Autor: FERNANDO MARAMBIO
Piksa y más rápido: los cambios en la pronunciación de los chilenos en 30 años
N usuario de Twitter subió un U breve video del canal REC, de Canal 13, con una nota periodística de 1987 en que un grupo de escolares de entonces se quejaban sobre el trato que recibían de los micreros en el centro de Santiago tu.
Be/mUQn DOZAPgM). Las respuestas al mensaje repararon en algo: en apenas 30 años nuestra forma de hablar ha cambiado de forma apreciable. ¿Pero en qué? Dos linguistas, un musicólogo y una fonoaudióloga explican en qué hemos variado y cómo esto se vuelve evidente al mirar documentales y noticieros de otras épocas. » Entonación: "El video es como una cápsula del tiempo y en ella vemos que existe un cambio en la prosodia, es decir la melodía, la entonación”, advierte Guillermo Soto, linguista, académico de la Universidad de Chile y miembro de la Academia chilena de la lengua.
Explica: "Tengo la percepción de que hoy las mujeres terminan las frases más alto, subiendo el tono en la úlAnálisis de dos lingúistas, una fonoaudióloga y un musicólogo: antes hablábamos más lento, grave, bajo y con mayor vocabulario. Video subido a Twitter muestra a escolares de Santiago con un acento distinto al actual Patrón, tengo Gonzalo tacha... Peralta E l español que hablamos en Chile se nutrió de fuentes muy variadas. Primero, los conquistadores españoles, en su gran mayoría andaluces y extremeños. A ellos se sumó el habla mapuche, reforzada por su larga resistencia a la dominación extranjera. Luego, voces quechuas, aimaras, kunzas, guaraníes y hasta caribeñas. La lejanía y el aislamiento del territorio le otorgaron a esta mezcla características muy propias. La diferenciación llegó a tal extremo, que especialistas como el profesor Rodolfo Lenz distinguieron “dialectos del español chileno” tales como el dialecto tarapaqueño, coquimbano, colchagúino, pencón, chilote, etc. Provocando incomprensiones no solo a los extranjeros que nos visitaban, sino que también entre los mismos chilenos.
Para ilustrar este La diferenciación fenómeno, el prollegó a tal ujo un diálogo de extremo, que comienzos del siglo especialistas XX, entre un roto del puerto que como el profesor pretendía enlistarse Rodolfo Lenz como carabinero, y distinguieron el oficial reclutador: dialectos del ¿ Tenespañol chileno”. 80 facha pa” paco? -Vos parecí pillo -me ijo. -Yastá payasiando, yo a naiden lesacao ná si no se escuidan.
Y por último patrón, entre patraquiar al prójimo y no patraquiar, lo mejor es desvalijarlo, porque así andará más liviano. -¿ Vos soi roto baquiano pal pito? -me ijo. -No soy muy gúeno que igamos, pero si el patrón quiere, se lo toco. -¡ A mí no me tocai ná! - Nosenoje -le ije-, si es que no mientendío su mercé”. El malentendido lingúístico provocó que el postulante a policía ingresara a la institución por el calabozo.
Tima parte, pero debemos estudiarlo más”. Añade que la lengua cambia permanentemente y no lo notamos hasta que rescatamos una grabación, como la del video citado. »- Más chillones: ''Me da la sensación de que antes hablábamos más grave. En la actualidad se emplea tonos más agudos o sobreagudos, más chillones”, opina Alvaro Menanteau, musicólogo y profesor del departamento de música de la Universidad de Chile.
Aunque reconoce que no hay estudios detallados sobre este cambio en los últimos 30 años, afirma que antes se pronunciaba lento, con mejor modulación y fraseos más cortos”. »¿ Asao o asado?: "Debido a la interacción de los dis” tintos grupos sociales en instancias como la universidad, hay menos diferencias en el habla de personas de diferente extracción. Esto es más evidente en Santiago”, comenta el lingúista Ricardo Martínez, profesor de la Universidad Diego Portales. "En los 80 era más fácil distinguir hasta de qué lugar de la ciudad venían. Antes las personas más pudientes omitían la D y decían asao en lugar de Asado. Esta forma trascendió a todos los grupos que hoy omiten la D”, cuenta.
Advierte que no hay mejores ni peores formas, sino que nuevas variantes y algunas de ellas se extienden en la población. » Bajen el volumen: “Ciertas características en la voz de las personas no son iguales. Con los años el volumen del habla en situaciones informales ha aumentado, según mi ción, pues no hay evidencia científica. Estimo que la adecuación del volumen es un indicador de cortesía en pragmática”, dice Casandra Araya, directora de la escuela de fonoaudiología de la Universidad de Los Andes. Detecta además “una reducción en el repertorio de las palabras empleadas” y menos atención a la pronunciación. “A los jóvenes de hoy debemos pedirles que sean más formales al hablar”, añade. Aclara que las formas de hablar dependen de la edad, grupo social o lugar de nacimiento. » Pikza y pipza: Guillermo Soto menciona que hace décadas los chilenos pronunciaban la R arrastrada y más larga. Un sonido suave parecido al que empleaba la cantante argentina Mercedes Sosa. Con la masividad de los medios y la educación, ciertas consonantes conflictivas en el habla fueron atenuándose. "Como sucede con la palabra pizza que a veces suena como pikza o pipza. O Concepción, en Ocasiones Concegción o Concekción. Son casos típicos que podrían haber disminuido por la mayor escolaridad de las personas. Pero si te fijas en Chile la gente va a la carnicería por canne, en lugar de carne. O tiene un amigo llamado Cal-lo, pero que se escribe Carlos. Se trata de una relajación del sonido R”, añade Soto. » Apurados: todos los consultados coinciden en que la velocidad es cada vez mayor. Araya afirma que esto produce "falta de prolijidad”. Menanteau notaba “más espacio entre las palabras”. » Prestigio: ciertas formas de pronunciación tienden a desaparecer, pues implican menos prestigio para el hablante. Martínez menciona la CH marcada y que ahora suena como TCH (TChile en lugar de Shile). Soto rescata como ya no es tan extendido escuchar cardo para mencionar un caldo.