Conociendo a EMILIO DUHART, pionero de la arquitectura moderna
Conociendo a EMILIO DUHART, pionero de la arquitectura moderna ACILÓTACDADISREVINUAICIFITNOPALEDUEDAFSELANIGIROEDOVIHCRA DANIEL SWINBURN Hay pocos libros publicados sobre Emilio Duhart (19172006) y este nace a partir de esa constatación por parte de los investigadores de la facultad de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, Verónica Esparza y David Caralt.
Esparza realiza su tesis doctoral sobre el arquitecto, en Barcelona en 2016, donde uno de sus capítulos era un análisis crítico de los escritos publicados en vida de Duhart y otros sobre él y su obra. “Nos dimos cuenta dice Esparza de que hacer una compilación de estos sería un aporte a la historia chilena de la arquitectura.
Gracias a un Fondart del Ministerio de Las Culturas logramos ampliar el numero de artículos de Duhart y damos a luz este proyecto”. Este libro reúne veintitrés textos: trece escritos por Duhart, y diez entrevistas a su persona. Todos los escritos fueron publicados en vida del autor, mientras que algunas de las entrevistas permanecieron inéditas, o conservadas en fondos documentales. Parte del material se conserva en la Universidad Católica, sumado a textos extraídos de publicaciones francesas y otros en inglés. Emilio Duhart es autor (en asociación con otros arquitectos) de reconocidas obras que orientaron a la primera arquitectura moderna en Chile: colegios Alianza Francesa y Verbo Divino; colegios Compañía de María y Suizo.
El edificio de la CEPAL, en Vitacura, una de sus obras más emblemáticas; la Hostería Ancud y Hostería Castro; el edificio Arturo Prat en Santiago; edificio Arauco, en Concepción; la ampliación urbana de la Universidad de Concepción; complejo industrial Carozzi; la urbanización de Jardín del Este, Vitacura; aeropuerto internacional de Pudahuel (obra modificada), entre otras. Estas conforman en la actualidad un patrimonio arquitectónico moderno del siglo XX. Para Esparza y David Caralt, la relevancia de Duhart no admite dudas. “Es de los más importantes arquitectos chilenos en la segunda mitad del siglo XX, con lazos internacionales que lo vinculan a otros colegas en el contexto latinoamericano y occidental. Duhart pudo estudiar en Harvard, con Walter Gropius y en París, trabajar con Le Corbusier. Participó mucho en los congresos latinoamericanos de arquitectura. Hay un vínculo internacional permanente y de participación, de historias cruzadas, que lo posicionan a un nivel equivalente a Niemayer en Brasil y otros similares del continente”, señala Esparza. Lo interesante de Duhart es su “conciencia de que está trabajando en Chile, dice Caralt, y aquello que ve afuera lo hace siempre viendo la posibilidad de adaptarlo al país.
Cuando Duhart llega a Chile después de su formación, señala que uno de los aspectos que más le llamó la atención es aquella característica local de “elegancia pobre”. Lo dice al ver los palacios de la Alameda, por ejemplo, habla de la sobriedad, de hacer las cosas en Chile con mucho oficio pero con pocos recursos. Una arquitectura que no tiene la exuberancia de Brasil o México que eran otros presupuestos, con obras mucho más vistosas y espectaculares.
Además, por su formación muy completa e integral, era capaz de planificar proyectos de escala urbana, territorial, sus obras atravesaban muchas escalas”. Él fue capaz de hacer una arquitectura moderna idiosincrática, enraizada con el lugar, y toma para ello los valores de aquellos arquitectos del movimiento moderno más preocupados por lo vernacular.
“Lo singulariza su capacidad de interpretación crítica, en Chile no se podía hacer todo lo que estaba de moda, el país tiene sus características propias, en su paisaje, en su idiosincrasia, eso es lo más valioso de su quehacer”, señala Esparza.
Puede decirse que Duhart tuvo suerte al haber aprendido de dos corrientes de la arquitectura moderna, una más funcional derivada de la Bauhaus, de Gropius, y otra, más plástica, si se puede decir, de Le Corbusier.
