Autor: Por Ernesto Ottone ,
COLUMNAS DE OPINIÓN: Europa estupefacta
COLUMNAS DE OPINIÓN: Europa estupefacta Por Ernesto Ottone Por Ernesto Ottone Por Ernesto Ottone e estado todo el mes de febrero en París, observando la situación europea, lo que no significa tener de por sí ventajas informativas, pues como bien sabemos el espacio en nuestro tiempo se ha reducido y los sucesos los conocemos en directo prácticamente en todo el mundo.
La única ventaja es poder escuchar a la gente, registrar reacciones de expertos e inexpertos, captar un cierto ánimo recorriendo una ciudad cosmopolita, conversar con amigos y colegas y sentir aquello que va más allá de la imagen y la lectura. Nunca en decenas de años que he vivido viajando, trabajando en organismos internacionales y en universidades europeas había visto una Europa estupefacta ante los acontecimientos. Es una región donde la historia de la humanidad ha dejado huellas muy profundas, un espacio civilizatorio central que concentra gran parte del patrimonio cultural mundial. Ha sido el centro de la modernidad, de las ciencias del humanismo y, al mismo tiempo, tierra de guerras atroces. Después de la Segunda Guerra Mundial su prosperidad se desarrolló enormemente. El Viejo Continente adquirió vida y sentido de futuro. No solo Estados Unidos aparecía con su riqueza como la tierra prometida, también Europa comenzó a serlo y lo es al menos hasta ahora. Hoy, sin embargo, la elección de Donald Trump hizo que un país con el cual Europa ha compartido valores y solidaridades se alejara de ella de una manera agresiva. Se sabía que el nuevo presidente no simpatizaba con Europa, pero la actitud de estas primeras semanas la ha dejado estupefacta.
Hace muy pocos días el economista italiano Mario Draghi, quien dirigió el Banco Central Europeo y el gobierno de Italia, les dijo a los gobernantes de la UE, siendo él un hombre sereno, casi con desesperación: "Dosomething" (¡ hagan algo! ), para abandonar el actual vacío, la ansiedad que serespira en París, Roma, Madrid, ni qué hablar de Berlín y las otras capitales. Las palabras con las que Trump y Musk se refieren al Viejo Continente son de desprecio.
Apoyan abiertamente los populismos de extrema derecha, culpan a Ucrania por haber sido invadida, negocian el futuro con Putin sin consultar a sus aliados, la palabra democracia no la pronuncian ni por error y la institucionalidad multilateral es error y la institucionalidad multilateral es abandonada como algo inútil. Zelensky resulta ser un dictador y Putin, una víctima; Ucrania debe pagar el apoyo militar de EE.UU. de manera abusiva. Un nuevo mundo geopolítico se diseña, donde los valores democráticos, los derechos humanos, todo aquello que en algún momento encarnó Occidente tiende a perder su valor.
Los años 30 del siglo XX reaparecen amenazantes, con la diferencia que la democracia más poderosa está dirigida hoy por un presidente que no tiene convicciones democráticas, todo es negociación con el lenguaje de la fuerza y la amenaza, se siente más cómodo con la potencia imperial de Putin que con la Europa de las reglas democráticas. Ya veremos cómo competirá con China. La India dirigida por Modi resulta una incógnita en este cuadro. El resto está llamado a disciplinarse con cuidado de no hacerle enojar, ni discutir aranceles y sus ambicionesterritoriales, ni tampoco el traslado de poblaciones enteras para construir un balneario. Así como los caballeros no tienen memoria, para él los países no tienen historia. El activismo desatado de Trump y sus adláteres, que poco tienen que ver con el conservadurismo democrático histórico, tampoco se parece en nada al debate democrático. Vivimos un terremoto geopolítico.
Lo que está en peligro es la vigencia de las reglas democráticas como forma de convivencia, toda la construcción político-cultural que comenzó con el siglo de las luces, la fundación de EE.UU. y la representación democrática en Gran Bretaña, sin las cuales los países latinoamericanos no habrían tenido su precoz formación como paísesindependientes.
Lo que está en juego no solo para Europa, que recién comienza a moverse y a reaccionar para poner límites a la ofensiva trumpiana, si no, también para nosotros en Chile son los valores que hemos logrado construir y en ocasiones reponer frentea la violencia y el autoritarismo tanto de la ultraderecha como de la ultraizquierda. Ojalá predomine en Europa el instinto de salvar su acumulación civilizatoria, para lo cual deberá superar sus graves divisiones.
Los demócratas en Chile deben observar con atención lo que sucede, porque la bestia autoritaria también respira en nuestra geografía, y hacer votos porque lo mejor de la historia estadounidense tenga fuerza para contener la peligrosa alianza entre prepotencia nacionalista y la brutalidad tecnocrática..