Autor: Tomás Recart estaba esperando esta llamada. No
Tomás Recart: “ LA VIOLENCIA SE HA NORMALIZADO PORQUE NO HAY CONSECUENCIAS CLARAS”
Tomás Recart: “ LA VIOLENCIA SE HA NORMALIZADO PORQUE NO HAY CONSECUENCIAS CLARAS” porque tienen la mochila de resolver todos los problemas que tiene la humanidad y la familia en una sala de clases”. porque estaba agendada hace días, sino porque cree necesario hablar de lo que considera una crisis urgente: la descomposición del sistema educativo chileno y el aumento de la violencia en los colegios.
Ingeniero civil, máster en Administración Pública, fundador y director ejecutivo de Enseña Chile, y excandidato a la primera Convención Constituyente, Recart ha estado inmerso en el desafío de abordar la calidad de la educación en contextos vulnerables inspirando el trabajo de su programa en el modelo de Teach for America. Desde entonces, explica, el programa se ha dedicado a reclutar a algunos de los mejores egresados de universidades como la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. El feedback que Recart recibe de estos profesionales, dice, refuerza su diagnóstico: los problemas estructurales del sistema son profundos y requieren una transformación. Hoy, su diagnóstico es categórico: la gran responsabilidad es haber perdido el foco en el aprendizaje.
Los síntomas, dice, son claros: el aumento de la deserción escolar, que pasó de 200 mil estudiantes fuera del sistema antes de la pandemia a 280 mil actualmente, y la violencia descontrolada en las aulas son señales de un sistema que ha dejado de priorizar lo esencial.
A esta falta de estímulo se suma un nuevo enemigo: las redes sociales y la cultura narco, que han capturado la atención de los jóvenes, ofreciéndoles recompensas inmediatas que la escuela no parece capaz de competir. Por si fuera poco, Recart sostiene que la relación entre familias y escuelas está rota, delegando toda la responsabilidad educativa a los profesores. En este vacío, explica, ha surgido una cultura de violencia sin consecuencias claras. Las cifras son contundentes: solo en 2023 se registraron 17.526 denuncias ante la Superintendencia de Educación, de las cuales 12.637 corresponden al ámbito de convivencia escolar. Además, hubo 466 denuncias por maltrato a miembros adultos de la comunidad educativa. Frente a eso, insiste Recart, los equipos directivos han perdido la capacidad de tomar decisiones firmes.
Años antes, eso sí, la situación parecía un tanto más promisoria: A ver, es bueno que se sepa que Chile fue el país que más mejoró en calidad y en equidad dice Tomás Recart, escucha lo que te voy a decir, en el mundo, según la OCDE, desde el año 2000 al año 2009, estoy hablando de la prueba PISA que se hace a estudiantes de 15 años, si uno ve las fotos, se podría decir que lo que estaba pasando en Chile el año 2009 efectivamente era una mala foto porque había muy baja calidad de educación y muy poca equidad. Sin embargo, si uno ve la película, me refiero del 2000 al 2009, era bastante positiva en el sentido de que estábamos avanzando mucho. Según la OCDE, éramos de los países que más avanzamos en el mundo. Es muy impotente eso. ¿Qué ha pasado desde entonces?En el nivel socioeconómico más bajo estamos pegados, y en el nivel socioeconómico más alto estamos disminuyendo. O sea, venimos a la baja, yo diría, porque la cantidad de niños en buen estándar de aprendizaje ha disminuido. Y hemos triplicado la inversión, mucho debate, mucha política, mucha reforma, y estamos peor desde el punto de vista del aprendizaje y también desde el punto de vista de matrícula, de asistencia. O sea, hoy día, antes de la pandemia, había 200 mil estudiantes fuera del sistema, hoy día hay 280 mil. Y los niveles de inasistencia, especialmente en los niveles menores, han ido en aumento. Es una situación crítica. ¿Por qué cree que estos jóvenes han dejado de asistir a la escuela?Porque dejaron de aprender. La expectativa de la familia, la expectativa de los estudiantes es justamente aprender. Y si uno ve la información que hay, efectivamente hemos dejado de aprender. Hemos puesto mucho foco en la escuela, tratamos de que la escuela solucione todos los problemas de nuestra sociedad en los últimos 200 años. Y ahí es donde yo creo que hemos perdido el foco en el aprendizaje. Hemos perdido los fundamentos también. ¿A qué fundamentos se refiere?Hay dos. El primero es el derecho y deber de las familias por educar a los hijos. Y deja explicarlo: este derecho básicamente estuvo muy en boga, muy en discusión en el proceso constituyente y se mal entendió como que las familias podían elegir la escuela.
Y por supuesto que eso es parte de eso, es parte de la libertad de enseñanza y algo de eso hay, sin duda, pero lo primero es que se necesita una comunidad para educar a un hijo. Pero hay un individualismo tan grande que nos olvidamos qué es el derecho y deber, qué es actuar en conjunto. La familia y la escuela no se pueden disociar.