El libro contiene sendos textos que describen su experiencia con ambos maestros. ¿De ahí vuelve a Chile con una capacidad de desarrollo de proyectos que hasta ese momento no existía en la arquitectura moderna en Chile? “Hay aspectos relevantes de lo que aprendió con Gropius en Harvard, por un lado, esa capacidad de producción y el trabajo colaborativo de la arquitectura, y por otro lado la faceta docente, cómo enseñar arquitectura en el hacer concreto, en la realidad”, dice Esparza. “Él Edificio de la Cepal, de Emilio Duhart, fue su última gran obra antes de partir a Francia en 1969. Muy tempranamente el edificio sufrió modificaciones propuestas por funcionarios de la ONU, las que desnaturalizaron, en parte, su proyecto original.. NÓICPECNOCEDDADISREVINU, OPMACOZURCDIVADSIULOVIHCRA. ORACLABÓTSIRC : AÍFARGOTOF Verónica Esparza: “Alguien dice en estos escritos que Duhart era el más francés de los chilenos y el más chileno de los franceses. Siempre tuvo esa mirada contrariada con Chile. Era muy conocedor de su geografía, de los climas y los territorios de Chile; los conoció profusamente y viajó desde muy temprano por todo el país. Su familia era de Temuco, para su proyecto de título viajó al sur austral, y esa conciencia del territorio y de la idiosincrasia de la cultura chilenas, siempre fueron fuertes en él. Pero, por otro lado, era muy internacional, siempre en contacto con la realidad de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, y yo creo que al final de su vida se fue despechado de Chile. Hubiera seguido aquí, estaba en el peak de su carrera, pero se le fueron cerrando las oportunidades. Aunque no tengo evidencia y no pude corroborarlo para mi tesis doctoral, durante la campaña presidencial de Eduardo Frei se le habría prometido el Ministerio de Vivienda, lo que finalmente no se concretó. Se sintió despechado.
Ya en Francia, pese a ser un extranjero con una larga trayectoria, debe haber sido muy duro empezar de cero”. David Caralt: “Hay una entrevista muy reveladora que aparece en el libro, que le hace Ana María Stuven, ya muy mayor él, en 1999, en su casa en el país vasco, en Ustaritz. Stuven nos pidió, que por ser muy personal en algunos pasajes, no se publicara completa; la original completa está en los archivos. Pero es la única entrevista donde la autora le pregunta por los motivos de su partida. Y él da una respuesta muy elaborada y habla de una dimensión política. Se le fueron cerrando muchas puertas al mismo tiempo. Recién terminaba su obra más importante, el edificio de la Cepal, en Vitacura.
Yo puedo entender, al igual que Verónica, cómo una persona con una gran autoestima en el buen sentido, una carrera en ascenso, con conciencia de sí mismo, de pronto se queda sin trabajo y recibe una oferta de Francia, específica, y decide tomarla. En ese momento, Stuven le pregunta si se siente chileno y él responde diciendo: Yo soy francés y nadie me puede reclamar por eso.
Porque nací en Chile, he querido mucho este país, y he hecho una obra enraizada en el lugar, y no para vanagloriarme, pero sentí mucha envidia de los colegas y que no tenía lugar; fue duro, por eso me fui.
Es una persona que siempre tuvo este doble vínculo con dos lugares simultáneamente, y que la hace más compleja e interesante”. Reconciliación A Sergio Larraín García-Moreno, otra figura relevante de la arquitectura chilena de ese momento, le pasa algo similar a Duhart, cuando es despedido del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica. Duhart, solidariza con él y renuncia también. Pero Larraín no se va, sigue colaborando con el gobierno de Frei como embajador en Lima.
Emilio toma otro camino. ¿Siente probablemente también la pérdida de relevancia que estaba teniendo el arquitecto en las políticas públicas? “Emilio, tenía una gran personalidad y además de sentir la envidia de sus pares señala Esparza sentía la antipatía de los funcionarios de las oficinas de dirección de obras con las que tuvo que trabajar en todo el país. No les gustaba recibir a este señor que jode mucho, digamos.
El era muy exigente y de un conocimiento que algunas veces superaba al de sus pares en dichas direcciones de obra, lo que también generó un ambiente enrarecido”. “Pensando en lo que ocurrió después en el país, es importante advertir un aspecto. Aunque él no se sintió un exiliado, se ve cómo una individualidad que se somete al destino de la historia o de la nación. La historia arrasa con esta figura individual, una historia de mayor envergadura se lleva por delante a una individualidad muy brillante, pero que no es suficiente. Tuvo alguna opción de quedarse, en la Universidad de Concepción, por ejemplo, pero le piden para ello hacerse masón. Él no acepta. En el fondo, lo que está por encima de él se lo lleva por delante y toma la opción que se le ofrece de irse a otro lugar, aunque era partir de cero”, concluye Caralt. Siendo muy real su experiencia adversa, en 1977 se le otorga el Premio Nacional de Arquitectura en Chile.
