Apuntes sobre un libro imaginario
Apuntes sobre un libro imaginario Rodrigo Contreras Vergara Apuntes sobre un libro imaginario "El territorio imaginario: La zona central de Chile (20 ensayos para desandar mitos)" es un libro compilatorio que intenta reinterpretar el imaginario sobre el que se ha construido la historia de las ciudades del valle central. Una tarea difícil que abre un mundo de preguntas y desafíos U na película del Maule. Todo lo que ha sucedido en el Maule, retratado, reinterpretado, imaginado, en una película coral, de tantos personajes como lo permita una saga. Y que al final, con lágrimas en los ojos, usted pueda decir, sí, esto es el Maule.
Y luego, saboreando un completo en los carritos, alegar por el patrón de fundo, por su imagen reflejada en las gestas neoliberales del siglo XXI; despotricar por los gañanes desfilando por la 2 Sur y desparramándose en la plaza para lanzarle piedras a los carabineros.
Y también complacerse con la solidaridad del hombre de campo, con su simpleza; reírse de su picardía y sabiduría popular, como si la sabiduría fuera un bien de consumo repartido por un delivery. ¿Qué Maule se imagina? ¿ Qué Maule se ha ido construyendo en su imaginación? Porque sepa que todo lo que sucede, desde que sucede, deja de ser real y se transforma y vuelve a transformarse en su mente. Es decir, en algo que solo existe en la imaginación. Como pensar es gratis (y saludable), todo esto pensaba mientras intentaba un cuestionario para los editores del libro. En cierto punto me aburrí. Dije, esto me supera, demasiado intelectual el planteamiento. Cómo es eso de que la zona central es un territorio imaginario.
De qué se trata este asunto. ¿Me están diciendo que el Maule en realidad sólo existe en mi imaginación? No le di importancia al subtítulo que decía: "20 ensayos para desandar mitos". Ah, entonces somos un mito. Somos un mito imaginario. Como decir que yo no soy yo, sino un ser imaginario, imaginado no sé por quién. Ven, el asunto se pone color de hormiga, un color imaginario y una hormiga reinterpretada y vuelta a imaginar.
El libro en cuestión es "El territorio imaginario: La zona central de Chile (20 ensayos para desandar mitos)", bajo la atenta edición de Víctor Brangier, director del Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca, y Eduardo Bravo, coordinador de la misma entidad.
Se trata, remitiéndonos al resumen de la contratapa, de un texto compilatorio que "apuesta por un diálogo interdisciplinario desde las ciencias sociales y las humanidades, para desentrañar imaginarios que en el tiempo han dado forma y fondo a la zona central de Chile". Y se acota que "aspira a correr el velo de los mitos que ocultan (pero que a la vez construyen) al paisaje y a sus habitantes". Quizás ahí está la clave. Ocultar y construir, dos ideas en apariencia contrarias, pero que están más cerca de lo que uno... imagina. Como el bien y el mal, la bondad y la crueldad, el cielo y el infierno. Porque ninguna construcción es limpia, como ningún país es un paraíso. Tal vez por eso el libro rehúye el concepto de identidad, porque la identidad tiende a resumirse en ideas claras, dejando de lado las zonas oscuras. En fin, en este punto como que me volví a encantar con el tema.
Y me dieron ganas de leer, por ejemplo, el texto de Nicolás Celis Valderrama sobre "El mito de la atracción amorosa entre el patrón y la china... ", o "El Maule como mito: procesos de escritura y ficcionalización del espacio en El lugar sin límites y El obsceno pájaro de la noche de José Donoso", de Iván Pérez Daniel. También hay ensayos de Leyla Torres, José Luis Uribe, Raúl Sánchez, Horacio Hernández, Christian Engels, Glenn Deulofeu y Pedro Zamorano, entre otros. Un conjunto de miradas contundente e intimidante, que requiere de un esfuerzo que supere el academicismo de la estructura y tono del ensayo. Superada la valla uno puede especular, criticar, charlar, exponer, sobre los mil temas y preguntas que se abren tras la apuesta de desandar mitos.
Y si aún no está del todo claro, en la presentación, José Bengoa dice cosas como que "Chile surge de su llamado e imaginado Valle Central", y que el imaginario surgió de hechos fundantes: "'acá no hay indios', se dijo y se afirmó y se lo sigue haciendo hasta hoy.
Los indios están en las fronteras: en el norte, los `cholos' y en el sur los `araucanos'". Consecuentemente, concluye Bengoa, "en el valle central somos todos blancos, europeos, católicos, hablamos español o castellano como se lo quiera nombrar y somos una `gran familia'". Mientras que Alejandro Viveros, en sus "Notas sobre la imaginación y el imaginario", define que un imaginario es "una invención (... ) algo irreal, que se acuña en contraposición a lo real, y que, al mismo tiempo, le da sentido, esto es, vuelve vivible a esa realidad". Es más, argumenta, "los imaginarios son una vectorización que, a través de la imaginación, conducen al ser humano por el mundo que él mismo construye". Un "mundo imaginario", precisa Viveros, es también un "mundo otro", porque "admite otra forma de vivirlo, un mundo que todavía es posible, y que en virtud de la misma imaginación mantiene una dimensión utópica (y mesiánica) que interpela, desde un horizonte alternativo (y propositivo) a los cuestionamientos y desafíos presentes en los derroteros de nuestra modernidad tardía". Entonces, al menos en los términos en que se plantea el libro, no es que lo imaginario no exista y se contraponga a lo real. Es más bien que entre lo imaginario y lo real hay una relación creativa de nuevos mundos, a veces de dimensiones míticas, que reflejan dudas y desafíos.
De ahí la propuesta de los editores cuando afirman que si bien "los imaginarios y símbolos reduccionistas pueden estorbar para construir un diálogo entre realidades locales y aspirar a la cohesión social", los imaginarios son "re-apropiables por quienes más soportan sus efectos y externalidades", refiriéndose a los habitantes de los territorios.
En esta reinterpretación de imaginarios, concluyen los editores, "es posible pintar el territorio con nuevos signos que conecten con las necesidades y expectativas de sus propios habitantes". Resuelto el enigma, me voy a leer al hombre imaginario, ese que vive en una mansión imaginaria y que sueña con una mujer imaginaria..