La gente me hace la pregunta, “¿quién tiene la culpa, los profesores o las familias?”. Oye, el problema justamente es que no entendemos que separados nada podemos hacer. ¿Y el segundo?Que el colegio debe ser claro en los valores que va a inculcar. El educar es todo lo que rodea al niño o a la niña desde que nace. El colegio, la escuela, el liceo, tiene que ser súper explícito en qué set deELIHCAÑESNEAZELITNEGvalores va a inculcar. Porque eso te da el fondo para que un profesor no inculque otra cosa. Está lleno de profesores que creen que tienen libertad de cátedra y hablan de ciertos valores a título personal, y no corresponden con el proyecto educativo del colegio y de la familia. Y ni el Estado ni los profesores pueden salirse de ese marco, porque es un derecho humano consagrado. Hoy hemos sido tibios ante todo tipo de violencia, empezando por las familias. La violencia se ha normalizado porque no hay consecuencias claras y eso es gravísimo. Eso nos lleva a otro punto clave: la posibilidad real de que las familias puedan elegir las escuelas en función de sus valores. La constante discusión sobre si realmente estas familias tienen la posibilidad de elegir. Bueno, es muy buena pregunta, porque claro, en muchas partes de Chile la respuesta es no. Hay lugares donde solo hay un liceo o donde las familias no pueden elegir por tiempos de viaje. Aun así, la escuela tiene que ser clara en los valores que va a tolerar y en cuáles no. Si una escuela tiene una política de no violencia, las personas que promuevan violencia tendrán que irse.
Sin embargo, hoy tenemos a profesores amenazados y agredidos por estudiantes y apoderados; estudiantes con armas, apoderados que han llegado a apuñalarse durante una discusión. ¿Cómo se deja de ser tibio frente a algo así?A mi juicio esta violencia tiene asidero en una concepción de justicia reinante en Occidente. Porque esto no es exclusivo de Chile. Durante muchos años se transmitía la idea de que todo era mérito, deque si te esforzabas y trabajabas, ibas a salir adelante.
Pero luego, al ver que mucha gente se esforzaba y no lograba mejorar su situación, el péndulo se fue al otro extremo: ahora todo es sistémico, todo es culpa del sistema, y por ende, yo no soy responsable de mis actos. Esta es la justificación que usa el violento. Dice: “El sistema fue violento primero conmigo, entonces yo tengo derecho a ser violento”. Y eso es un error. La justicia, como yo la entiendo, tiene un componente de mérito, pero también tiene un componente sistémico. Ambos son ciertos, pero no son absolutos.
Tenemos que ser responsables de nuestros actos, y si dejamos de serlo, lo que pasa es lo que estamos viendo hoy. ¿Es una situación sin precedentes en Chile, no?No, este nivel de violencia nunca lo había visto en Chile. En zonas urbanas de Estados Unidos, como el Bronx, es más común ver este tipo de situaciones, pero en gran parte porque es una sociedad donde la gente tiene fácil acceso a armas.
Lo que me preocupa es que aquí en Chile estamos empezando a ver algo similar: personas armándose y un aumento en el uso de armas de fuego y cuchillos, algo que antes no se veía de esta manera. No hay una solución única paraeste problema. Una parte tiene que ver con los equipos directivos, pero otra, igual de importante, es respaldar y capacitar adecuadamente a la fuerza pública.
En ese contexto, ¿cree que las escuelas y las familias tienen las herramientas y la claridad necesaria para enfrentar este tipo de situaciones?Lo que yo veo es principalmente apoderados que violentan a profesores tanto física como verbalmente.
Y obviamente ese ejemplo se traduce a estudiantes que, en el fondo, cometen muchos errores y los profesores, y los apoderados, en vez de generar alguna consecuencia hacia el hijo o hija, apoyan al hijo o hija. Eso es muy común. Si las familias o los estudiantes transgreden esos valores, bueno, tienen que salir de esas comunidades. Porque las comunidades escolares no pueden estar edu-cando a cientos de niños con distintos grupos de valores. Eso revienta y estresa a las comunidades que hoy día, insisto, están tratando de resolver miles de problemas que no les corresponden. Ahora, ¿qué hacemos con esos chicos que no deberían estar en estos colegios debido a sus actos?La situación está llena de preguntas y circunstancias difíciles. Pero el foco tiene“Ahora todo es sistémico, todo es culpa del sistema, y por ende, yo no soy responsable de mis actos. Esta es la justificación que usa el violento”. que ser claro: las personas que van al colegio y quieren aprender, deben tener la posibilidad de hacerlo. Entonces depende. Depende de quién es el estudiante, qué ha hecho, qué ha pasado. Pero la mayor parte del tiempo deberíamos enfocarla en asegurar que quienes asisten al colegio con el deseo de aprender, lo logren. Porque la gran mayoría de los estudiantes quiere aprender.