Viene a recibirlo y da un discurso muy sentido. ¿Terminó reconciliado con Chile? “Si, afirma Esparza, creo que también el último proyecto relevante que realiza en Chile en los años 90, el nuevo edificio para el Aeropuerto Pudahuel, ayuda a terminar su vida profesional con un obra importante y simbólica, porque se trata de un aeropuerto que habla de esta relación internacional que siempre tuvo él”. “El Premio Nacional era un reconocimiento obvio. El destacado arquitecto Héctor Valdés comenta que se comenzaba a dar el Premio Nacional a algunos arquitectos, pero sin dárselo a Duhart, lo cual era un poco vergonzoso. Fue un premio necesario y lo recibió muy bien. Demostración de que aún quería a Chile es haberse comprometido con el proyecto del Aeropuerto, siendo ya muy mayor y con una obra de envergadura”, concluye Caralt.
DÍA DE LOS PATRIMONIOS Un libro de la Universidad San Sebastián rescata escritos personales y entrevistas a uno de los fundadores de la arquitectura moderna en Chile, el más destacado en la segunda mitad del siglo XX, según los editores, y uno de los más completos en su visión y capacidad de gestión de proyectos.. ELIHCEDACILÓTACDADISREVINUAICIFITNOP. UEDAF.
SELANIGIROEDOVIHCRA familiar desde los años 50 en Chile. recibió de ahí esta capacidad de trabajo colaborativo, a propósito de John Gauss y Martin Wagner que veían la parte de planificación con conocimientos económicos, una mirada completa, multidisciplinaria que pocos arquitectos tienen”, completa Caralt. Excesos modernos y posmodernismo Otra dimensión de interés que trasuntan estos textos es cuando comienza la crítica a la arquitectura moderna, en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Duhart ya advierte vacíos graves en el urbanismo moderno, por ejemplo, cuando se refiere en uno de los escritos, a la destrucción o el debilitamiento de la calle como eje articulador de los barrios y las viviendas. El movimiento moderno genera una crisis del espacio público en la ciudad y Duhart lo ve tempranamente. Sin embargo, a él no le gusta lo que está naciendo como reacción a esta crisis: el posmodernismo.
Verónica Esparza: “Él tiene conciencia del tiempo que está viviendo, fue muy sabio acerca de lo que esta pasando en el entorno en el que trabaja, ya sea en Chile o en Francia y esa conciencia lo hace tener una mirada con perspectiva, adoptar una postura crítica y de interpretar este cambio”. David Caralt: “Tenía una posición muy definida y muy clara, convencido de sus posturas y al menos en estas entrevistas siempre dice que era un poco tozudo, ya de joven estudiante. Y no es que fuera un posmoderno antes de tiempo, sino que ese nivel de abstracción tan alto o de amnesia histórica que tuvo el movimiento moderno a él no le parecía.
Dice que lo entendía por lo que había pasado con la arquitectura en el siglo XIX, pero nunca me alineé, dice, 100 por ciento con estos postulados Bauhaus, siempre miré con cierta distancia y permanecí más cerca de una arquitectura como la de Alvar Aalto y otros, más enraizada en el lugar.
Pero cuando llega la posmodernidad, cuando se impone esa tendencia arquitectónica, le parece una caricatura lo que está resultando, una arquitectura que él siempre pensó, pero mal entendida, una moda... miren a Philip Johnson, decía Duhart, muy discípulo de Mies van der Rohe, el más purista de todos y ahora esta haciendo estos edificios, verdaderas aberraciones, comentaba.
Él advierte estas modas fugaces y las critica”. Hay un artículo en el libro que reseña una visita de Duhart con otros arquitectos a una obra del posmodernista Ricardo Bofill, en París, y es muy crítico con esta. ¿Él se mantiene con los pies en la tierra, podría decirse, en los valores esenciales de la arquitectura moderna? “Exactamente.
Ahora podemos darnos cuenta de ello pasado el tiempo, pero lo difícil era hacer esa crítica en ese momento, en esa coyuntura, y por eso estos escritos que publicamos tienen un valor relevante”. Ambigüedad con su identidad chilena Otro punto importante de su vida, más personal, y que aparece en estos escritos, es su relación ambigua con Chile y su patria verdadera. Su chilenidad no era algo obvio, en verdad. EMILIO DUHART: ESCRITOS, CONVERSACIONES Y ENTREVISTAS 1947-1999. David Caralt y Verónica Esparza Editores. Dos tercios editores, 2025.345 pp. El libro será lanzando en el Campus Los Leones de la USS el sábado 24, a las 11 hrs., en el marco del Día de los Patrimonios.. Interior de la Casa Duhart en calle Vaticano. Emilio Duhart, hacia 1990. Murió en Ustaritz, F Maqueta del Foro de la Universidad de Concepción. Archivo R ción, diseñada junto a Roberto Goycoolea.