CORTES DE LUZ Y CRISIS ENERGÉTICA: EL LLAMADO INELUDIBLE AUN FUTURO SOSTENIBLE
SODATICILOLos recientes cortes de luz tras el último sistema frontal que afectó a nuestro país han puesto de manifiesto, una vez más, la vulnerabilidad de nuestro sistema energético. Miles de personas quedaron a oscuras, sin acceso a servicios básicos y expuestas a condiciones climáticas adversas.
Este escenario, que parece repetirse con preocupante frecuencia, nos obliga a reflexionar sobre la urgencia de una transición energética que no solo busque mitigar estos impactos, sino que también avance hacia un sistema basado en la soberanía energética, garantizando los derechos sociales y los equilibrios ecosistémicos.
La dependencia de fuentes energéticas centralizadas y altamente concentradas en grandes corporaciones, como ENEL en Santiago, no solo nos deja expuestos a interrupciones en el suministro, sino que también perpetúa un modelo que privilegia el lucro por sobre el bienestar común. En este contexto, la transición hacia un sistema energético más democrático y descentralizado, basado en energías renovables y sostenibles, se convierte en una necesidad ineludible. La soberanía energética, entendida como la capacidad de un país para controlar y gestionar sus recursos energéticos de manera autónoma y sostenible, es un objetivo que debemos perseguir con decisión. Esto implica, en primer lugar, fortalecer la inversión en energías renovables, como la solar, eólica y geotérmica, aprovechando la riqueza natural que nuestro territorio ofrece.
Pero no basta con generar energía de las manera limpia; también es crucial democratizar el acceso a esta, empoderando a comunidades para que puedan producir y gestionar su propia energía, reduciendo la dependencia de actores externos. La transición energética no es solo un asunto técnico o económico; es, ante todo, una cuestión de justicia social. Un sistema energético más justo debe asegurar que todos los ciudadanos, sin importar su situación socioeconómica o su ubicación geográfica, tengan acceso a energía de manera segura, continua y asequible. Los cortes de luz que han afectado principalmente a sectores vulnerables no son solo una muestra de la fragilidad de nuestro sistema actual, sino también de su inequidad. No podemos seguir permitiendo que quienes menos tienen sean los más perjudicados en cada crisis. Por otro lado, la transición energética es también una oportunidad para reparar nuestra relación con la naturaleza. La explotación indiscriminada de recursos fósiles ha generado un impacto devastador en nuestros ecosistemas, contribuyendo al cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Adoptar un modelo energético sostenible significa, entre otras cosas, respetar los límites ecológicos del planeta, reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y proteger nuestras áreas naturales. En conclusión, la transición hacia un sistema de soberanía energética es imperativa no solo para evitar futuros cortes de luz, sino para construir un país más justo, equitativo y respetuoso con el medio ambiente. Esto requerirá un compromiso decidido de todos los sectores, desde el Estado hasta las empresas y la ciudadanía.
Los desafíos son enormes, pero también lo son las oportunidades para transformar nuestra realidad y avanzar hacia un futuro en el que la energía sea un derecho garantizado para todos y no un privilegio de unos pocos. El tiempo de actuar es ahora. María Francisca Bello Diputada.