Brasil: ¿Paladín contra el cambio climático o gigante del petróleo?
Michael Pooler arado frente a la arquitectura modernista del palacio presidencial de Brasilia, Luiz Inácio Lula da Silva, triunfante, contemplaba el complejo acto de malabarismo que tenía ante sí. "El mundo espera que Brasil vuelva a encabezar la lucha contra la crisis climática”, dijo ante la multitud reunida para su toma de posesión en enero del año pasado, "y que sea un ejemplo de país social y ambientalmente responsable, capaz de promover el crecimiento económico". Las elecciones que llevaron a Lula al poder se anunciaron como cruciales para el destino de nuestro planeta.
Su rival derrotado, el expresidente Jair Bolsonaro, había sido acusado de hacer la vista gorda ante la creciente destrucción de la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo y un baluarte contra el calentamiento global debido a su capacidad para absorber y almacenar enormes cantidades de dióxido de carbono. Lula, exsindicalista que ocupó el cargo entre 2003 y 2011, se presentó como un defensor del medio ambiente. Durante este mandato ya ha logrado una disminución considerable de la deforestación amazónica y ha esbozado amplios planes de economía ecológica. Sin embargo, en el centro de las aspiraciones de Lula al liderazgo climático mundial se halla una tensión incómoda. Se puede resumir en una palabra: petróleo.
Mientras el país sudamericano intenta extraer volúmenes cada vez mayores de crudo desde plataformas marinas, su gobierno tiene como objetivo convertir a Brasil en el cuarto productor mundial de petróleo, desde el octavo puesto que actualmente ocupa. Lula considera el petróleo como un pilar central de la estrategia de crecimiento económico de Brasil. Se está impulsando la búsqueda de nuevos yacimientos bajo el lecho marino, incluyendo un polémico plan para perforar en busca de petróleo en aguas profundas frente a la desembocadura del Amazonas.
Las propuestas han sido criticadas por activistas que alegan que chocan con las afirmaciones de sostenibilidad de Lula. "No hay coherencia alguna”, dice Suely Araújo, coordinadora de políticas públicas de la organización sin fines de lucro Observatorio del Clima. "No puedes ser líder en materia medioambiental y al mismo tiempo convertirte en un megaproductor de petróleo". Mientras Brasil se prepara para acoger el próximo año la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), la cuestión amenaza con opacar el momento cumbre de la diplomacia ecológica de su líder izquierdista. Sin embargo, aunque Lula ha apostado su reputación internacional por el medio ambiente, en su país necesita cumplir sus promesas de aliviar la pobreza.
Muchos en su Partido de los Trabajadores En busca de un modelo Brasil: ¿ Paladín cambio climático EN os EFE/ANDRÉ BORGES Lula ha apostado su reputación internacional por el medio ambiente, pero también debe encontrar el dinero para aliviar la pobreza a nivel doméstico (PT) y fuera de él consideran que las riquezas petrolíferas de Brasil son un ingrediente clave para el desarrollo nacional.
El modelo Quienes están a favor de explotar la riqueza en hidrocarburos de Brasil dicen que, aunque se espera que el consumo mundial de crudo disminuya con el cambio a energías más limpias, seguirá formando parte de la mezcla mundial durante décadas. Sostienen que los ingresos de las ventas de petróleo y gas pueden ayudar a financiar la transición de Brasil, impulsando sus credenciales de bajas emisiones de carbono. El país encabeza el G20 en electricidad renovable, que suministró el 89 por ciento de su energía en 2023, según el grupo de expertos en energía Ember.
El gobierno de Lula se ha comprometido a acabar con la deforestación para 2030 y ha revisado al alza sus objetivos de reducción de emisiones. "No hay contradicción en nuestra política energética nacional", dice el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, que sostiene que Brasil debe ser "pragmático". "Estamos poniendo en práctica la política de transición, pero no podemos pagar el precio solos", añade. "¿Por qué EEUU y Arabia Saudita pueden seguir siendo proveedores de petróleo y Brasil no? Es una discordancia y a menudo hay una exigencia hipócrita de los países que no tienen petróleo.
Por ejemplo, Francia”. Una serie de fenómenos meteorológicos extremos ocurridos en Brasil el año pasado y vinculados por los científicos al cambio climático — como sequías, inundaciones y Olas de calor — le han dado mayor urgencia al debate. En las últimas semanas, enormes incendios forestales han esparcido el humo por amplias zonas del país.
Carlos Nobre, reputado científico especializado en sistemas terrestres de la Universidad de Sáo Paulo, dice que, con un aumento de la temperatura global más rápido de lo previsto, "no tiene sentido” emprender nuevas prospecciones de hidrocarburos, ni en Brasil ni en ningún otro lugar. "Si seguimos con los combustibles fósiles existentes, llegamos a 2050 con grandes emisiones, la temperatura global sube y eso será un ecocidio para el planeta”. (Continúa en la página 16) (O THE FINANCIAL TIMES LIMITED 2020. ALL RIGHTS RESERVED.
