El amor y el odio hacia lo antiguo
El amor y el odio hacia lo antiguo Alberto Sato Académico Escuela de Arquitectura UDP El amor y el odio hacia lo antiguo esde fines de la década de los 40, en las escuelas de arquitectura --redundante es mencionar que de allí egresan los que hacen edificios --, el rechazo a lo antiguo fue visceral.
De alguna manera, esto explica la demora en reconocer con valor los edificios de fines de siglo XIX y, sin cargos de conciencia, justificó buena parte de su demolición, aunque también la voracidad inmobiliaria obligó a los arquitectos a ejecutarlas. Una ciudad donde no se demuela nada es una ciudad congelada, virtud que solo tienen pocas en el mundo, como Venecia. Para el resto de los mortales, el ciclo nervioso de una ciudad viva es su constante proceso de demolición y construcción.
En 1949, en el fragor de la reforma universitaria, entre nuevas y viejas ideas acerca de la arquitectura, un gesto simbólico de ruptura fue la quema del Tratado de Vignola por estudiantes de la Universidad Católica, quienes luego se trasladaron a Valparaiso y en 1952 refundaron la Escuela de Arquitectura de la UCV, con la posteriormente célebre Ciudad Abierta de Ritoque. El tratado en cuestión era el manual obligatorio en las escuelas de arquitectura, que normaba la aplicación de los órdenes clásicos en los edificios.
La respuesta fue la arquitectura y el arte modernos, que rechazaban la historia --como lo hizo la célebre escuela de la Bauhausy quizás atender lejanamente al dictado de Schumpeter sobre la "destrucción creativa". De esta manera, "los bulldozer, poseídos de una fiebre destructora", como señalaba Alejo Carpentier, eliminaron del paisaje urbano muchas viejas edificaciones, algunas con valor intrínseco arquitectónico, como la Estación Pirque o el Palacio Arrieta.
Hoy, de modo pendular, todo edificio viejo es merecedor de conservación, mucho más con el magnífico ejemplo de la restauración del Palacio Pereira, realizada por un equipo dirigido por la arquitecta Cecilia Puga, nieta de Sergio Larraín. Esta condición pendular se manifiesta en todos los aspectos de la vida social: rechazo visceral a lo viejo y, luego, amor irrestricto. Hoy estamos en el estadio amoroso por lo viejo que, por añadidura, ofrece un escenario urbano diverso y rico en imágenes y lugares.
Resultaría de interés pedagógico que en la celebración del Día de los Patrimonios, los guías de los paseos y tours en los edificios patrimoniales, además de contar las historias de los acontecido en ellos, puedan dar razones de tanta belleza.. -