Estoy convencido de eso. ¿Cómo se enfrenta esta concepción de injusticia que mencionaba antes, en una sociedad donde parece haberse instalado la premisa del camino corto?Es cierto que ese camino parece más jugoso en términos de lo que ofrece. Y claro, el narcotráfico en sectores vulnerables, o las redes sociales, ofrecen ese beneficio inmediato. El subidón de dopamina que generan las redes es exactamente igual al del alcohol. Es justamente ahí donde la escuela tiene que enfocarse en lo más básico: el aprendizaje. Tenemos que darles a esos chicos un motivo para querer aprender, porque si no encuentran ese motivo en la escuela, lo buscarán en otra parte. Yo creo que la escuela debe prohibir el uso de smartphones durante las clases, que es algo que han hecho países progresistas como Holanda, Francia, Inglaterra.
Yo le digo a la autoridad, ¿ustedes dejarían que haya un bar abierto en una escuela?¿ Tienen miedo los equipos directivos de tomar estas decisiones, o solo es falta de respaldo?Lamentablemente, en Chile hemos reducido la autoridad de los equipos directivos. Un ejemplo claro es la Ley de Carrera Docente, que disminuyó aún más su capacidad para tomar decisiones. Desde mi punto de vista, si queremos salir adelante, las decisiones deben ser tomadas por quienes están en terreno, no por autoridades centrales que no tienen el contexto necesario. La dirección pública debería ser el mecanismo que elige el mejor talento para liderar las escuelas, pero ha dejado de serlo.
Los equipos directivos son quienes mejor conocen cuándo los valores que mencionaba antes se transgreden de forma reiterada. ¿Coincide en que estos diagnósticos, que sobre todo afectan a sectores marginados, hayan diluido todavía más el propósito de la educación?Sí. Es como la canción de Los Prisioneros: “Ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación. Y ¿ para qué? Para seguir bailando y pateando piedras”. Esa canción sigue vigente. Esa es la realidad que muchas familias sienten, y lo entiendo. El sistema no les ha ofrecido lo que prometió. Pero ese es un problema de liderazgo, de foco, no del valor de la educación en sí misma. Un estudio de la Universidad de Oxford, publicado en 2022, muestra que muy pocos países han logrado mejorar el aprendizaje de sus estudiantes, a pesar de las enormes inversiones en educación. Y la conclusión es simple: esos países lograron progresar porque se fijaron como propósito el aprendizaje. Yo les pregunto a las autoridades, ¿cómo hacemos para que volvamos a experimentar la dopamina en el aprendizaje? Esa debería ser la discusión. Ahora, el entorno para incentivar ese aprendizaje también está difícil. Colegios desde donde se oyen disparos, donde la figura del profesor ha perdido incidencia, el desinterés de los alumnos, etc. Claro, ahí está la trampa. Aunque el contexto sea complicado, eso no significa que debamos dejar de enfocarnos en los aspectos que podemos controlar dentro de la escuela. A los profesores siempre les decimos que, a pesar de todos los problemas, se concentren en que esos 45 minutos de clase sean los mejores 45 minutos del día para sus estudiantes. Eso está dentro de su control y es su responsabilidad. El sistema, sin duda, está quebrantado y tiene muchos problemas, pero eso no nos exime de nuestra responsabilidad de hacer que esos 45 minutos cuenten.
El problema es que nos abrumamos con todo lo que no podemos manejar y dejamos de ocuparnos de lo que sí podemos hacer. ¿Se le puede exigir eso a un profesor considerando lo crítico de la situación? ¿ Están preparados para esto?Acuérdate de que antes del 2015, antes de la Ley de Carrera Docente, había casi 12.000 profesores a los que, entre comillas, les vendieron el título, sin ellos saber que no estaban siendo bien preparados. Y obviamente hoy día se encuentra con esta cantidad de necesidades y los datos lo demuestran. El 20% renuncia a los dos años y el 45% no hace clases más de cinco años. Ese es el nivel de formación que hoy día tienen y las consecuencias que esto tiene. Hoy día les hemos enseñado mucho a los profesores a ejecutar metodología o a pasar materia o a pasar currículum, pero no estamos enseñándoles a los profesores a centrarse en el aprendizaje. Eso obviamente frustra, frustra no solamente a los estudiantes, sino también a los profesores. Los profesores no lo están pasando bien, porque tienen la mochila de resolver todos los problemas que tiene la humanidad y la familia en una sala de clases. Hoy día hay muy poca gente que quiere ser docente por lo mismo. Como dije antes, todos los problemas los encargamos a la escuela, a los docentes, y no entendemos que es algo en conjunto.
Si no lo entendemos así, los vamos a terminar de reventar a todos.. Para el fundador de Enseña Chile, el diagnóstico sobre la crisis educativa es devastador: se ha perdido el foco en el aprendizaje y la relación entre familias y escuelas está rota, m i e n t r a s l o s p r o f e s o r e s s e v e n s o b r e c a r g a d o s c o n responsabilidades que no les corresponden.
Además, el excandidato a la Convención Constituyente aborda otros factores que agravan la situación: las redes sociales y la cultura narco han capturado la atención de los jóvenes, y los equipos directivos, cada vez más debilitados, parecen no tener capacidad para tomar decisiones firmes. POR ARTURO GALARCE “Los profesores no lo están pasando bien,