujo reservado para aquellos que no dependen económicamente económicamente al cien por ciento, merece una revisión más profunda. En realidad, el ocio es el tiempo que nos permite reconectarnos con nosotros mismos, nuestros gustos y obtener un descanso satisfactorio. En la vorágine de la sociedad actual, nos vemos inmersos en un constante afán por alcanzar metas y cumplir expectativas. expectativas. Dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a trabajar, estudiar y perseguir el éxito, dejando de lado momentos de desconexión y disfrute personal. Sin embargo, esta mentalidad mentalidad obsesiva por el rendimiento tiene un precio. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han argumenta en sus obras que vivimos en una sociedad de rendimiento” en la cual hemos construido una serie de instituciones y estructuras destinadas a maximizar nuestra productividad. Gimnasios, centros comerciales, bancos, torres de oficinas y laboratorios genéticos se han convertido en símbolos de esta cultura del esfuerzo constante. A su vez, las enfermedades que nos aquejan se reducen a un conjunto muy específico: depresión, déficit de atención, trastorno de personalidad y síndrome de desgaste ocupacional. En esta sociedad del rendimiento, nuestra principal obligación obligación es el deber y el verbo “poder” adquiere una relevancia desmedida. No resulta sorprendente encontrarnos con el eslogan “Sí, se puede” en numerosas campañas políticas y agrupaciones sociales, donde se nos insta a superarnos constantemente y alcanzar la excelencia en todas las áreas de nuestra vida.
Pero, ¿qué sucede cuando nos convertimos en nuestros propios propios verdugos? Como sujetos de rendimiento, nos exigimos constantemente ser mejores, comer de manera saludable, hacer ejercicio, ser personas ejemplares, cumplir y rendir en cada aspecto de nuestras vidas. Nos hemos liberado de los amos y jefes tradicionales, pero nos hemos convertido en esclavos de nuestras propias expectativas. Es fundamental detenernos y reconsiderar la importancia del ocio en nuestras vidas. Debemos generar espacios donde sintamos tranquilidad, sin pensar en las tareas pendientes o en las metas por alcanzar. Necesitamos aprender a disfrutar del momento presente, poner nuestra mente en blanco, meditar, descansar y simplemente disfrutar. Solo desde este estado de calma y equilibrio podremos construir una sociedad sociedad más humana, alejada de la obsesión por el rendimiento y centrada en el bienestar integral de cada individuo. El ocio no debe ser visto como una pérdida de tiempo, sino como un componente esencial de nuestra existencia. Es el momento en el que podemos reconectarnos con nuestras pasiones, fortalecer nuestros vínculos sociales y revitalizar nuestra mente y cuerpo. Es en estos momentos de desconexión desconexión que encontramos inspiración, creatividad y nuevas perspectivas. Es hora de valorar el ocio como un derecho fundamental, no solo para aquellos que tienen la libertad económica, sino para todas las personas. Es una pausa necesaria en medio de la vorágine del día a día, un momento LUIS FERNANDO GONZÁLEZ SUBDIRECTOR.