NOT TO BE REDISTRIBUTED, COPIED OR MODIFIED IN ANYWAY, (Viene de la página 15) La relación personal de Lula con el petróleo se remonta a su primer mandato, cuando en 2006 la compañía estatal Petrobras realizó un descubrimiento de gran magnitud frente a las costas de Río de Janeiro. Profundidad de hasta 7 km bajo la superficie del océano, los enormes depósitos se denominan capa "presalina" porque están atrapados bajo una gruesa costra de cloruro de sodio.
Calificado como uno de los mayores descubrimientos de este siglo, Lula declaró que demostraba que "Dios es brasileño”. Aunque el dinero del petróleo ayudó a financiar programas sociales bajo los gobiernos del PT, la euforia no duró. Primero, la crisis de los productos básicos perjudicó mucho el auge económico de Brasil. Después, un escándalo de corrupción en torno a Petrobras envió a la cárcel a decenas de empresarios y políticos, incluyendo Lula, cuyas condenas fueron anuladas en 2021. Bajo el gobierno del PT, la compañía también sufrió injerencias políticas y mala gestión. En la actualidad, el petróleo crudo es el segundo producto de exportación más grande de Brasil, después de la soja, y China es, por mucho, el mayor comprador. El sector representa alrededor del 10 por ciento del producto interno bruto (PIB). La producción diaria fue de 3.2 millones de barriles en junio, cerca del 3 por ciento del total mundial. La mayor parte procede de la capa presalina, dominada por Petrobras en asociación con grandes empresas internacionales como Shell, Total Energies y la china CNOOC.
Los expertos en energía dicen que el futuro suministro de petróleo deberá ser barato y tener una menor huella de carbono para seguir siendo competitivo frente a las energías renovables entre sobre el carbono y un eventual descenso de la demanda. Los partidarios de la extracción de petróleo presalino dicen que es ideal. Las plataformas flotantes conectadas a pozos de aguas profundas disfrutan de enormes economías de escala que reducen los costos unitarios.
El proceso de extracción de un barril de petróleo presalino emite entre 8 y 9 kg de CO2, aproximadamente la mitad del promedio mundial, según Rystad. "Si el mundo demanda petróleo, Brasil puede decir: '¿ Por qué no debo ser yo quien lo produzca si tenemos emisiones realmente buenas en comparación con otros dice Francisco Monaldi, experto en energía para América Latina de la Universidad Rice de Houston. Dado que se prevé que la producción de crudo de Brasil alcance su nivel máximo a principios de la próxima década y descienda posteriormente, tanto Petrobras como Brasilia están interesadas en reponer las reservas. La gran esperanza es el llamado Margen Ecuatorial, una franja de 2,200 km del Atlántico frente a la costa norte del país, frente a algunos de los estados más pobres de Brasil. Las cinco cuencas de esta nueva frontera pueden contener 10 mil millones de barriles de petróleo recuperables, que requerirían una inversión de US$56 mil millones, según estimaciones del Ministerio de Minas y Energía. Según sus cálculos, esto podría aumentar las reservas probadas de Brasil en más de un tercio y generar unos ingresos fiscales de US$200 mil millones. El ministro Silveira lo ha descrito como el "pasaporte al futuro”. Petrobras le ha dedicado a la zona dos quintas partes de su presupuesto de exploración de US$7.5 mil millones en cinco años. Este año comenzó perforaciones exploratorias en aguas profundas de una de las cuencas y confirmó la existencia de petróleo en el lugar.
Sin embargo, existen obstáculos en la sección más preciada: la cuenca de la "Foz do Amazonas” (desembocadura del río Amazonas). Se cree que es una de las regiones más prometedoras del Margen Ecuatorial brasileño, sin embargo, los organismos reguladores rechazaron el año pasado una solicitud de Petrobras para obtener una licencia para perforar un pozo exploratorio allí, en un bloque que, según la compañía, se encuentra a 500 km de la desembocadura del río y a 160 km de la costa del estado de Amapá. El caso se ha convertido en un punto álgido de una polémica más amplia. Los activistas dicen que las perforaciones representan un riesgo para una zona biodiversa y ecológicamente sensible junto al estuario, hogar de comunidades pesqueras, así como de manglares, un arrecife de coral y delfines. Advierten que cualquier derrame podría ser arrastrado lejos por las corrientes.
La agencia medioambiental, IBAMA, citó la falta de estudios en profundidad sobre la idoneidad de la región para la producción de petróleo, los posibles impactos en las poblaciones indígenas de los vuelos aéreos y la insuficiencia de planes para salvaguardar la fauna en caso de derrame. Se está estudiando una apelación por parte de Petrobras. Los analistas del sector señalan la larga experiencia y pericia de Petrobras en alta mar. La compañía, que declinó las solicitudes de entrevista, insiste en que puede realizar la actividad de forma segura y ha dicho que no tiene intención de perforar en regiones costeras ni cerca de zonas sensibles. La jueves 26 septiembre 2024 Las propuestas han sido criticadas por activistas que alegan que chocan con las afirmaciones de sostenibilidad de Lula. No hay coherencia alguna”.