Alerta en salud mental de UN COLEGIO EN MEDIO DEL MAR
Alerta en salud mental de UN COLEGIO EN MEDIO DEL MAR La isla solo tiene internet satelital desde hace dos años. Salir de ahí no es fácil. Solo hay dos vuelos semanales con capacidad para ocho pasajeros cada uno.
RO DRIGO CRU Z En marzo de 2023, luego de 24 horas de navegación, Matías Sáez divisó en medio del mar ese territorio rocoso que sería su nueva residencia: la isla Robinson Crusoe, en el archipiélago de Juan Fernández.
Tras desembarcar, el poblado le pareció pequeño, rodeado de una naturaleza salvaje y de un mar tan inmenso que lo llevó a pensar que ese lugar encarnaba la palabra aislamiento: está a 670 kilómetros del continente, solo recibe dos vuelos semanales, cada uno con ocho pasajeros, además del buque de la Armada que recala cuatro veces al año, frecuencia que puede alterarse si hay mal tiempo. Matías Sáez, de 29 años, llegó ahí luego de ganar un concurso público para asumir como psicólogo educacional en el Colegio Insular Robinson Crusoe, el único colegio en todo el archipiélago. Me pareció un buen desafío, para ganar experiencia dice al teléfono desde Robinson Crusoe. Antes, había trabajado en colegios de Talca, Chépica y Curicó.
Todavía recuerda la primera impresión que tuvo al ver la infraestructura del Colegio Insular que desde el 2010, luego de que el tsunami destruyera la antigua escuela, funciona en una estructura modular de container que se dispuso entonces para enfrentar la emergencia. Hay una generación que entró en kínder y salió de cuarto medio estando en este colegio que, de verdad, se cae a pedazos y día a día reparamos. Es muy precario. Ahora se anunció que finalmente se va a reconstruir relata.
Matías llegó a integrarse a la dupla psicosocial del colegio, formando equipo con la asistente social Carol Buzeta: la labor de ambos ha sido velar por la salud mental y la protección de la infancia de los 170 estudiantes que integran la escuela. Luego, en 2024, Matías pasó a hacerse cargo de convivencia escolar, cargo que tiene hasta hoy. Sobre lo que encontró a su llegada dice: Yo conocía el historial del colegio y sabía que habían tenido muchos problemas de convivencia y malos tratos. Pero para ser honesto fue choqueante dice.
En ese historial se cuenta un director que los apoderados describen como maltratador, por lo que se organizaron para protestar y poder sacarlo; un profesor acusado de abuso sexual, procesos de reparación que no se realizaron o quedaron a medias y peleas constantes entre los estudiantes en que nadie intervenía. Me encontré con la ingrata sorpresa de que el colegio no estaba funcionando como las escuelas en las que había trabajado. Estaba desactualizado el reglamento interno de convivencia escolar y había muchas prácticas que no estaban a la mano de la normativa vigente y de las garantías de los derechos. Esto se expresaba, por ejemplo, en que si se advertía una vulneración de derechos de los niños no se hacían las denuncias. Junto con los problemas de funcionamiento interno, Matías advirtió que había una manera de relacionarse muy agresiva, tanto en niños como adultos. Aquí existía todavía esta idea de que el colegio era como familiar, entonces muchos apoderados tenían la sensación de que podían venir y decir "sácame este profe" y había que sacarlo explica.
La trabajadora social del colegio, Carol Buzeta, agrega: Tenemos una normalización de la violencia dentro de la comunidad por el mismo hecho de que no se había atendido nunca el tema de la salud mental hasta ahora. Eso se nota en que tanto adultos como niños no tenían herramientas de manejo de conflictos, todo se resolvía a través de la violencia. Teníamos muchas situaciones de agresiones físicas en los niños cuando trataban de resolver sus problemas, lo mismo que veíamos en los padres y las familias afuera del colegio. También teníamos situaciones violentas cuando se citaba a los apoderados. Un mes después de la llegada de Matías Sáez al colegio, en abril de 2023 arribó al Colegio Insular la nueva directora, Bernardita Santis. Junto a ella, Matías, Carol y el resto del equipo, comenzaron a hacer sinergia para empujar cambios, lo que en un comienzo la comunidad escolar miró con escepticismo. Yo encontré una molestia generalizada y una desesperanza de que pudiera haber un cambio porque la comunidad había perdido la fe. Se le habían dicho cosas que van a pasar y nunca se hicieron. O venían las autoridades y anunciaban que se harían cargo, pero después se iban y nada cambiaba. Había mucho por hacer, mucho que educar haciendo hincapié en la salud mental explica Matías.
