LA SEMANA POLÍTICA
Para quienes han hecho buena parte de su ca-rrera política a punta de retórica, declaracionesaltisonantes, denuncias y acusaciones acompa-ñadas de sentidas expresiones de indignaciónmoral suelen considerarse los representantesde un pueblo abusado, que enfrenta a una éliteinescrupulosa que identifican con sectores de de-recha, la tentación de aprovechar políticamen-te el caso Audio era irresistible.
Así, en lugar derecurrir a expresiones republicanas habitualesque resaltan la importancia de que “las institu-ciones funcionen”, el Presidente Boric implícita-mente dio por condenado a uno de los formaliza-dos, desconoció la presunción de inocencia y laseparación de los poderes, llegando incluso a ce-lebrar “que los que se creían poderosos vayan ala cárcel”, en alusión directa a un imputado. afecta la confianza pública, es fundamental queavance sin interferencias, le traiga, sin embar-go, réditos políticos en el corto plazo.
Empero, el daño que le provoca al prestigio de su propiafigura presidencial es enorme: viene a confir-mar su incapacidad ya casi crónica para “habi-tar el cargo”. Una y otra vez reaparece el diri-gente estudiantil, el diputado díscolo que seenfrasca en reyertas por pequeñas ganancias, alejándose de su papel como jefe de Estado y deGobierno.
De paso olvida que, con o sin mayorfundamento, cualquier persona puede verseexpuesta a enfrentar el sistema judicial loque, por cierto, no es infrecuente que les ocurraa “poderosos” que desempeñan o han desem-pañado altos cargos públicos, y que por ellola conducta de hoy puede volverse en contra. De ahí la importancia de que como máxima au-toridad vele sin miramientos por el respeto delas garantías y un juicio justo para todos. Una y otra vezreaparece eldirigenteestudiantil, eldiputado díscoloque se enfrasca enreyertas porpequeñasganancias, alejándose de supapel como jefe deEstado y deGobierno.
Es posible que el oportunismo presidencialde involucrarse de esa forma en un tema que, precisamente, por sus muchas aristas y porqueHabiendo transcurrido ya una buena parte deesta administración, quizá el mayor déficit sea latendencia a gobernar por medio de declaraciones, salir del paso de las crisis y problemas con elanuncio de nuevas medidas que se superponenunas con otras, una buena cuña en la prensa o lasredes sociales por sobre una decidida apuesta porla gestión.
Tampoco parece importar que lo ex-presado con tanta convicción no se traduzca enconsecuencias concretas, que la conducta poste-rior sea incoherente con lo que se predicó horasantes o que las prioridades y urgencias de altasautoridades no sean seguidas por funcionariosque se encuentran más abajo en la estructura je-rárquica.
Es cierto que cualquier generalizaciónpuede resultar injusta, pero ya son demasiadaslas áreas en que no se percibe un esfuerzo decidi-do por abordar con eficiencia los problemas, nisacar las obvias consecuencias lógicas de las de-claraciones que se realizan.
Veamos, por ejemplo, lo ocurrido con las úl-timas expresiones del Presidente Boric sobreVenezuela, que supo interpretar a la gran ma-yoría del país rechazando el fraude electoral, refiriéndose al régimen chavista como una dic-tadura que viola los derechos humanos.
Llegóa afirmar que “nadie de convicciones democrá-ticas, que hoy día crea en el valor de la sobera-nía del pueblo, puede defender lo que está pa-sando en Venezuela”. Frente a ello, el presidente del Partido Comu-nista de Chile, uno de sus principales socios enel Gobierno, lo refutó y sostuvo que el régimenvenezolano “no es una dictadura”, que “no sa-be” si Maduro está violando sistemáticamentelos derechos humanos y que, “hasta aquí, sí”respeta la institucionalidad. Peor aún, emplazóa la Cancillería a explicar por qué Chile junto aotros países suscribió una declaración condena-toria del fraudulento proceso venezolano juntoa otros países. Pues bien, ¿qué ha sucedido des-pués de este altercado que se suponía era sobreaspectos fundamentales, como el respeto a losderechos humanos y las convicciones democrá-ticas? Nada.
La ministra Vallejo en una frase pa-ra la galería, más propia de un manual de convi-vencia escolar o de una circular migratoria lla-mando a respetar la diversidad racial, cultural oreligiosa, le quitó relevancia al conflicto, afir-mando que hay “diferencias que dividen y otrasque conviven”, siendo naturalmente este últi-mo el caso. En otras palabras, la indignación ex-presada y la preocupación por los miles de in-migrantes venezolanos en Chile que escaparondel chavismo, parece que no era para tanto. Y esque finalmente, se colige, consideran que no es-tarían en juego aspectos esenciales.
Lo que ocurre en salud con el drama de las lis-tas de espera y sus muertos, la eliminación masi-va de pacientes y aparición de cartas de notifica-ción en basurales, es una muestra de esta falta degestión y abandono a que nos referíamos.
No seescuchan ahí las expresiones presidenciales de in-dignación moral, que con tanta facilidad se emi-ten para buscar la responsabilidad en otros (la sa-lud privada, por ejemplo). Para no mencionar elcaso de seguridad y el cierre de una farmacia acuyos dueños en la práctica se les hace responsa-ble de la delincuencia. ¿Está o no el Gobierno afavor de la autotutela? En fin, un caso más en quelas declaraciones dicen algo, prohibición de ar-mas, que los hechos después no respaldan. Lo que ocurre ensalud con eldrama de laslistas de espera ysus muertos, laeliminaciónmasiva depacientes yaparición decartas enbasurales, es unamuestra de esafalta de gestión yabandono. No seescuchan ahí, sinembargo, lasexpresionespresidenciales deindignaciónmoral. Más allá de las palabras. Oportunismo presidencial