"We don't need no education"
"We don't need no education" La educación en Chile está en crisis. Los niveles de violencia son inauditos.
Esta semana: el rector del Lastarria rociado con bencina por un estudiante (pasó en el Instituto Nacional el 2018), una profesora en Temuco atacada por dos adultos dentro de la sala quebrándole la nariz a golpes y estudiantes de la U. de Chile marcando la mano de profesores para dejarlos entrar a sus oficinas. ¡Todo indignante! Es como si parte de la sociedad se hubiese creído en serio eso de "we don't need no education" del álbum The Wall, de Pink Floyd. Una locura. Nada de "Another brick in the wall". Los ladrillos se lanzan con odio. La violencia escolar, en todas sus formas y facilitada por la complicidad de adultos, está siendo muy costosa. Su descontrol acumulado es señal y causa de que Chile ha retrocedido en su aspiración a ser desarrollado. Las absurdas circunstancias han afectado a muchos por demasiado tiempo. Por ejemplo, ¿recuerda las movilizaciones estudiantiles del 2011? Sí, esas que duraron más de siete meses y provocaron niveles de inasistencia escolar históricos. Bueno, también significaron un aumento en el embarazo juvenil: 1,9 embarazos adicionales por cada día de colegio perdido ese año (Celhay et al., 2024). Y desde entonces las cosas no han mejorado. Overoles blancos, carcelescas riñas escolares, errores de política, han sido pan de cada día.
Ante este drama, ¿qué pensarán los maestros? Convengamos que trabajar en un ambiente en donde no hay respeto, en donde incluso la integridad física está en juego, es para locos o superhéroes (¡ rociar al profe con bencina!). No extraña, entonces, la alta deserción de docentes en el sistema. ¿Quién querría soñar con ser docente bajo esos riesgos? Pero deserción es solo una parte del problema. Atraer a jóvenes con talento y vocación a carreras de pedagogía es condición necesaria para todo sistema educacional, pero particularmente para uno en crisis. Los números, sin embargo, dicen que esto está siendo cada vez más difícil en Chile. En el 2012,138 mil personas cursaban una carrera conducente a un título en el área de educación (plan común en pregrado). El número cayó a 120 mil el 2016 y el derrumbe siguió.
La matrícula en esas carreras no alcanzó los 100 mil el 2023 (Kutscher et al., 2024). Es cierto que la gratuidad en la educación superior destruyó los esfuerzos que se habían realizado para atraer talento a pedagogía (evaporó el gancho de la Beca Vocación de Profesor), lo que explica parte del declive (Castro-Zarzur et al., 2022). Sin embargo, no lo explica todo. Imagínese de 17 años y decidiendo a qué dedicar su vida.
Tiene vocación docente, pero ha visto de primera fuente la frustración y sufrimiento de sus profesores frente al violento ambiente. ¿Optaría por una ocupación que implica la posibilidad de trabajar en tal caos? La estrofa de la canción de Pink Floyd termina con "Hey! Teacher! Leave them kids alone!". Como van las cosas, esa absurda demanda no será necesaria en Chile. Muchos estudiantes podrían no tener profesor. C O L U M N A D E O P I N I Ó N La violencia escolar, facilitada por la complicidad de adultos, está siendo muy costosa. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog Por Sergio Urzúa.