Tras ese diagnóstico inicial, una de las grandes dificultades con que se encontró Matías Sáez para hacer una intervención que mejore el bienestar de la comunidad escolar, es que en la isla hay pocas redes de apoyo a las que recurrir. Existe un Consultorio General Rural (CGR) que entrega atención primaria y cuenta con un solo psicólogo, el único en toda la isla que realiza psicoterapia. Él atiende a todo el mundo acá: niños, ancianos, hombres, mujeres. Más que un problema de disponibilidad de horas, lo que pasa es que si un niño o niña por alguna razón no quiere atenderse con él, te quedas sin oferta describe Matías. Javier Gutiérrez, el psicólogo del CGR, dice que la situación del consultorio de Robinson Crusoe no es muy diferente del trabajo en atención primaria del continente.
Acá no tenemos listas de espera y las atenciones de salud que damos, al menos en el área de salud mental, es de 1 hora o 40 minutos mínimo, comparado con las atenciones que se dan en el continente que son de media hora o a veces de 20 minutos. En ese sentido la calidad de atención aquí es mejor explica Javier. Pero admite que la sobrecarga es alta porque es el único psicólogo clínico de la comuna, cuya población actual es de alrededor 1.200 habitantes. Y que su especialidad es en adultos, "pero ya llegando a la isla me ví en la obligación de atender a niños y adolescentes", explica.
Además del CGR, el año pasado se instaló en la comuna la Oficina Local de Niñez (OLN), que se encarga de la protección, promoción y restitución de los derechos de niños y adolescentes, pero la que recién se está articulando. Buscando establecer nuevas redes, Matías Sáez se acordó de la Fundación María José Reyes, que los había apoyado en un colegio en Curicó en que él trabajó.
La Fundación, que nació en 2014 con el propósito de mejorar la calidad de la educación reforzando el aprendizaje lector, hace cinco años y en el contexto de la pandemia, amplió su oferta a brindar apoyo en salud mental gratuita para comunidades educativas completas: estudiantes, profesores, directivos y apoderados. En 2023 la Escuela Insular firmó un convenio con la Fundación María José Reyes, que comenzó a prestarles servicio de terapia psicológica en forma remota. Esto es posible gracias a que hace dos años llegó internet a la isla, cuando se instaló una antena satelital de Starlink. Si no, habría sido imposible hacer esto dice Matías. Y luego agrega: En esta red de derivación que tenemos con la Fundación, ellos entran a un proceso terapéutico. Lo bueno es que es confidencial, los psicólogos no son de acá, hay otra perspectiva. Y eso a quienes han asistido, les ha dejado mucha tranquilidad. Porque créeme que si te ven entrando al consultorio local todos se enteran. Es como dice el dicho: Pueblo chico, infierno grande, eso lo describe bien. En 2023 atendieron 11 casos derivados del Colegio Insular. Y en 2024, a la fecha llevan 30 casos atendidos. El 70% son estudiantes de la escuela y el 30% adultos, entre apoderados y trabajadores del colegio. Catalina Moore, directora ejecutiva de la Fundación, explica que entre las consultas habituales de los niños pequeños está la desregulación emocional y el descontrol de impulsos. Mientras que en los adolescentes, lo más frecuente el bullying. Esa es una problemática sumamente prevalente en las escuelas, a lo que sigue la sintomatología depresiva y ansiosa. Y también últimamente ha aparecido mucho los trastornos del espectro autista, sobre la que hay mucho desconocimiento respecto a cómo abordarlo, ya sea desde la escuela o desde el hogar. Matías afirma que la experiencia de este apoyo terapéutico online los está ayudando. Ha servido en la gestión emocional, para suavizar el trato que antes era muy brusco. Una de las acciones exitosas ha sido conseguir que algunos niños que habían dejado de asistir, se reintegren al colegio. Porque a diferencia del continente acá no se puede cancelar matrícula, no le puedo decir que busque otro colegio. Tiene que encajar sí o sí. Claudia Rivera, quien es apoderada del colegio desde hace seis años, relata que el tema de la salud mental en el colegio ha sido complejo, porque hasta ahora no habían existido intervenciones efectivas. Situaciones pequeñas que se pueden tratar con los servicios pertinentes, acá al no tenerlos era como una bola de nieve. Nosotros vivimos una situación particular de bullying en el curso de mi hija, que partió con 20 niños y hoy están asistiendo ocho. Los demás se han ido retirando dice Claudia. Muchos de esos niños hoy participan de la Escuela Libre que armó en 2022 la profesora diferencial Tabita Cepeda, que hace talleres y prepara a los alumnos para dar exámenes libres. Partió con dos alumnas, hoy arrienda una casa donde imparte las clases a diez estudiantes. El 80% de ellos, dice Tabita Cepeda, dejaron el Colegio Insular por problemas de convivencia. El resto, ha optado por esta modalidad por un asunto valórico o de estilo de crianza. El Colegio Insular Robinson Crusoe es la única escuela de todo el archipiélago de Juan Fernández y alberga a 170 estudiantes.
Hace casi dos años un nuevo equipo directivo tomó las riendas y se encontró con una comunidad fraccionada, donde el maltrato estaba normalizado y había numerosos problemas de convivencia. "A diferencia del continente, acá no se puede cancelar matrícula, no le puedo decir que busque otro colegio. Tiene que encajar sí o sí", dice Matías Sáez, el psicólogo educacional que junto a su equipo está intentando poner el bienestar y la salud mental de los niños en el centro de la escuela. Pero no ha sido fácil: el aislamiento propio del lugar y la falta de las redes de atención especializadas son el principal desafío que han tenido que sortear. POR CAROLA SOLARI La nueva directora (al centro) llegó al colegio en 2023. En la foto, acompañada de Matías Sáez y Carol Buzeta. GENTILEZA M A T ÍAS SÁ EZ Alerta en salud mental de UN COLEGIO EN MEDIO DEL MAR Matías Sáez, psicólogo de 29 años, es el encargado de convivencia en la escuela.
GEN TILEZA M A TÍAS SÁEZ Solo hay un psicólogo que hace psicoterapia en la isla. "Más que un problema de disponibilidad de horas, lo que pasa es que si un niño o niña por alguna razón no quiere atenderse con él, te quedas sin oferta", dice Matías Sáez.. Alerta en salud mental de UN COLEGIO EN MEDIO DEL MAR Sin embargo, eso tiene un costo por lo que no es una opción para todos observa Claudia. Aunque Claudia ha pensado retirar a su hija del Colegio Insular, admite que le parece injusto que sea ella quien se vaya del colegio, mientras se quedan quienes hacen matonaje. Lo que los ha retenido en el colegio es el nuevo enfoque que está impulsando la dirección, así como el convenio de atención terapéutica online, al que asiste su hija, que tiene 10 años. Eso ha sido clave para muchas familias como la nuestra porque nos está ayudando.
Es un acompañamiento personalizado, en que han trabajado su forma de comunicarse y gestionar sus emociones porque tenía mucho miedo de ir al colegio, por lo que buena parte de este año ha estado en clases online. Ella está aprendiendo a poner límites y a decir "basta". Matías Sáez manda fotos por WhatsApp de un atardecer en la isla con el sol hundiéndose en el mar. Esta isla es muy hermosa dice, relatando que a quienes gustan del deporte, esta isla ofrece muchos atractivos. Él hace trekking y deportes acuáticos.
Luego busca en su computador algunos datos que dan cuenta de las acciones que el equipo de convivencia escolar que lidera ha impulsado en estos dos años: en 2023 realizaron veinticinco denuncias por vulneraciones de derechos. Y en 2024, catorce, las que se presentaron ante fiscalía o tribunales de familia de Valparaíso. La mayoría son ligadas a temas de violencia de distinto tipo. Pesquisamos también negligencia parental por la falta de herramientas parentales, y algunas de connotación sexual. Es ahí, precisa Matías, donde están las principales brechas de atención en la isla porque no existe una respuesta especializada adecuada. El trabajo terapéutico que les brinda la Fundación María José Reyes, al ser vía remota, tiene algunos criterios de exclusión, casos que no pueden atender. Entre ellos, están la ideación suicida, los trastornos alimentarios severos, trastornos de personalidad, esquizofenia o psicosis, que requieren de equipos especializados. Pero también, situaciones de vulneración de derechos, como los casos violencia física o sexual. La respuesta del tribunal, explica Matías, es que derivan esos casos al Consultorio General Rural para que haga un diagnóstico y en caso que así se indique, también la reparación. Creo que si hablamos de carencia en términos de infancia, tiene más que ver con lo judicial explica Javier Gutiérrez, el psicólogo del consultorio.
Gutiérrez explica que, por ejemplo, cuando hay una denuncia por abuso sexual hacia un menor de edad, como no hay instituciones acreditadas en la isla para realizar entrevistas, como la PDI, el tribunal oficia al consultorio para que haga un diagnóstico y él debe cumplir con ese peritaje. De alguna forma sí existe una sobrecarga en un trabajo en el que no estamos especializados. Creo que tiene más que ver con esos derechos, teniendo en cuenta que los niños tienen derecho a un diagnostico especializado y a un trabajo reparatorio. También los programas de reparación al maltrato y el abuso, como los OPV o las DAM, están súper colapsados en el continente, al menos en Valparaíso. Cuando hacemos esa derivación las listas de espera son gigantescas relata el psicólogo del consultorio. Karin Ulloa, quien es apoderada del colegio, psicóloga de profesión y lleva 14 años viviendo en la isla en los que trabajó en la Posta y el Consultorio, tiene una opinión crítica sobre este asunto. Hay muchos procesos de reparación que no se han dado históricamente, porque hay procesos judiciales que se han enlentecidos.
Nosotros acá durante la pandemia estuvimos dos años con la isla cerrada, y el tribunal de familia, que era el único ente de justicia que se presentaba con una visita cada tres meses, dejó de venir y entiendo que no eso no se ha retomado. Entonces hay ausencia de justicia y en el caso de abuso hay una situación de impunidad histórica que se ha mantenido en los años y los abusadores acá hacen su vida tranquilos, sin ningún castigo. Sin nada, porque la justicia tarda más que lo que tarda en el mismo continente. Matías Sáez respira hondo cuando se le toca ese punto. Concuerda con Karin y luego afirma que en estos dos años han intentado empujar las cosas para que esto cambie. Cuando llegué no había claridad de los procesos que había que realizar cuando se pesquisaba una situación de vulneración de derechos. Desde ahí se comenzó a hablar de estos temas, a denunciar y hacerle un seguimiento. El trabajo en red que también estaba perdido. Falta por avanzar. Pero ahí estamos, abriendo camino y dando la alerta para mejorar el bienestar de los niños. En 2023 el colegio realizó veinticinco denuncias por vulneraciones de derechos. Y en 2024, catorce, la mayoría ligadas a temas de violencia. "Pesquisamos también negligencia parental y algunas de connotación sexual", relata en encargado de convivencia.
Desde hace 14 años el colegio funciona en una estructura de container que se instaló en forma provisoria luego que el tsunami del 2010 destruyera la antigua escuela. "De verdad se cae a pedazos", dice Matías Sáez. GEN TILEZA M A T ÍAS SÁEZ.